A lo largo de su dilatada carrera, José Ortiz Echagüe (Guadalajara, 1886 – Madrid, 1980) realizó un portentoso trabajo de documentación de la cultura española en diversas series dedicadas a los tipos y trajes populares, temas religiosos, paisajes y arquitecturas.

Después de estudiar Ingeniería Militar en la Academia de Guadalajara, Ortiz Echagüe desarrolló su carrera profesional como ingeniero, primero vinculado al Ejército y después, como empresario independiente, al frente de la empresa aeronáutica CASA desde 1923 y como presidente de SEAT desde 1950. Al mismo tiempo llevó a cabo un intenso trabajo fotográfico que comenzó en su adolescencia.

África

Desarrolló su primera serie fotográfica importante en el norte de África, donde realizó varias estancias como militar entre 1909 y 1915. En sus ratos libres se dedicó a fotografiar el modo de vida de los habitantes del Rif. A veces fotografiaba paisajes, pero sobre todo se centraba en la gente, muchas veces en primeros planos que dan a los personajes un aspecto monumental.

En esta primera obra africana se pueden reconocer muchos de los rasgos que caracterizarían su trabajo posterior. Por un lado, el interés por la realidad local, no alterada por los elementos de modernidad. Sus fotografías proceden de la observación in situ de los personajes, lo que justifica su carácter documental. Aunque siempre insistiría en este carácter documental, y aunque trabajaba con personajes reales, no tenía problema en recurrir a la puesta en escena: muchas de sus imágenes muestran composiciones cuidadosamente estudiadas, donde los personajes aparecen en poses clásicas sobre un fondo de paisaje desdibujado. En estas imágenes los personajes adquieren un peso fundamental.

Un tercer factor –la técnica– marcó su trabajo fotográfico. Desde su juventud trabajaría el carbón directo sobre papel Fresson.

Península

Con este método y esta técnica, Ortiz Echagüe continuó su trabajo al volver a la península en 1915. Muy pronto abandonó el Ejército para comenzar una actividad empresarial independiente al frente de Construcciones Aeronáuticas S.A. (CASA), la empresa que fundó en 1923. Al mismo tiempo comenzó a realizar su serie España. Tipos y trajes. En este proyecto siguió trabajando con el mismo planteamiento desarrollado en el Rif.

Su objetivo era documentar un modo de vida en proceso de desaparición por efecto de la modernidad. Para ello se desplazaba a los pueblos donde se conservaban las costumbres y modos de vida ancestrales, y trataba de fotografiar a los personajes con los vestidos característicos del lugar. Y afrontaba esta tarea con un carácter sistemático propio de la fotografía documental, pero con su técnica peculiar: una cuidada puesta en escena, en composiciones muy clásicas e imprimiendo sus imágenes al carbón.

La serie de trajes populares daría lugar a su primer libro, publicado primero en Alemania como Spanische Köpfe (1929), y traducido al año siguiente como Tipos y trajes de España. Desde entonces seguirían apareciendo sucesivas ediciones ampliadas, hasta llegar a la duodécima en 1971.

Monjes y castillos

Después de publicar esta primera serie, a partir de 1934 se centró en otros proyectos. El primero de ellos fue España. Pueblos y paisajes, comenzado a mediados de los años treinta y publicado como libro en 1939. Le siguió España mística, editado en 1943, que continuó el trabajo sobre la figura humana y los modos de vida tradicionales, en este caso centrado en procesiones, romerías, templos y, sobre todo, la vida y tradiciones monásticas. Finalmente, en 1956 apareció España. Castillos y alcázares, en la que continuó el trabajo de documentación de la cultura española de un modo más abstracto: la figura humana está prácticamente ausente, y todo se centra en las arquitecturas populares o históricas y los paisajes de los distintos lugares del país.

Una vez publicada su tetralogía sobre España se propuso publicar un quinto libro con sus primeras fotografías en suelo africano. Para ello, incluso, volvió al territorio siguiendo la línea de trabajo sobre el paisaje que había mantenido durante sus últimos años en España. No llegaría nunca a completar esta obra, pero en en este periodo realizó algunas de sus fotografías más icónicas.

El legado Ortiz Echagüe de la Universidad de Navarra está formado por mil positivos y veinte mil negativos, así como otros materiales documentales.

Técnica de revelado

El carbón es uno de los llamados procedimientos pigmentarios, que se desarrollan en las últimas décadas del siglo XIX como reacción a la estandarización de la fotografía industrial promovida por empresas como Kodak.

En este procedimiento, la imagen final no se obtiene a partir del negativo de cámara, sino que se requieren otros pasos intermedios. A partir del negativo original se obtiene un positivo sobre soporte transparente, llamado interpositivo; éste se proyecta en la ampliadora para conseguir un negativo fotográfico en papel. A partir de este negativo de gran formato se obtiene la imagen final. Ésta se imprime sobre un papel emulsionado con varias capas de gelatina, dicromato potásico y pigmentos de carbón, que se expone a la luz solar en contacto con el negativo, de modo que la emulsión se vuelve más o menos insoluble según la luz recibida.

En un baño final con agua y serrín, los pigmentos no insolubilizados por la luz se eliminan y así se genera la imagen final. Un procedimiento muy laborioso que implica una sucesiva pérdida de información en el paso de un soporte a otro, pero que permite al fotógrafo trabajar directamente el aspecto de la copia final, que ofrece una gran riqueza de tonalidades en una imagen muy estable.

Ortiz Echagüe desde su juventud, trabajaría el carbón directo sobre papel Fresson, una técnica que da a sus imágenes un aspecto muy característico.