Y lo logra a lo largo de un relato ingenioso marcado por un diálogo muy trabajado entre un empresario resolutivo y un empleado con poca capacidad de respuesta. Una narración desnuda de cualquier artificio sobre la que el jurado señaló: “Su autor parece haber buscado la oralidad de los cuentos hispanoamericanos y utilizar la ironía para ir hilvanado una feroz crítica socio-laboral. El narrador ausente va atrapando al lector en la conversación entre los dos protagonistas hasta zarandear su conciencia, con el firme propósito de lograr su rebelión ante la injusticia manifiesta a la que ha asistido como testigo silencioso».

Argentino de nacimiento, Marín Ortiz era en su país profesor de Literatura en escuelas secundarias y de adultos, hasta que “hace dos años me mudé a Cataluña para participar de un proyecto de apicultura intensiva. Y aunque no me alcanzó el espacio en la bodega del avión para traerme la biblioteca sigo apegado a la literatura, uno de mis grandes amores”.

– ¿Qué supone para usted este reconocimiento?

Una gran alegría y un gran estímulo. Alegría, porque siempre se valora un premio, y más aún cuando se obtiene en un certamen en el que han participado autores de todas partes. Estímulo, porque saber que lo escrito por uno mismo puede llegar a interesar, a recibir el elogio de otro, anima a seguir intentando llegar al mayor número posible de lectores.

– ¿Escribe usted habitualmente? Defínase, por favor, como escritor.

Estoy trabajando en mi primer libro de relatos. En su mayoría fueron corregidos en el taller del escritor argentino Marcelo di Marco. A la hora de escribir busco lo imprevisto, aquello que se salga de lo común tanto en el contenido como en la forma.

– ¿Cuáles son sus autores favoritos?

Mi canon personal va cambiando según el momento y el lugar… Pero si debo buscar una constante prefiero los que trabajan con lo fantástico y el humor.

– ¿Por cuáles se siente influenciado?

Supongo que, como todos, en mis primeros relatos intentaba ser como -y superar a- Borges, Cervantes, Cortázar, Carpentier, Rulfo, Tolkien, Lewis, Poe, Hemingway, Homero, Esquilo. Todos juntos y a la vez. Con el tiempo espero haber aprendido a disimular mejor lo payasesco de mis imitaciones.

– ¿Cómo surgió Irse bien, el relato merecedor del accésit?

El mismísimo día en que fui a reclamarle la liquidación de mi último mes trabajado a un jefe que supe tener. Apenas volví a casa -y sin haber conseguido cobrarle- me vino a la mente el relato (gracias por inspirarme, don Cano).

– ¿Por qué el lector debería acercarse a este relato?

Ante todo, Irse bien busca entretener al lector. Un relato que aburre no es un buen relato. ¿El mensaje? Bueno, confío en que se les aparecerá más que claro después de leerlo.

– ¿Considera que la lectura y la escritura ocupan el lugar que le corresponde en la sociedad?

Si hablamos de escribir y de leer whatsapps, subtítulos de películas, posteos de Facebook y de Instagram, sí: se escribe y se lee. Pero es una lectura compulsiva, urgente. Por otro lado estamos perdiendo el paciente gusto por sentarnos con una novela o un libro de poemas. Pero, a la vez, el disfrute por la narración y el canto seguirán en nuestro interior hasta ese día en que, por fin, terminemos por perder todo resto de humanidad.

Los ganadores

No se pierda las entrevistas al resto de ganadores del III Premio Internacional de Cuentos Breves Maestro Francisco González Ruiz:

Ana Santos Santos: «Me interesa la escritura como deleite, búsqueda y conocimiento»

Accésit por su relato Perros verdes

Francisco López Serrano: «Mi relato surgió como un experimento sociolingüístico»

Finalista por su relato El malro aquel de Disco Gabana

José Payá Beltrán: «Escribo lo que me gusta leer»

Primer premio por su relato Piedras