La muestra, que ya ha superado los 250.000 visitantes, incluye 74 obras, de las cuales la mayoría no se han mostrado nunca antes en España, trazando un recorrido cronológico por la actividad del maestro, desde el inicio del pontificado de León X (1513) hasta su muerte en 1520, y de la de sus principales discípulos, Giulio RomanoGianfrancesco Penni, hasta finales de 1524.

Delimitar fronteras

El último Rafael busca delimitar mejor las fronteras entre las obras ejecutadas por Rafael y las realizadas con la participación de sus principales ayudantes, Giulio Romano (h. 1499 – 1546) y Gianfrancesco Penni (h. 1496 – 1528).La muestra empieza en 1513, cuando Rafael ya llevaba trabajando en Roma cinco años decorando las monumentales estancias vaticanas en paralelo a otros importantes artistas italianos, como Miguel Ángel (su principal rival que trabajaba entonces en la Capilla Sixtina) y Sebastiano del Piombo, primero bajo el pontificado del Papa Julio II y después del Papa León X.

La exposición cuenta con un conjunto histórico de 44 pinturas, 28 dibujos, una pieza arqueológica y un tapiz, procedentes de cerca de cuarenta instituciones distintas. El público puede disfrutar de un recorrido en el que se presenta de forma cronológica y en seis ámbitos temáticos el desarrollo pictórico y estético de Rafael al tiempo que se compara su evolución artística final con una selección de obras de sus dos seguidores Romano y Penni, tanto de las realizadas en vida del artista de Urbino como de las inmediatamente posteriores a su muerte. Esta inédita comparación permite identificar la participación de maestro y alumnos en las obras, así como dilucidar la contribución intelectual y estética de éstos a la obra de Rafael.

Obras más sobresalientes

Entre las obras más sobresalientes que han viajado por primera vez a España destacan el sereno retrato de uno de sus amigos, Baldassare Castiglione (1519), procedente del Musée du Louvre, o el gran cuadro de altar, Santa Cecilia (1515-1516), de la Pinacoteca Nazionale de Bolonia, en el que el espectador puede admirar la singular belleza de sus figuras y la composición armónica y perfecta de las mismas, destreza que el artista logró alcanzar durante su estancia en Roma.

Asimismo, destacan los cuadros del maestro que el propio Museo del Prado conserva de su etapa madura, entre los que se encuentra la gran tabla transferida a lienzo El Pasmo de Sicilia (1515-1516), que se exhibe en la muestra por primera vez tras su restauración.

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