Sin embargo, a los pocos capítulos, la serie se convirtió en un verdadero éxito de audiencia. Un fascinante viaje a través del tiempo que repasaba amenamente la historia de la humanidad a través de sus herramientas, joyas, objetos de culto y uso diario o simplemente de contemplación artística, en el que figuraban desde primitivas hachas de sílex hasta tarjetas de crédito y pastillas de jabón de la década actual, pasando por estatuas egipcias, mosaicos aztecas o pulseras vikingas, por poner algunos ejemplos.

Ahora, esta serie, elogiada desde todos los ámbitos culturales y mediáticos como una de las iniciativas más eficaces e intelectualmente ambiciosas de los últimos años en beneficio de la difusión de la historia, se ha editado en forma de libro, con la misma estructura de comunicación, tan sencilla como comprensible.

Detalladas explicaciones

Y la transición a material impreso funciona muy bien. El aspecto más inspirado y mejor conseguido del programa radiofónico era, sin duda, la fórmula con la que se lograba superar el evidente obstáculo que suponía no poder mostrar a través de palabras los objetos protagonistas de cada capítulo, un “pequeño” problema que Neil MacGregor eludió gracias a su especial habilidad para conseguir que cada oyente imaginara en su mente lo que se narraba, con la única ayuda de sus detalladas explicaciones.

Esta cualidad –a la que MacGregor llama «poética recreación»– sigue siendo la faceta más brillante del libro. Liberado de la necesidad de elegir los objetos por su impacto visual, el director del Británico muestra una selección basada simplemente en su intención de destacar aquello que mejor representa la evolución de la historia de nuestra especie y que de algún modo sugiere una serie de conexiones a través del tiempo y los espacios geográficos.

Liberar la imaginación

En el libro, cada objeto se encuentra ilustrado con una fotografía a color y a toda página, algunos muy llamativos como un relicario de joyas y de oro macizo del siglo XIV creado para conservar una simple púa de la  corona de espinas de Cristo, o un torso masculino de basalto de tres metros procedente de la isla de Pascua, pero la mayoría son objetos sencillos sin ninguna espectacularidad, como una simple moneda común del período eduardiano, desfigurada con las palabras “voto para las mujeres”, una inscripción tan pequeña que casi no resulta reconocible a simple vista.

Una vez más, como ya demostró en su día el programa radiofónico de la BBC, son las palabras de Neil MacGregor –al frente del British Museum desde 2002– y no las imágenes las que cautivan al lector y le permiten liberar su imaginación hacia una interesantísima historia de la humanidad conducida a través de 100 de sus a veces insignificantes pero casi siempre imprescindibles objetos.

 

 

A History of the World in 100 Objects
Neil MacGregor
Editorial Allen Lane