Afortunadamente podemos respirar tranquilos porque no hay por ahora éxito de público o al menos está muy lejos de llevar a los cines a tanta gente como su amigo Santiago Segura o de tener tantos lectores como María Dueñas. Algo es algo.

Cree Trueba que puede despistarnos y ganarse nuestro favor jugando a modesto. A los del cine se la ha colado con sus dos últimas películas (Madrid, 1987 y la citada Vivir es fácil…), pero no se lo vamos a permitir en este rincón. La estrategia es transparente: aquí vengo, parece querer decirnos el autor, con una historia pequeña, de apenas 150 páginas, de ruptura amorosa, con dibujos, bocetos y postales, salpicada de ocurrencias y humoradas (ese ingenio marca de la casa), que se lee con gusto… y sin embargo, con novela tan corta el muy canalla dice tanto de cómo somos hoy: del cinismo como coraza para superar el temor al fracaso, de cómo definitivamente los móviles se han apoderado de nuestra voluntad, de las ansias enfermizas de ser siempre jóvenes cueste lo que cueste, de la orfandad que seguramente aplasta en algún momento al que se busca la vida en otro país, de la prisa que ha inundado y tiraniza sin remedio nuestras vidas, de las ideas cerradas que tenemos sobre cómo y con quién hay que tener sexo, de la soledad, o mejor, del miedo a la soledad…

Relámpagos

La habilidad de Trueba para ser profundo sin parecerlo merece la nota más alta. La peripecia en Múnich de Beto, un joven arquitecto paisajista abandonado prácticamente en la primera página del libro por su guapísima novia y rescatado de la autodestrucción por una alemana que le dobla en edad llamada Helga, es lo mejor del libro y al mismo tiempo su única debilidad por mucho que el objetivo sea seguramente demostrar que hay momentos aislados en la vida (relámpagos, blitz en alemán) que dan para mucho y otros, muy numerosos y seguidos, que apenas dan para nada: y es que cuanto ocurre luego, fuera de la ciudad germana, está varios metros por debajo en intensidad, gracia y verdad; por eso los capítulos que desde entonces se suceden hasta la misma última página parecen leerse como un peaje inevitable antes de llegar, eso sí, a un final redondo.

Alguna vez he oído a David Trueba afirmar que su maestro Rafael Azcona odiaba dar consejos de escritura con una excepción: había que arrancar con un título en el primer folio -aunque éste fuera provisional- y saber de antemano cómo acaba la historia antes de empezar a teclear. No sabemos hasta qué punto siguió esta vez el consejo el autor de Saber perder, pero es indudable que inicio, título y final se erigen en esta historia en tres solidísimas columnas a las que el autor ha sabido sacar el máximo partido para escribir su libro más personal.

Y, por último, como es de bien nacido ser agradecido, habrá que reconocer el detalle a Trueba: los lectores más atentos aprenderán a nombrar las partes del cuerpo humano en alemán… Que nunca se sabe.

Maquetación 1
Blitz
David Trueba
Anagrama
176 páginas
16,9 euros
E-pub: 10,99 euros
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