La versión de Álvaro Tato recupera una de las obras más famosas del dramaturgo y poeta del Siglo de Oro. Comedia de capa y espada, presenta un enredo amoroso con intrigas caballerescas y duelos,  a la vez que reflexiona sobre el azar, los celos y las luchas de las mujeres para hacer valer sus derechos. En palabras de la directora, «una obra de hoy que habla de la necesidad de la imaginación para romper tanta intolerancia».

Interpretada por Marta Poveda, David Boceta, Rafa Castejón, Álvaro de Juan, Nuria Gallardo, Joaquín Notario, Paco Rojas, Cecilia Solaguren y Rosa Zaragoza, «La dama duende es una pieza clave de nuestra herencia literaria, teatral y cultural; una obra maestra que, como su protagonista, nos arrastra a su juego para invitarnos a ser quienes queramos y a inventar nuestro propio destino», explica Tato.

Para el autor de la versión, la ilusión es la “palabra clave de este montaje, como una manera de estar en el mundo, de inventarse, de crearse; queremos invocarla en los espectadores para que sean quienes quieran ser”. Un ingrediente que junto al humor sienta los cimientos del texto de Calderón. «En nuestra versión hemos querido respetar la música del verso calderoniano y a la vez facilitar la comprensión de locuciones y giros hoy en desuso, realizando numerosas intervenciones léxicas y sintácticas para que el espectador actual deguste el sonido áureo sin dejar de entender cada parlamento».

En esta obra maestra florece el arte cómico del Calderón más irónico, descarado y fresco; tocadas por la gracia, escritas a pinceladas cortas y precisas, sus escenas mantienen un delicado equilibrio: las peripecias amorosas, condicionadas por sutiles relaciones familiares; los duelos, persecuciones, escondites y equívocos; y, como en todas las grandes comedias, la sombra de una tragedia posible: la del honor, que se disuelve en el laberinto de sus rígidas contradicciones. «La fantasía nos libera. La imaginación abre pasadizos a nuevas realidades, funda nuevos vínculos, nos da nuevos nombres, nos vuelve humanos», recuerda Tato.