Los editores de hoyesarte.com, vehementes visionarios ellos de mi previsible inconstancia, han hecho una porra –deporte nacional en estas fechas de reivindicación de las pulpeiras– intentando vaticinar mi forma de pedir disculpas a los generosos lectores de Melofilia por la prolongada ausencia.

Y disculpas quiero pedir, claro, debidas y sentidas. Pero la realidad es que estaba concentrado, estábamos de Mundial. Y claro, que si las previas, que si los partidos, que si las crónicas, que si las resacas, que si los pulpos, que si tal y que si cual… Así no se puede recomendar discos ni nada.

Ni discos ni nada

Quizá sería demasiado obvio mezclar hoy fútbol y música pero ¿se han dado cuenta de la estrecha relación entre este deporte y nuestra amada afición? Ya no es sólo que sean los dos únicos acontecimientos que sean capaces de juntar a cincuenta mil personas en un recinto, ni que ambos puedan cambiar estados de ánimos en cuestión de segundos, ni que lo puedan volver a cambiar en menos aún.

Es que, si se fijan, los partidos que nos han secuestrado estas semanas comenzaban con música, con los himnos nacionales respectivos. Y antes, en el autobús, camino del estadio, los jugadores se animaban al ritmo de canciones efervescentes. Y cuando bajaban, todos llevaban su virguería emepetrés para escuchar música. Y en el partido, en ese partido, el parasiempre partido que permitió despolillar y desempolvar banderas, acelerar corazones y emociones, y desatrancar gargantas en un país entero, el seleccionador holandés –me temo que don Vicente no tiene pinta– motivó a sus chicos con algún tema vibrante que rehogase y saltease las emociones. Y en la grada se escucharon cánticos. Y cuando Casillas recogió la copa como si fuese el Santo Grial, la zarandeó al ritmo de la música. No, el barritar de las vuvuzelas no es música. Y España era feliz. Y cantaba.

Pero no quiero ser ventajista hablándoles de fútbol. Como siempre, les propongo discos, música, sensaciones con las que llenar los ratos muertos, y los vivos, con las que acompañar su alma cuando estén solos y con las que disfrutar de la compañía cuando tengan esa fortuna. Rebuscando para ustedes, les ofrezco seis motivos para coincidir con Groucho Marx cuando decía “encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”. Hagamos que sea también un disco. Espero que les gusten.

 

Entre cajones

Asa
Asa
Downtown, 2008
 

Empecemos la sección con algo de aire fresco. Frescura exótica, rítmica, con una personalidad arrolladora, con una energía pegadiza, con una música global que se entiende en cualquier sitio porque es de todas partes. Asa es franco-nigeriana, canta en inglés, mezcla estilos y nos hace sentir cómodos porque consigue que nos aparezca una sonrisa en la cara mientras comenzamos a movernos sin darnos cuenta. Eso me pasó cuando escuché Jailer, 360, So Beautiful, una mueca de optimismo que se propaga por todo el cuerpo, hasta que se mueve. Reggae, pop acústico, souljazz, llámenlo como quieran, porque tiene un poco de todo. En 2008 grabó este álbum, el primero de su carrera, y seguro que pronto dejará de aparecer sólo en sitios como este…

Web de Asa

 

Joshua James
The Sun Is Always Brighter
Intelligent Noise, 2008

La fórmula parece fácil o, al menos, se repite con éxito. Chico joven con sensibilidad, una guitarra acústica, canciones sobre el amor, sobre la vida cotidiana, ritmos sencillos… Hay muchos. Pero traspasar la frontera que separa un buen disco, un disco agradable, un éxito incluso, y un logro, un descubrimiento, un CD que oirías una y otra vez en un largo viaje nocturno, eso no es tan fácil. Y si además no pertenece a los circuitos de las grandes promociones, y si se trata de un chaval de veinticinco años de la olvidada Nebraska, y si además no lo conoce el pinchadiscos del centro comercial, pues miren, mucho mejor. Ya lo conocen ustedes. Y si se animan a escuchar canciones como Tell My Pa, o FM Radio, o The New Love Song, no lo olvidarán. Joshua James nos invita a sentir con sus canciones. Sentir, sí, ese verbo tan en desuso, pero tan recomendable cuando se prueba.

Web de Joshua James

 

Jeff Healey
Mess Of Blues
RUF Records, 2008

Imaginen que están ustedes deprimidos, con un mal día, ese día en el que no saben por qué se levantaron. Se sitúan, ¿verdad? Nos pasa a todos de vez en cuando. Pues aquí tienen la solución. Se acercan al reproductor de CD de su casa, o el de su coche (también se aceptan mp3, sí), suben el volumen y se disponen a desmelenarse con este disco de este fantástico guitarrista canadiense. Algunos temas son terapéuticos, en serio. Healey perdió la vista de niño, lo que no le impidió aprender a tocar múltiples instrumentos, especialmente la trompeta, lo que le acercó al jazz de los años 20, 30 y 40. Grabó varios discos de jazz, homenajeando siempre al gran Louis Armstrong, pero pronto descubrió la guitarra y el rock, y el blues. Y aquí comenzó un nuevo Jeff Healey. Y este disco es uno de los mejores de esa época, con una guitarra eléctrica fina, limpia, rotunda, virtuosa, con sensibilidad y con energía a la vez. Diálogos con las seis cuerdas que a veces acaban en ayes y a veces en olés. Les recomiendo que conozcan a este genio, que exploren y comprueben que la electricidad fue también un gran invento, aunque sólo sea para mover la Fender Stratocaster. Me permito retarles a que no son capaces de escuchar su It’s Only Money sin levantarse del asiento y coger la primera escoba que tengan a mano para bailar un rock and roll de los de toda la vida.

Web de Jeff Healey


De sofá, copa y vino

John Coltrane   
Ballads
Impulse Records, 1962, 1995 

Si les digo que el artista que les recomiendo hoy se llama John Coltrane y les digo también que el título del disco es Ballads, entenderán que he querido hacer una apuesta segura. No se me ocurre mejor música que escuchar con una copa de vino, con la luz tenue y la disposición a evadirse y saborear la soledad o la compañía. Esta música llama a la nostalgia, y aparece, pero es sólo una trampa para fulminarla. El saxo de Coltrane concede un estado de ánimo revitalizado, inundando de sosiego al que lo escucha. Jueguen a imaginarse a Coltrane tocando en el Ronnie Scott’s de Londres cerrado sólo para ustedes, un sonido interrumpido por el hielo del gin tonic que se mueve sin permiso, la sala apenas iluminada por la lámpara testimonial de la mesa a escasos metros del escenario, los problemas al otro lado de la puerta, mañana no existe. Sigan ustedes solos. Cuando abran los ojos y se encuentren en el salón de su casa recuerden lo que han visto en el teatro de su mente, porque realmente existió. Todo eso es este disco.

El pasado también existe

Pinetop Perkins
Ladies Man
MC Records, 2004

Joe Willie Perkins, Pinetop Perkins, vaya «pedazo» de músico. Ha dedicado su vida al blues, como guitarrista, pero sobre todo al piano. Si coinciden conmigo en que la Muddy Waters Blues Band fue el mejor grupo de la historia de esta forma de hacer música les alegrará saber que nuestro protagonista de esta semana en El pasado también existe fue su pianista durante doce años, sus mejores doce años. El señor Perkins, de todos modos, nunca fue famoso, nunca fue un headliner y, sin embargo, acumula decenas de discos, premios y reconocimientos. Sirva como muestra de su dedicación y capacidad el hecho de que desde 1982 fue capaz de editar ¡quince discos en quince años! Y no contento con eso nos regala el disco que hoy les recomiendo a la edad de noventa y un años (¡91!). Media docena de señoras adornan su melodía con sus voces rasgadas, sedosas, profundas, ahumadas, dulces. Elvin Bishop, Marcia Ball, nuestra siempre admirada Madeleine Peyroux, Susan Tedeschi, Ruth Brown juguetean con el boogie-woogie, el blues y el honky tonk  acompañando a una leyenda viva que, por si se lo estaban preguntando, sí, sigue grabando…

 

¿Clásicos? ¿Qué clásicos?

Gustavo Dudamel – Los Angeles Philharmonic
Sinfonía nº 1, Gustav Mahler – City Noir, John Adams
Deutsche Grammophon, 2009

Con menos de treinta años es uno de los directores con más caché del mundo, agota las entradas de los auditorios y vende millones de discos. Su secreto es la calidad y la pasión. Como premio, ser el director musical de una de las mejores orquestas del mundo, Los Angeles Philharmonic. La propuesta que les traigo hoy es la grabación del concierto inaugural de este nuevo reto de Dudamel tras recorrer el mundo con la Orquesta Juvenil Simón Bolívar. En el programa, una de las mejores sinfonías que se pueden escuchar y seguramente la mejor de su repertorio: la Sinfonía número 1 de Mahler. Cada uno de sus cuatro movimientos es una obra de arte y exigen de la orquesta un sincero compromiso con la pasión del compositor, sin olvidar el obligado virtuosismo. Espero que la disfruten, en la forma y en el fondo. Sigan a este artista, seguro que nos da muchas satisfacciones y muchos momentos de épica en el mundo de la música clásica, donde cada vez es más difícil distinguir estilos y personalidades.

Web de Los Angeles Philharmonic

 

 

Epílogo

Seguramente hay pocas cosas más tristes que escribir para alguien y que no te lea, pero también lo es querer leer a alguien y que no te escriba. A veces nos hipnotizamos ante un mar que nos supera, ante un mar eterno que no responde, y nos olvidamos de hablar, y de escribir, y de nadar, y nos engulle. Seguiremos hablando, y escribiendo, y nadando, para disfrutar del mar como podamos, como la vida nos deje. El mar de la ilustración de Iván Solbes, que nos sigue acompañando.

 

Buzón de sugerencias

Como decíamos ayer, les invito a que nos cuenten a todos sus opiniones, sus sugerencias, sus ideas y sus críticas. Enriquecen Melofilia y forman parte del blog, así que no dejen de hacerlo aquí abajo o, como siempre, en mi casa, que es la suya: melofilia@hotmail.com Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla