Bajo el título Un orden distinto. Geometría utópica y arte cinético en las terrazas de Nouvel se exponen tres obras de Jesús Rafael Soto, Martín Chirino y Edgar Negret que nunca antes se habían mostrado en el Museo.

Con la instalación de estas tres obras se inaugura un nuevo espacio expositivo que permite al público interactuar con uno de los espacios más destacados de la sede central del Reina Sofía, desde donde se puede disfrutar de una vista panorámica singular de la ciudad.

Las terrazas del edificio Nouvel se transforman en una nueva sala de la Colección del Museo Reina Sofía. Foto: © Luis Domingo.

Esta reapertura marca el inicio de la nueva reordenación de la Colección Permanente, que culminará en 2028 y que tendrá por objetivo articular una colección sólida y perpetuamente revisable a partir de los fondos del Museo, para establecer un relato mínimo común.

A finales de los años sesenta del siglo pasado, el minimalismo dotó a la escultura de un repertorio formal basado en las formas geométricas elementales, pero también dio lugar a una nueva manera de entender la relación entre una obra de arte y sus espectadores: una apertura a su participación e interacción.

Los experimentos con la escultura geométrica fueron fundamentales para construir una nueva visión utópica de la ciudad contemporánea y de sus transformaciones sociales, lejos de su apariencia en el presente, como residuos urbanos de la cultura corporativa que acompaña a los grandes rascacielos de muro cortina.

Tres grandes maestros

Esta nueva sala al aire libre del Museo presenta una serie de obras que insisten en el cambio de sensibilidad que supuso el trabajo con la geometría en esas décadas, y que merece ser puesto en valor con tres de sus grandes maestros, tanto en España como en América Latina.

Jesús Rafael Soto (Ciudad Bolívar, Venezuela, 1923 – París, Francia, 2005). Penetrable, 1982. Aluminio y hierro pintados, y tubos flexibles de PVC.

SOTO, JESÚS RAFAEL. Penetrable, 1982. Aluminio y hierro pintados, y tubos flexibles de PVC. Museo Reina Sofía. Foto: © Luis Domingo.

Soto es uno de los artistas fundamentales del siglo XX en América Latina, con aportaciones clave desde los años cincuenta al arte cinético y a las nuevas visualidades que emanaron de la abstracción geométrica, con la vibración óptica como experiencia central.

SOTO, JESÚS RAFAEL. Penetrable, 1982. Aluminio y hierro pintados, y tubos flexibles de PVC. Museo Reina Sofía. Foto: © Luis Domingo.

Esta obra pertenece a los Penetrables, una de sus series esenciales, que comenzó a realizar a finales de los años sesenta. Consisten en espacios llenos de piezas colgantes móviles que los espectadores han de atravesar para poder experimentar la obra.

Con los Penetrables, la obra de Soto adoptó una condición arquitectónica y, de hecho, la investigadora Mónica Amor entiende esa evolución en relación con el urbanismo ambientalista y de imaginación cósmica que revolucionaba el espacio público en ese momento, un pensamiento sobre la arquitectura móvil consecuencia de la emancipación colectiva después de las revueltas de mayo del 68.

SOTO, JESÚS RAFAEL. Penetrable, 1982. Aluminio y hierro pintados, y tubos flexibles de PVC. Museo Reina Sofía. Foto: © Luis Domingo.

Como decía el propio artista: «Ya no hay espectadores; no hay sino participantes» (1983). Soto explicaba incluso: «El Penetrable no es ni siquiera una obra, es una idea del espacio que puede materializarse en cualquier situación y a cualquier escala… De ser posible, podrías incluso cubrir el planeta entero…» (2011).

Sometida a los cambios en el paisaje de Madrid, a las diferentes situaciones lumínicas del día y las estaciones, su posición en la terraza del Nouvel cumple con creces esas expectativas del artista, como muestra el trabajo del Museo para adaptar la pieza junto con el Comité Soto.

Edgar Negret (Popayán, Colombia, 1920 – Bogotá, Colombia, 2012). Vigilante rojo, 1979. Chapa de aluminio pintada.

NEGRET, EDGAR. Vigilante rojo, 1979. Aluminio esmaltado y atornillado. Museo Reina Sofía. Foto: © Luis Domingo.

Expuesta en el Tribunal de Cuentas Europeo, en Luxemburgo, como depósito temporal desde 2015, la obra de Negret vuelve al Reina Sofía, donde nunca se había expuesto pese a pertenecer a sus fondos, tras un importante proceso de restauración.

Edgar Negret basa su estilo de madurez en una escultura-acción que deja al descubierto pernos y tuercas: un ensamblado que revela la operación de organizar cuerpos y acoplamientos. Sus “mecanos” amables están cubiertos por una capa uniforme de pintura industrial mate que, por lo general, es roja.

La serie Los vigilantes es una de las más destacadas de su producción. Una versión de mayor tamaño preside desde 1978 el patio de armas del Palacio Presidencial de Nariño, en Bogotá.

Vigilante rojo se compone de 10 elementos columnarios en desplazamiento parabólico. Cada una de las piezas verticales gira treinta grados respecto a la anterior, para dar lugar a cinco estructuras gemelas contrapuestas. Su despliegue es una invitación a recorrer la secuencia cinética que se experimenta al rodear la escultura.

Curiosamente, en sus orígenes en los años cincuenta, fue el escultor Jorge Oteiza el primero en empujar a Negret hacia sus experimentos escultóricos geométricos: el artista vasco lo consideró siempre uno de los exponentes fundamentales de la plástica en América Latina.

Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925 – Madrid, 2019). Mediterránea (10), 1971. Chapa de acero inoxidable pulida y soldadura.

CHIRINO, MARTÍN. Mediterránea (10), 1971. Chapa de acero inoxidable pulida y soldadura. Museo Reina Sofía. Foto: © Luis Domingo.

Martín Chirino fue uno de los fundadores del grupo El Paso, el colectivo de vanguardia del arte contemporáneo que rechazó las estéticas realistas del franquismo en favor de una nueva materialidad. Su escultura dialoga con el paisaje y las formas primigenias, y se convirtió en uno de los escultores europeos con mayor éxito internacional de las últimas décadas del siglo XX.

La obra expuesta es la décima de la serie Mediterráneas, con algunas anteriores en las colecciones del edificio Chrysler, en Nueva York, o del Museo Middelheim, en Amberes. Esta procede de la colección del predecesor del Museo Reina Sofía, el Museo Español de Arte Contemporáneo, en la que ingresó en 1975.

Todas ellas están realizadas en acero laminado, soldado y pintado, con acabados industriales, casi automovilísticos. Su título remite a sus viajes a Italia y Grecia, y se establece como una estructura expansiva, con volúmenes huecos que se despliegan con un ritmo pendulante en el espacio.

Su aparente abstracción se contradice al adoptar la forma de un paisaje cuyo acabado cromático le aporta una cualidad acuática, característica de la condición isleña del artista canario.

Las terrazas del edificio Nouvel se transforman en una nueva sala de la Colección del Museo Reina Sofía. Foto: © Luis Domingo.