Cuenta la leyenda, confirmada por los propios protagonistas, que no pudiendo resistir el hechizo, Vinicius de Moraes, de forma espontánea, recitó suavemente a su amigo, casi le cantó, una sencilla frase: “Olha que coisa mas linda, mas cheia de graça, é ela menina que vem e que passa num doce balanço a caminho do mar”. Esta estrofa fue, al parecer, el detonante para sacar del Jobim compositor las primeras y maravillosas notas musicales que finalmente dieron lugar a la mundialmente conocida canción A Garota de Ipanema.
Ahora, este sencillo bar es un legendario local objeto de peregrinación de cualquiera que visita Río, su nombre ha cambiado a “Garota de Ipanema” y la historia y partituras de la canción, junto a multitud de fotos de Vinicius y Jobim forran literalmente sus paredes. Visitantes de todo el mundo buscan ansiosos el “templo”, deseosos de vivir la experiencia del origen de la obra maestra y de degustar la mejor caiprinha de la ciudad, según la conocida guía Lonely Planet y el prestigioso diario inglés The Guardian.
La receta de Río
Cachaça, azúcar, lima y un mortero, simples elementos para hacer el combinado que caracteriza a Brasil. La lima, en pequeños trocitos al fondo del vaso. Por encima, dos cucharadas de azúcar. Todo eso, machacado cuidadosamente con el mortero para sacarle bien el jugo a la lima. Hielo picado, un chorrito de cachaça y… un único secreto: una pajita para remover y beber la caipirinha desde el fondo del vaso, donde se concentran el azúcar y el peculiar aroma de la lima macerada.
Olha que coisa mas linda…y más rica…



Corrían los inolvidables y musicalmente fructíferos años 60 en Río (1962 para más detalle), en plena efervescencia de una nueva tendencia, la “Bossa Nova”, cuando una tarde como otra cualquiera, en un pequeño local del barrio de Ipanema -entonces llamado Bar Veloso-, dos clientes habituales del establecimiento, Antonio Carlos Jobim (compositor y cantante) y Vinicius de Moraes (reconocido poeta nacional y letrista) estando tranquilamente charlando y tomando unas “chopp” (cañas) y unas caipirinhas cuando vieron a través de la cristalera pasar frente a ellos a una preciosa chiquita, una “garota” bajando camino de la playa, a escasos metros del bar.











