Es a partir del Renacimiento, ya en el siglo XV, cuando se construyen los cimientos profesionales de la historia y el arte, afirmándose que sin la  búsqueda de la verdad no hay historia.

Demostrar y documentar

Hay que demostrar y documentar lo que se defiende y se crea una especie de juramento hipocrático entre los historiadores para desenmascarar los fraudes. Un ejemplo de estos fraudes a través de falsificaciones es La Donación de Constantino, gracias a la cual la curia romana se beneficiaba de numerosas e  importantes propiedadesa y que ya en el siglo XV fue rechazado por el humanista Lorenzo Valla a través de su análisis lingüístico.

Lo que sí es cierto, es que los falsificadores, además de aficionados al arte, en muchas ocasiones son eruditos, tanto en el campo auténtico como en el del plagio, aunque sus talentos artísticos son malogrados por el engaño.

Uno de los mejores

Uno de los mayores falsificadores de todos los tiempos fue Leo Nardus, que desarrolló su labor a principios del XX. Se dice que sus copias de cuadros antiguos eran perfectas, e incluso que alguna de ellas todavía está colgada en museos de gran reputación. Nardus salió libre de un escandaloso juicio al retirarse sus denunciantes, temerosos ante la posibilidad de que se devaluara el mercado del arte y, en especial, nuevas y grandes colecciones.

En el XVI, fueron las monarquías la que realizaron numerosos fraudes. En el caso de la hispánica, lo hizo mediante supuestas cesiones como las de Moctezuma o Atahualpa al emperador Carlos V y numerosos retoques y falsificaciones de escudos nobiliarios para demostrar, a cambio de ingresos, la hidalguía de supuestos cristianos viejos.

Protócolo de Sión

También es destacable Los Protocolos de los Sabios de Simón, el panfleto antisemita más famoso y ampliamente distribuido de la época contemporánea. Publicado por primera vez en 1903 en la Rusia zarista para justificar ideológicamente los pogromos que sufrían los judíos, sus afirmaciones acerca de estos, que han sido desacreditadas repetidamente, continúan circulando hoy en día, especialmente por internet. Igualmente destacables son algunos fraudes vivientes como la impostora Anna Anderson, supuesta Gran Duquesa Anastasia, hija menor del Zar  Nicolas II.

En definitiva, el arte de la falsificación ha llegado en muchos casos a mejorar lo auténtico en cuanto a técnica e incluso a intervenir en la historia y su destino.

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