Comisariada por Pablo González Tornel, director del Museo, la muestra abarca desde la Edad Media hasta principios del siglo XX y cuenta con piezas de artistas como, entre otros, Gherardo Starnina, Joan Reixach, Joan de Joanes, el Bosco, Marteen de Vos, Vicente Macip, José de Ribera, Rubens, los Ribalta, los Benlliure, Ignacio Pinazo, Muñoz Degrain o Sorolla.

Dividida en nueve secciones, la exposición comienza en el siglo XV, cuando Valencia se convierte en un importante centro económico de la Corona de Aragón, para conducir al visitante por un recorrido histórico, artístico y social que se acerca hasta la modernidad.

Uno de los núcleos más relevantes del Museo lo constituyen pintores valencianos como, entre otros, Gonçal Peris, Miquel Alcanyís, Pere Nicolau, José de Ribera, Joaquín Sorolla o Antonio Muñoz Degraín, conjunto que se enriquece con grandes obras de otros artistas como el Bosco, Bermejo, Rubens o Zurbarán.

 

El despegue económico y cultural de Valencia a finales del siglo XIV propició la presencia en la ciudad del pintor florentino Gherardo Starnina y la del centroeuropeo Andrés Marçal de Sas. Al mismo tiempo, maestros locales como Gonçal Peris, Miquel Alcanyís o Pere Nicolau se convirtieron en difusores del gótico internacional. La exposición da cuenta de ello con obras como el Retablo de los Siete Sacramentos o Retablo de fray Bonifacio Ferrer (1396-1397), en el que Starnina muestra el refinamiento de su formación en Florencia, o la obra bifaz Verónica de la Virgen y Anunciación (1403-1410), una pieza devocional que Peris y Nicolau tratan con el preciosismo de un objeto de orfebrería.

Además, la más que probable presencia de Jan van Eyck en la ciudad a mediados del siglo XV, así como la llegada de pintores del norte, como Lluís Alincbrot desde Brujas, o el viaje de los autóctonos, como Lluís Dalmau, favoreció la consolidación de la pintura al óleo y el auge del estilo minucioso y realista conocido como hispanoflamenco.

En Valencia coexistieron las obras de Bartolomé Bermejo con las del italiano Paolo de San Leocadio, considerado el introductor del Renacimiento de Italia en la ciudad y de quien se expone su Cristo portacruz (h 1500-1505), y las de otros artistas como Fernando Llanos, Fernando Yáñez de la Almedina o el Bosco, cuyo Tríptico de la Pasión o de los improperios (h. 1510-1520), una de las obras maestras del Museo, llegó a Valencia de la mano de Mencía de Mendoza y está representado en la exposición por su tabla central, la Coronación de espinas.

Hacia la modernidad

Durante el siglo XVI, el arte español viró hacia la modernidad clasicista, imponiéndose el Renacimiento italiano tras la llegada de los primeros pintores de aquel país o el regreso de artistas españoles después de su periplo por Italia. En ese contexto, el italianismo figurativo tuvo su eco en autores como Joan de Joanes, creador del Pentecostés o Venida del Espíritu Santo (h. 1578), o Juan Sariñena, autor del Salvator mundi (h. 1600).

Con el avance del Seiscientos, el lenguaje barroco se abrió en España a nuevas expresiones más allá del realismo y el naturalismo. La llegada de los estímulos dinámicos y coloridos de artistas como Pieter Paul Rubens, de quien se expone una delicada Virgen con el Niño (h. 1620), favoreció un riquísimo panorama pictórico con maestros como José de Ribera, Francisco y Juan Ribalta, Pedro Orrente, Juan Valdés Leal, Claudio Coello o Francisco de Zurbarán, de todos los cuales se exhiben obras en la exposición.

En nuestro país, artistas como Mariano Salvador Maella prolongaron los códigos barrocos hasta el siglo XIX, cuando Francisco de Goya y sus discípulos, directos o indirectos, como Agustín Esteve, presente en la muestra, se abrieron camino para consolidar lo que hoy se conoce como Romanticismo. Durante la segunda mitad del siglo, los pintores españoles se movieron entre el arte romántico, el realismo y el impresionismo e inauguraron una línea de acción que caracterizó el Ochocientos: la búsqueda incesante de un estilo propio.

Temática social

El auge de la pintura de temática social, que se produjo a finales del siglo XIX como resultado de los cambios políticos y sociales que habían sacudido Europa durante toda la centuria, estuvo representado en Valencia por la pintura de Antonio Fillol Granell, exitoso retratista y brillante cronista de la ciudad de 1900, que plasmó con toda crudeza la violencia de los conflictos armados y el atraso de las sociedades rurales.

En la exposición también se puede disfrutar de la pintura de autores fundamentales del siglo XIX en España, como Vicente López, Francisco Domingo, Emilio Sala, Antonio Gisbert, José Benlliure, Ignacio Pinazo o Aureliano de Beruete, entre otros.

Joaquín Sorolla tiene un papel destacado en esta muestra. De hecho se le dedica una sala en la que pueden admirarse obras como El niño de la bola (1887), una de las dos academias que envió desde Roma a Valencia en cumplimiento de sus obligaciones como becario de la Diputación en aquella ciudad; La primavera o Labradora valenciana (h. 1900), un modelo que realizó para ser reproducido en azulejería por la Casa Miralles de Barcelona, o algunos retratos y paisajes de la huerta y la playa levantinas.

Muñoz Degraín

La exposición también reserva un espacio propio a Antonio Muñoz Degraín (1840-1924), de cuya muerte se cumple un siglo y que es considerado el paisajista más relevante de la pintura valenciana de entresiglos. El conjunto de obras de Muñoz Degraín custodiado en el museo es el más importante en variedad y número. En la muestra se pueden ver algunas como Paisaje granadino (1915), en la que el color adquiere todo el protagonismo, o Espigadoras de Jericó (1909), donde recrea un universo exótico en torno a Tierra Santa en el que el trasfondo religioso queda totalmente difuminado en favor del paisaje.

La colección del Museo de Bellas Artes de Valencia. Entre el Bosco y Sorolla concluye en las primeras décadas del siglo XX, mostrando una Europa en guerra y una España convulsa en obras como Bombardeo (1937), de Eleuterio Bauset, o Madre tierra (1936), presentada por Horacio Ferrer de Morgado a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1936, interrumpida por el estallido de la guerra ese año.

Poco a poco, el realismo fue sustituido por una nueva estética ligada a las vanguardias, con creadores como el propio Ferrer de Morgado, que llevaron las artes en España de manera decidida hacia la modernidad, aquí representada por El alambique, obra de 1967 del Equipo Crónica que cierra la muestra.

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Referente museístico

Museo de Bellas Artes de Valencia.

El Museo de Bellas Artes de Valencia es el referente museístico más importante de la Comunidad Valenciana. Desde su fundación en 1837 hasta el momento actual han trascurrido casi dos siglos en los que ha sido testigo de numerosos avatares unidos al devenir histórico de la ciudad. Fundamentalmente está formado por una gran pinacoteca y un amplio fondo de dibujos y grabados, además de esculturas, piezas arqueológicas, fragmentos arquitectónicos, fotografías y artes decorativas.

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