Además, el jurado señala que su trayectoria «es un ejemplo de dedicación y compromiso sostenido en el tiempo, que abrió camino a las nuevas generaciones de profesionales y ha generado un valioso legado para la comunidad científica».

Antelo desarrolló su carrera como operador de la instalación radiactiva del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) desde su ingreso en los años sesenta hasta 2015, año de su jubilación. Pionero en Ciencias del Patrimonio, y con gran capacidad para la adaptación de la tecnología a la investigación cultural, ha contribuido significativamente a la formación y divulgación de las técnicas de imagen aplicadas a la restauración.

Diplomado en artes aplicadas y oficios artísticos por la Escuela de Artes Aplicadas de Madrid, su trayectoria se ha centrado en esta herramienta fundamental de documentación para el diagnóstico en conservación, así como para planificar y establecer prioridades de intervención en los bienes culturales.

Ha sido pionero en la aplicación in situ de las técnicas de imagen, que permiten evitar desplazamientos o desmontajes innecesarios de los bienes, favoreciendo su cuidado y conservación. Además de la toma de radiografías, Antelo diseñaba todo el sistema operativo de viabilidad e infraestructuras para que su realización fuera posible.

Su carácter innovador ha permitido que acometiera proyectos de gran envergadura como El entierro del Conde Orgaz del Greco, el Guernica de Picasso o Fernando VII a caballo de Goya; o de retablos como el de Santa María la Mayor de Trujillo o la Capilla de San Juan en la Catedral de Santo Domingo de la Calzada.