Pérez Siquier, que vivió a lo largo de toda su vida en Almería, mantuvo desde los inicios de su trabajo, en la década de 1950, su condición de artista que habita en una de las ‘esquinas’ de España, lo que no le impidió plantear violentas rupturas y, a la vez, erigirse como catalizador del colectivo fotográfico más influyente de su momento, el Grupo AFAL, reunido en torno a la revista homónima, en activo entre 1956 y 1963.

Sin trasladarse a ninguno de los grandes centros de producción del país, Pérez Siquier se convirtió en una figura fundamental de la fotografía española en contacto directo con colegas como Joan Colom, Xavier Miserachs o Ricard Terré. Todo ello desde una provincia en aquel momento lastrada por un histórico retraso secular, representativa durante décadas de la excepcionalidad española y de la compleja historia de abandono de la Europa meridional.

Por sus series fotográficas discurren la periferia social, las alteraciones visuales surgidas del desarrollismo franquista, el choque cultural producido por la llegada masiva del turismo y la penetración de una nueva cultura visual, colorista y sensual, condensada tras el eslogan Spain is Different, que vino a sustituir superficialmente el trauma posbélico en las costas del país, hasta su último repliegue hacia ámbitos más personales.

En ese sentido, en ese paso del elemento de crítica social hacia la celebración entre escéptica y curiosa de una sociedad de consumo hay un reflejo de un auténtico cambio de paradigma en la sociedad europea de posguerra: es, sin duda, ese interés el que conecta su obra con las propuestas del arte pop más crítico, con el cine de autor de los años sesenta o con la literatura de su generación.

En un primer momento, desde postulados próximos al neorrealismo y, más adelante, como pionero de la fotografía en color, Pérez Siquier actuó desde una privilegiada posición periférica, y con una mirada singular, plenamente consciente de su autoría a pesar de haber partido desde una concepción intuitiva de la fotografía, más parecida a la de un paseante que a la de un retratista.

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Sentido de la belleza

Carlos Pérez Siquier abrió pronto los ojos a la luz cegadora del mediterráneo. Su padre, aficionado a la fotografía, tenía un pequeño taller en la buhardilla de casa y allí descubrió el niño la imagen revelándose sobre el papel.

Con diecisiete años cae en sus manos un ejemplar de la revista francesa Cine-Photo Magazine, editada por el grupo “Les 30×40”, donde una fotografía humanista comprometida con la realidad, auténtica y poética, le marca profundamente.

En 1950 finaliza sus estudios de fotografía en la Escuela de Arte de Almería. En 1956 comienza su mítica serie “La Chanca” y de la mano de José María Artero funda AFAL; revista y grupo que revolucionará el panorama fotográfico español, lastrado por un tardopictorialismo y un “salonismo” decadentes.

AFAL aglutinó a los jóvenes fotógrafos españoles más interesantes en innovadores del momento y con justicia es considerado hoy el movimiento de renovación más importante de la historia de la fotografía española.

El documentalismo de AFAL tiene en “La Chanca” uno de sus máximos ejemplos de autenticidad, emparentado en ciertos aspectos con el neorrealismo italiano.

Sin abandonar nunca el purismo técnico y conceptual que le caracteriza, el paso al color supuso para Pérez Siquier un cambio profundo que lo desmarca del resto de compañeros de generación, hasta el punto de ser considerado por series como “La playa” uno de los grandes pioneros a nivel internacional. Incorpora influencias de algunos movimientos de la vanguardia pictórica como el pop o la abstracción informalista, aderezadas con una fina ironía sobre la sociedad moderna de consumo.

Pese a todo, siempre triunfa en sus imágenes un elevado sentido de la belleza, depurado e indestructible, que lo convierte en un clásico intemporal.