La exposicion incluye 44 obras fechadas entre 1906 y 1933 –16 de las cuales visitan por primera vez España– que abarcan desde sus inicios artísticos hasta los últimos años de su vida, presentando tanto obras tempranas como las composiciones suprematistas de la década de 1910, así como sus trabajos de 1920-30, cuando comenzó a combinar en obras temáticas el suprematismo con lo figurativo.

Así, del Cuadrado Negro puede verse una de sus cuatro versiones, en este caso la de 1923; también se presenta en Málaga el Cuadrado rojo de 1914. Junto a ellas, otras piezas claves de la trayectoria del ruso, como son la Composición con la Gioconda de 1915 y la Caballería Roja de su periodo final, datada en 1932.

Suprematismo

A mediados de la década de 1910, Malévich creó una tendencia de arte abstracto que bautizó como “suprematismo” (del latín supremus – lo más alto), y que no ha dejado de influir en pintores, arquitectos o diseñadores de todo el mundo.

El conjunto de obras expuesto revela la trayectoria creativa inicial de Malévich, la invención del suprematismo como expresión innovadora de su percepción del mundo mediante un lenguaje abstracto y, finalmente, el desarrollo y transformación del suprematismo geométrico en formas figurativas que él llamó “supronaturalismo”.

Kazimir Malévich. Peasant head, 1928-1929.

Kazimir Malévich. Peasant head, 1928-1929.

En la búsqueda de su camino, y al igual que muchos de sus contemporáneos, se sintió sucesivamente atraído por el impresionismo, la obra de Cézanne y el futurismo, pero ninguna de estas etapas fue muy larga.

Ya en 1913, Malévich pinta varias obras de carácter alógico que le llevan a la idea de crear la ópera bufa Victoria sobre el sol. En esta pieza se presentaba la batalla de la gente del futuro contra los prejuicios burgueses, simbolizada por la aparición de un telón donde el sol tiene la forma de un cuadrado negro en lugar del habitual círculo rojo.

Este es el origen del Cuadrado negro: una metáfora para una encarnación radicalmente nueva del arte en tiempos modernos. Empezar de cero y cambiar totalmente el lenguaje expresivo del arte. Esa era la idea que guiaba el suprematismo de Malévich.

A finales de 1915, en la entonces llamada Petrogrado, el Cuadrado Negro y el Cuadrado Rojo se presentaron, junto con más de 30 obras suprematistas, en una exposición llamada a ser un punto de inflexion en la historia del arte: 0,10. La última exposición futurista.

Después de la Revolución rusa en octubre de 1917, el artista se dedicó a reorganizar la educación artística según los nuevos principios de la vanguardia. Como muchos de sus contemporáneos, buscaba una manera de renovar el marco en que debía habitar el hombre moderno, cambiando la práctica de la arquitectura y el diseño.

La vida real

A mediados de los años 20, Malévich, que no podía permanecer indiferente a una situación sociopolítica cada vez más difícil, especialmente para un campesinado que fue despojado de todo por el nuevo régimen, busca una salida expresiva a las dificultades que encuentra su suprematismo pictórico para ser entendido en la sociedad soviética.

Fiel a su idea de que el artista debía reflejar la vida real, pero siempre de un modo artístico y no naturalista, comenzará a pintar campesinos, obreros y, en general, obras temáticas a partir del final de los años 20.

Sin traicionar el suprematismo que había creado en la década anterior, lo transformó en una nueva forma. Los personajes en las composiciones figurativas de esta nueva etapa no tienen peso, no son retratos ni expresan acciones concretas. Los fondos no son paisajes pintados; son abstractos, como en las composiciones suprematistas de los años 10.

Basta comparar estas obras con las producidas al mismo tiempo por sus contemporáneos, que sí se atuvieron a la norma del Realismo Socialista (como las de Samokhválov o Deineka, que este museo presenta en las salas contiguas), para entender la radical diferencia que distingue a este artista.

Igual que antes, Malévich produce imágenes universales cuyo sentido no descansa en la reproducción de la realidad sino en una encarnación plástica sin referentes concretos.

Durante los últimos años de su vid siguió replanteándose la cuestión de qué estilo usar. A juzgar por el Retrato de la mujer del artista, el Autorretrato y otras obras terminadas de este ciclo, volvía a marcar distancias con el realismo soviético, ahora recurriendo a estilos del Renacimiento para crear imágenes elevadas e impersonales de sus contemporáneos. Incluso llegó a escribir el título Artista en el dorso de su Autorretrato, confirmando así la imagen universal de un creador.

Vestuario teatral

La exposición también incluye 10 reproducciones de vestuario teatral, creadas en 2013 por los profesionales del Museo Ruso a partir de los bocetos originales de Malévich. El artista ruso los realizó cien años antes (1913) para la ópera Victoria sobre el sol (música de Mijaíl Matiushin y libreto de Alekséi Kruchónij). Además se exhibe un vídeo de la representación de esta ópera, coproducida en 2013 por el Museo Ruso y el Teatro de Música y Drama de Moscú, considerada la reconstrucción más solvente hasta la fecha.