Comisariada por Michel Lefebvre, escritor y periodista de Le Monde especializado en historia contemporánea, ofrece al visitante una inmersión en el universo del fotógrafo y muestra cómo circularon sus imágenes por todo el mundo. Estas fotografías «únicas», lejos de las ampliaciones retocadas habituales, conservan la huella de su tiempo y transmiten con fuerza la esencia del fotoperiodismo: imágenes urgentes, directas y con toda su carga testimonial.

“Las fotografías originales de época, incluso con sus imperfecciones, son un testimonio mucho más fiel del trabajo fotoperiodístico. Con ellas podemos comprender cómo miraba y cómo trabajaba Capa”, explica el comisario Michel Lefebvre. La muestra invita a comprender no solo qué imágenes captó, sino también cómo viajaban esas fotografías desde el frente hasta los periódicos y revistas de los años treinta, cuarenta y cincuenta, recorriendo miles de kilómetros en coche, tren o avión, en un momento clave para el nacimiento del fotoperiodismo.

A este valioso conjunto se suman objetos personales que permiten acercarse a la vida cotidiana de un hombre que, además de ser reportero de guerra, fue un apasionado de la vida. Porque, más allá del mito, esta retrospectiva muestra al Capa más completo: el reportero que arriesgó la vida para contar la verdad desde el frente, pero también al vitalista amante de la amistad, del juego, del cine y de los viajes.

La exposición también revela su faceta como pionero de la fotografía en color. Desde finales de los años treinta experimentó con esta técnica y, tras la Segunda Guerra Mundial, la incorporó con frecuencia en sus reportajes para revistas como Life o Holiday. Sus escenas de viajes, moda y retratos ofrecen una mirada diferente: un Capa cercano que disfrutaba captando la intensidad de la vida. Estas imágenes forman parte esencial de la muestra y completan la visión de un fotógrafo que no solo fue testigo de la guerra, sino también de la modernidad y la alegría de su tiempo.

Dos décadas muy intensas

«Capa era extremadamente amable. Transmitía una sensación de euforia interior. Tenías la impresión de que quería compartir esa euforia… Siempre parecía estar pasándolo muy bien, y la gente quería unirse y compartir esa diversión».

(Geraldine Fitzgerald)

Robert Capa (Budapest, 1913 – Thai Binh, Indochina, 1954) está considerado el fotoperiodista de guerra más célebre de la historia. En apenas dos décadas de carrera cubrió cinco conflictos decisivos: la Guerra de España, la chino-japonesa, la Segunda Guerra Mundial, la primera guerra árabe-israelí y la de Indochina, donde encontró la muerte víctima de una mina.

Su nombre quedó unido a imágenes que forman parte de la memoria colectiva del siglo XX: Muerte de un miliciano, símbolo de la Guerra Civil; las estremecedoras escenas del desembarco de Normandía o los retratos cercanos de combatientes, civiles y amigos que supo captar con una mezcla de coraje y humanidad.

Alcanzó el éxito desde el comienzo de la Guerra de España, en 1936, cuando inventó su seudónimo junto con su compañera de vida, la alemana Gerta Pohorylle (Stuttgart, 1910 – El Escorial, 1937): ella se convirtió en Gerda Taro y él, el húngaro Endre Friedmann, en Robert Capa.

Pero no fue únicamente un testigo de guerra. Retrató a personalidades como Picasso, Hemingway o Ingrid Bergman; exploró la fotografía en color; realizó moda, rodajes cinematográficos y reportajes de viaje por Europa. En 1947 fundó, junto a Henri Cartier-Bresson, David “Chim” Seymour, George Rodger y William Vandivert, la agencia Magnum Photos, que revolucionó el modo de trabajar de los fotógrafos, otorgándoles control sobre sus negativos, publicaciones y derechos de autor.

Cuando murió tenía solo 40 años. Dejó miles de negativos dispersos por el mundo. Su hermano, Cornell Capa, dedicó toda su vida a recuperar y preservar ese legado, al que también contribuyeron figuras como el editor John G. Morris o el historiador Richard Whelan.