El escritor, que el próximo 16 de marzo hubiera cumplido 104 años, "gozaba de relativa buena salud" hasta que el pasado mes de agosto se vio afectado por una bronquitis. Sus restos mortales serán trasladados en las próximas horas al tanatorio del Parque de San Isidro, en Madrid, donde se instalará la capilla ardiente, y mañana serán incinerados en una ceremonia privada.

Larga y fructífera vida

A los dieciséis años, Ayala se trasladó desde su Granada natal a Madrid, donde estudió Derecho y Filosofía y Letras. En esta época (1922/23) publica sus dos primeras novelas, Tragicomedia de un hombre sin espíritu e Historia de un amanecer. Por entonces, colabora habitualmente en la Revista de Occidente y Gaceta Literaria. Entre 1929 y 1931 reside en Berlín, viviendo en primera persona el surgimiento del nazismo. Después, se doctora en Derecho en la Universidad de Madrid e imparte clases en la misma.

Es letrado de las Cortes desde la proclamación de la República. El estallido de la Guerra Civil le sorprende dando conferencias en Sudamérica, regresa poco después a España y se pone al servicio del gobierno legítimo. El 4 de agosto de 1936 su padre, Francisco Ayala Arroyo, que había sido detenido, ingresa en la Prisión Central de Burgos. Es fusilado el 8 de octubre. También es ejecutado su hermano Rafael.

Poco después es nombrado decano de la Facultad de Derecho, aunque no desempeña el cargo porque la Facultad permanece cerrada. Se incorpora a su puesto como Letrado de las Cortes, y en noviembre pasa a la Secretaría del Ministerio de Estado. Al caer la República se exilia en Buenos Aires, donde pasa diez años trabajando, colabora en la revista Sur, en el diario La Nación y en la editorial Losada, y cofunda con Lorenzo Luzuriaga la revista Realidad.

Posteriormente, aún en la década de los cincuenta, Ayala se traslada a Puerto Rico, donde imparte cursos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Desde la isla viaja a Estados Unidos, donde imparte clases de Literatura española en las universidades de Princeton, Rutgers, Nueva York y Chicago, aunque mantiene estrechos lazos intelectuales y culturales con Puerto Rico.

Regreso a España

En 1960 regresa por primera vez a España. Desde entonces, vuelve todos los veranos y compra una casa. Se reintegra a la vida literaria. En 1976 se instala definitivamente en Madrid. Continúa su labor de escritor, conferenciante y colaborador de diversos periódicos. En 1983, a los 77 años, fue elegido miembro de la Real Academia Española, leyó su discurso de ingreso un año después. Hasta muy avanzada edad ha seguido escribiendo con plena lucidez. En 1988 obtuvo el Premio Nacional de las Letras Españolas; en 1990 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía; en 1991 fue galardonado con el Premio Cervantes y en 1998 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

La crítica ha dividido generalmente la trayectoria narrativa de Ayala en dos etapas. La primera etapa corresponde a antes de la Guerra Civil, cuando escribe Tragicomedia de un hombre sin espíritu (1925) e Historia de un amanecer (1926). Con El boxeador y un ángel (1929) y Cazador en el alba (1930) aborda la prosa vanguardista. En ambas colecciones de cuentos predominan el estilo metafórico, la brillantez expresiva, la falta de interés por la anécdota y la fascinación por el mundo moderno.

Tras un largo silencio, inicia su segunda etapa en el exilio con El hechizado (1944), relato sobre el intento de un criollo de entrevistarse con el rey Carlos II que formó parte en 1949 de Los usurpadores, libro compuesto por siete narraciones cuyo tema común es el ansia de poder. También en 1949 publica La cabeza del cordero, conjunto de relatos sobre la Guerra Civil, en los que presta mayor atención al análisis de las pasiones y comportamientos de los personajes que a la crónica de los acontecimientos.

La importancia de sus ensayos

Muertes de perro (1958) constituye una denuncia de la situación de un pueblo sometido a una dictadura, al tiempo que presenta la degradación humana en un mundo sin valores. El fondo del vaso (1962) es un complemento de la novela anterior, que está presente en este nuevo relato a través de los comentarios que de ella hacen los personajes. En algunas ocasiones, como en El hechizado, se acerca al mundo existencial y absurdo de Franz Kafka, con una denuncia implícita de la inmoralidad y estupidez del poder.

Después de estas novelas, Francisco Ayala ha seguido publicando relatos, como los recogidos en El As de Bastos (1963), El rapto (1965) y El jardín de las delicias (1971). En 1982 apareció De triunfos y penas, y en 1988 El jardín de las malicias, donde recogió seis cuentos escritos en diferentes épocas de su vida.

Gran importancia tiene también su obra ensayística, que abarca temas políticos y sociales, reflexiones sobre el presente y el pasado de España, el cine y la literatura.

Más información: Fundación Francisco Ayala.