Este título hace referencia directa a estos procesos de transición y crecimiento: un rectángulo o un cuadrado se forma a través de líneas rectas, un círculo se inscribe en un cuadrado, un cubo se crea partiendo de un cuadrado, etc. Esta lógica está relacionada con el quehacer propio de la artesanía que, partiendo de movimientos básicos y sistemáticos (como si fueran invisibles dibujos geométricos trazados en el espacio), da origen a una estructura compleja que va creciendo a través de la repetición.

Repetición y multiplicación

El visitante se encuentra con una serie de nueve cuadros de diferentes tamaños compuestos con motivos geométricos que expresan esta idea de repetición y multiplicación de elementos. La disposición de cada obra desafía la forma convencional de contemplar la pintura al estar ubicados en diferentes alturas y agrupaciones provocando que la mirada no sea estática. Estas asociaciones visuales dinámicas cuestionan la idea de límite o jerarquía entre las diferentes pinturas.

A través de la repetición de formas, el artista crea un sistema simbólico donde los elementos físicos del cuadro (soporte, color, forma) se encuentran en común correspondencia. La forma de la estructura del cuadro, tanto la tela como el bastidor, se refleja en el patrón representado sobre su superficie.

De la misma manera, las diminutas líneas horizontales y verticales que forma la trama de la tela de yute –un material normalmente utilizado en la artesanía y relacionado por lo tanto con lo decorativo– son replicadas a través del color en el cuadro.

Decorativo versus Abstracto

En esta serie de pinturas la tela no está tratada con imprimación, por lo tanto la pintura no resbala sobre una superficie sellada; se produce de esta forma un efecto de teñir más que de cubrir la tela, y más de construcción que de gesto, fusionando de esta manera el plano del soporte con el de la imagen.

Otra cuestión importante de la exposición es la tensión que se produce entre la idea de lo decorativo (artesanía) y de lo abstracto (arte). Una de las fuentes principales de Ballester Moreno ha sido la pintura de la primera y segunda década del siglo XX, sobre todo el cubismo, donde se trasladan por primera vez al arte las formas abstractas tan comunes en la decoración de las cerámicas, los textiles o los ornamentos arquitectónicos. Era tal la asociación de estas formas geométricas con lo decorativo que cuando aparecieron los primeros cuadros que no representaban la realidad se les llamaba decorativos y no abstractos. Es en ese espacio no intelectualizado donde el artista entiende el proceso artístico.