Desde las primeras páginas, el escritor y colaborador de hoyesarte.com nos sumerge en Corulles, una pequeña aldea ficticia del oriente asturiano que respira la autocracia y el desamparo de cualquier rincón olvidado de la España rural. Con un estilo que bascula entre la acción y la introspección, el autor nos invita a recorrer sus caminos, a oler la madera húmeda de sus casas y a vivir la rutina de unos personajes que parecen atrapados entre lo que fue y lo que nunca será.

La historia está hilada por la figura de Manolo, un anciano carismático cuya vida parece un compendio de anécdotas y secretos. Su trágico final, lejos de ser un simple suceso, desencadena una catarsis colectiva que revela el lado más oscuro de sus vecinos y, al mismo tiempo, el peso simbólico de las pequeñas comunidades rurales. Los ojos «casi blancos» del protagonista, más allá de su literalidad, funcionan como una metáfora de la opacidad con la que el tiempo nos obliga a mirar a nuestro pasado.

En su relato, Fernández-Villaverde demuestra su capacidad para mezclar lo universal con lo profundamente personal. La relación entre Manolo y el enigmático narrador –alguien cuya vida está marcada por las ausencias y los silencios– nos recuerda que, en última instancia, somos el eco de aquellos que nos rodearon y moldearon. Este vínculo, construido con delicadeza y sin excesos, se convierte en el corazón palpitante de la novela.

Carlos Fernández-Villaverde, escritor y colaborador de hoyesarte.com.

Ojos casi blancos es, también, un canto a la capacidad evocadora de los sentidos. Desde los olores hasta los paisajes, su prosa logra que el lector no solo imagine, sino que sienta. Y, en ese sentir, encuentra su mayor logro, pues transforma una historia aparentemente sencilla en una intensa experiencia literaria.

En definitiva, no es solo una novela corta; es un reflejo íntimo de nuestras nostalgias y miedos, un homenaje a esos lugares que abandonamos pero que nunca nos abandonan del todo.


Ojos casi blancos. Carlos Fernández-Villaverde. Balduque. 148 páginas. 18 euros