Guardando cierto paralelismo, la teoría del “síndrome del segundo álbum” explica cómo para la composición de las canciones de un primer disco los grupos han dispuesto de todo el tiempo que pudieran haber necesitado. Además, por lo general, ninguna compañía discográfica ni agencia de management, ningún periodista ni grupo de seguidores ha ejercido presión alguna sobre el o los compositores de un grupo a la hora de grabar su primer disco. Para el segundo, sin embargo, tanto si ha pasado más o menos desapercibido como, sobre todo, si ha cosechado cierto éxito, las cosas son muy diferentes y aparecen un montón de nuevos factores que habitualmente vienen a condicionar la creatividad del grupo, suponiendo una verdadera prueba de fuego.

Por supuesto, la historia de la música pop está llena de ejemplos que ilustran estas teorías, aunque lo cierto es que hay casi tantos otros que las desmienten de forma igualmente rotunda.

El caso de REM es ciertamente singular, ya que, aunque obtuvieron un éxito masivo a partir de su séptimo álbum (Out of Time, editado en 1991, cuando llevaban más de una década de carrera) y aunque durante los noventa siguieron sacando discos consistentes y, sobre todo, muchas canciones realmente sobresalientes, probablemente lo mejor, lo más creativo, personal y genuino de la banda está en sus primeros discos, sin duda imperfectos pero rebosantes del primigenio encanto de una banda sobrada de talento y carácter, que se presentaba ya con un sonido propio, sorprendentemente definido, deudor, por supuesto, de las correspondientes influencias, pero, al mismo tiempo, único y perfectamente identificable.

REM, cuya trayectoria se desarrolló a lo largo de más de tres décadas y que llegaron a editar quince álbumes originales de estudio, despacharon sus mejores trabajos al amparo de una compañía independiente, IRS, un sello bien gestionado, con recursos y con distribución internacional, pero sin el músculo de una compañía multinacional.

A finales de la década de los ochenta, la banda, con una posición perfectamente consolidada como referente icónico del rock alternativo y unas cuantas canciones de notable éxito en su haber –de Document, su disco de 1987, se habían extraído como sencillos It´s The End Of the World As We Know It (And I Feel Fine) y, sobre todo, The One I Love–, logra un contrato multimillonario con la poderosa discográfica Warner, de quien obtienen el firme compromiso de respetar de forma absoluta su libertad e independencia creativa.

Ya en 1988 se publicó Green, un disco algo más apagado que sus predecesores, pero ciertamente sólido y convincente y que contó, además, con una contundente campaña promocional, obteniendo, consecuentemente, unas cifras de ventas nunca antes registradas por disco alguno del grupo.

Pero la locura se desató definitivamente (y, dicho sea de paso, de forma ciertamente inesperada) con su siguiente disco, Out of Time, en el que se incluían canciones como Near Wilde Heaven, Shinny Happy People y, sobre todo, la canción que lo cambió todo para REM, Losing My Religion.

El cuarteto se convirtió, casi de la noche a la mañana, en la gran banda del rock internacional y sus discos de los años noventa lograron siempre críticas generosas y cuantiosas ventas. Sin embargo, lo más valioso y significativo del grupo estaba, sobre todo, en sus espléndidos primeros discos.

El pasado mes de agosto el cuarteto de Athens (ciudad universitaria en el estado de Georgia) celebraba, con la correspondiente reedición especial en varios formatos y con anotaciones del productor, Mitch Easter, el cuadragésimo aniversario de la edición de Chronic Town, el Ep de cinco canciones con el que debutaban para el sello independiente IRS, la etiqueta que los cobijaría hasta su fichaje por Warner.

Empezando por un absolutamente brillante y sorprendente Murmur que, aunque no logró una respuesta comercial excesivamente sólida, sí fue recibido con unánimes elogios por la crítica especializada (entre otras cosas, fue elegido mejor disco del año por la revista Rolling Stone, situándose por encima de dinosaurios como U2 –que lanzaron War–, Michael Jackson –Thriller– o The Police –Sinchronicity–), los primeros discos de REM muestran un comienzo de carrera verdaderamente ejemplar, manteniendo siempre un hábil y atinadísimo equilibrio entre la fidelidad a un sonido y un estilo propios y el afán por avanzar, buscar nuevos territorios y evitar la repetición y el mimetismo. Aquellos cinco espléndidos álbumes, además, resisten admirablemente el paso del tiempo, constituyendo en cualquier ocasión un confortabilísimo refugio al que acudir en busca de las mejores propiedades que ofrece la música popular.

Felizmente, el paso del grupo a la escudería de una poderosa compañía multinacional no hizo mella, al menos al comienzo de la nueva asociación, en los resultados artísticos del cuarteto.

Durante la década de los noventa, y ya con un respaldo popular arrollador, siguieron editando buenos discos. Out of Time (1991), Automatic for the People (1992), Monster (1994) y New Adventures in Hi-Fi (1996) eran por momentos algo irregulares, pero contenían una muy sustanciosa cantidad de grandes canciones.

Curiosamente, la marcha de Bill Berry, que arrastraba problemas de salud desde que en marzo de 1995 sufrió un aneurisma cerebral en pleno concierto en Lausana (Suiza), coincide con en inicio de una clara e irreversible decadencia.

En octubre de 1997, la salida del batería, que deshacía el cuarteto que había arrancado diecisiete años antes, estuvo a punto de poner fin a la carrera del grupo. Espoleada por el propio Berry, la banda continuó, pero lo cierto es que habría sido mucho mejor dejarlo exactamente en ese punto. Los cinco discos que editaron desde entonces y hasta su separación en septiembre de 2011 son realmente flojos. Con alguna que otra canción de cierto mérito, todos ellos están a años luz de la brillantez, el ingenio y la personalidad de sus mejores tiempos: los primeros.

Gardening at Night

Lower Wolves

Radio Free Europe

Talk About the Passion

Sitting Still

Pretty Persuasion

Don´t Go Back to Rockville

Letter Never Sent

Driver 8

Maps and Legends

Auctioneer (Another Engine)

These Days

I Believe

Cuyahoga

It´s the End of the World as We Know It (And I Feel Fine)

Exhuming McCarthy

You Are the Everything

Stand

Losing My Religion

Texarcana

The Sidewinder Sleeps Tonite

Everybody Hearts

Bang and Blame

Bittersweet Me

Daysleeper

Imitation of Life

Leaving New York

Until the Day is Done

Oh My Heart