Medio siglo más tarde, Eduard Sacher, hijo del autor de la ya célebre obra de pastelería, fundó un hotel, el Hotel Sacher, que con el tiempo se convertiría en uno de los emblemas de la capital austríaca y que todavía hoy en día cuida con orgullo el secreto de la receta original.

Situado en el corazón de la ciudad, justo detrás de la Ópera de Viena, el hotel lleva casi dos siglos íntimamente relacionado con la historia de Austria y continúa atrayendo a grandes personalidades del mundo de la política, el arte y el comercio, de las que en su galería de fotografías guarda retratos y autógrafos, con nombres tan famosos como el de los tenores Luciano Pavarotti y Plácido Domingo, el maestro Leonard Bernstein, Indira Gandhi, John F. Kennedy, Ernest Hemingway  o Isabel Allende, entre muchas otras personalidades que algún día ocuparon alguna de las 152 habitaciones y suites con las que cuenta el establecimiento.

Cuenta la historia que el influyente príncipe Clemente Lotario Wenceslao de Metternich, Canciller del Imperio austro-húngaro que llegó a ser árbitro de Europa, un buen día (justamente un día en el que el jefe de cocina estaba enfermo) pidió o mas bien exigió en su cocina un postre especial para unos importantes invitados, "para esta misma noche" un postre "del que no me tenga que avergonzar". Y que ante la ausencia del cocinero, el aprendiz tuvo que improvisar un postre, que ingeniosa o milagrosamente, de momento salvó la situación.

Pero el resultado obtuvo tanto  éxito entre los asistentes, que no solo encumbró al creador sino que le permitió pagarle los estudios de hostelería en París a su hijo Eduard, quien en 1876 fundó el hotel que adquiriría también fama tras su muerte y gracias a la habilidad de su viuda, Anna Sacher, que supo atraer a lo más selecto de la aristocracia, la alta burguesía y la política del país.

Y de ahí hasta nuestros días, el Sacher ha sido, por poner un ejemplo, el lugar donde el autor británico Graham Green escribió el guión de la película "El Tercer Hombre", y que posteriormente convirtió el hall del hotel en uno de los escenarios de la película. O el lugar que sirvió de inspiración a literatos como John Irving, que lo evoca en su novela "El Hotel New Hampshire" y al Beatle John Lennon y su esposa Yoko Ono, que lo eligieron en 1969 para presentar el documental "Violación".

Así las cosas, ellos y el resto de visitantes “normales” hemos gozado de la célebre tarta Sacher original – de la que dicen elaborar más de 360.000 unidades al año – un bizcocho de chocolate recubierto con un baño también de chocolate y con una fina capa de mermelada de albaricoque en su centro, que se sirve con nata neutra montada y acompañado de un "Mélange Vienés", un típico café con leche pariente cercano del italiano "Capuccino" y que se vende para llevar en cuatro tamaños diferentes, siempre en cajas de madera, en directo y por correo, desde la moderna confitería situada en el mismo edificio del hotel, en la avenida peatonal de la Kärntner Strasse.