Rodrigo González Martín destaca que entre las obras de esta muestra se encuentran piezas de algunas de sus series más ricas y complejas. Así aparecen obras de La jungla en llamas, Jardines recortados, Sombra del chapulín, Luciérnagas aladas, Reflejo del Jardín, Artrópodos experimentales… Con las que Moro continúa la indagación en el collage, la mirada gráfica y la objetual, álbum de imágenes reencontradas, animales insólitos despegados y medio ambiente reivindicado.

Gacelas, jirafas, caballos, osos, mariposas… se funden para unir arte y crítica social que anticipa un proyecto en el que el arte sirve para una economía de intercambio y de sostenibilidad. «La pintura de Luis Moro siempre ha asumido el reto de contarnos historias, relatos filtrados entre dibujos ágiles y colores transparentes. Crea a lomos de las grandes narraciones míticas y su obra es una constante metamorfosis de razones y pasiones. Sacrificios y totems. Tauromaquia y paraísos. Figuras protagonistas acuáticas, color y textura, paisajes sugeridos sobre fondos blancos, re-involución imaginaria», explica González Martín.

En esta exposición se pone de manifiesto la cuidada e integrada variedad de técnicas que Moro maneja con meticulosa precisión y sutil artificiosidad, técnicas mixtas sobre papel, lienzo o tabla, infografías con pinturas, serigrafías con óleos, maderas y pieles zoomorfas, collages sobre dibujos efímeros, papeles recortados y bronces patinados en forma de toros, peces o caracoles.

Estos recursos permiten al artista la posibilidad de mostrar un jardín animado, reflejo de fantasías líquidas, luminosas y transparentes. Imágenes que anticipan una conciliación entre la vida vegetal y animal, entre la vida primigenia y la cultura elegante, refinada, pero respetuosa. Las pinturas de Moro proponen narraciones en las que se fusionan e integran grafos e iconos, enigmas y zoótropos, cronopios y uroboros, que proceden de culturas diferentes, superando fronteras y prejuicios, desvelando un significado que en buena medida es universal.