Hace un par de días que la reconocida lista San Pellegrino con los 50 mejores restaurantes del mundo presentaba en Londres su ranking 2010, una relación de establecimientos seleccionados por 800 miembros de un jurado internacional de especialistas que votan su lugar favorito del año y, efectivamente, entre los diez primeros figuran nada menos que cuatro restaurantes españoles, tres estadounidenses, uno británico, otro italiano y un danés –Noma– que este año ha desbancado a El Bulli del primer puesto después de cuatro consecutivos encabezando la lista.

Pero ninguno francés. De hecho, el primer restaurante de esta nacionalidad que aparece en la clasificación lo hace en el puesto número once –Le Chateaubriand, del chef Iñaki Aizpitarte– y el cómputo total de establecimientos franceses entre los 50 seleccionados es de tan solo seis.

Un disidente 

Y esto es algo que ha dejado sin palabras a los críticos gastronómicos de París. Bueno, sin palabras, o más bien sobrados de palabras tipo “recurso de pataleo”, porque, sin ir más lejos, el prestigioso crítico gastronómico François Simon, en un reciente artículo del diario parisino Le Figaro, se cuestionaba la propia metodología del proceso de selección y defendía que la idea misma de la elección de los mejores restaurantes del mundo es hoy en día algo absurdo, debido a la variedad de la cocina contemporánea.

"Verdaderamente, ¿puede alguien asegurar si una excelente crepería puede ser mejor que un delicioso restaurante de cuscús (o uno de sushi o un cafe vietnamita o una trattoria…)?  escribía Simon añadiendo, en una clara alusión al origen británico de la lista: "Y solo faltaba, nuestros amigos, que rara vez cruzan sus fronteras, se permiten publicar esta tontería de clasificación".

Porque ni siquiera el logro del puesto número once por parte de Le Chateaubriand les ha dejado tranquilos, ya que su chef, Iñaki Aizpitarte, está considerado por los críticos más ortodoxos como un cocinero disidente, hasta el punto de que Simon arremetía en su artículo contra lo que el llama “el surrealismo total de que ‘ese restaurante’ se haya situado por delante de los de reconocidos chefs con tres estrellas Michelin como Alain Ducasse o Joël Robuchon".

Crónica de una muerta anunciada

Aunque el tema no queda ahí. El también crítico gastronómico, pero en este caso de la revista L’Express, François-Régis Gaudry, aseguraba en una carta abierta a los organizadores de la lista, refiriéndose a la clasificación de Aizpitarte: “La verdad es que esta espectacular promoción esconde por debajo métodos muy cuestionables”, alegando que Azpitarte “podría haber aprovechado la ventaja de haber sido parte de ese jurado durante cinco años” y que “la metodología de la votación puede que sea demasiado laxa”.

También Périco Legassé, de la revista Marianne, se sumó al coro de denunciantes, describiendo la lista San Pellegrino como una operación de comercialización mediática. "Es como si la asociación de petanca de La Corneuve (no sabemos que tipo de pueblito francés será) otorgara a alguien la Legión de Honor de la República Francesa", dijo el crítico.

En fin, que a nuestros vecinos parece no haberles sentado nada bien una evolución que realmente lleva años siendo una especie de “crónica de una muerte anunciada”, pero… ¿que le vamos a hacer? C’est la vie, messieurs.