Comprometido con el realismo, Sánchez Zabaleta reflexiona a través de la pintura sobre los objetos que nos rodean y sobre el propio proceso creativo: la poesía visual. A partir de elementos de la naturaleza y del paisaje almeriense, los objetos cotidianos y los edificios abandonados, muestra lo perecedero, el paso del tiempo y la transformación de la materia. Cada uno de sus cuadros evoca el silencio y desde la introspección invita al espectador a convertirse en protagonista de la escena, partiendo de la contemplación y de la meditación, en una pintura de pausa y quietud.
La muestra, organizada por la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino en colaboración con Diputación de Almería y comisariada por Juan Manuel Martín Robles, adentra en una Almería menos conocida, porque el proceso creativo del pintor mantiene una constante, la búsqueda de los lugares que conmueven, aquellos que, desde la ruina y a través de una pintura depurada, se muestran en un espacio desolado y ausente.
El Cabo
Una de las imágenes más icónicas de las Salinas del Cabo de Gata es la de su iglesia (1907), situada entre las barriadas de La Almadraba de Monteleva y de Cabo de Gata. La canción Strawberry Fields Forever de John Lennon evoca los paisajes que representa el pintor en obras como Salinas. Iglesia varada (2022) o Salinas. Lonja a las cinco de la tarde (2022), donde no solo mantienen una función descriptiva sino que pretenden dotar a las cosas y a los acontecimientos relacionados con la visión de los lugares no solo de una potencia simbólica, sino de despertar y proyectar una determinada respuesta emocional. Aquí la arquitectura posee memoria.
Los paisajes que hasta el 30 de marzo habitan la sala 2 de exposiciones temporales del MUREC tienen como protagonista al Cabo de Gata, un refugio para el artista, desde donde parten sus ideas para la pintura y la inspiración de lo cotidiano. Un paisaje lleno de silencio donde cohabita la humilde vegetación, el paso del tiempo, el clamor de sus paisajes y el eco de las voces de sus gentes.
Mediante diferentes construcciones pictóricas, el pintor explora el concepto de habitar, que ha perdido sentido y significado, asociado a un mero aspecto físico, el de una simple ocupación del espacio. Sin embargo, desde su pintura, propone una visión antropológica y filosófica sobre cómo habitamos un territorio a partir de una construcción simbólica, física y estética, desde una preocupación por el arraigo y las formas de pertenencia.
Desde la perspectiva de viajero-pintor, la arquitectura, el fragmento y lo frágil cobran protagonismo en cada una de las piezas que conforman esta muestra. La memoria y sus escombros se convierten en la narración objetiva del paso del tiempo, en un diálogo entre pasado y futuro.
El silencio
Uno de los temas que se aborda en esta exposición es el silencio, plasmado en un territorio y sobre la arquitectura, de manera que lo expresa de diferentes maneras: desde el recogimiento a la serenidad, desde la ausencia a la síntesis del lenguaje formal. Así, Sánchez Zabaleta, desde sus arquitecturas pintadas, abre puertas hacia la percepción y analiza la presencia de lo ausente, observando el silencio que habita en ellas. En obras como El silencio lo será todo en nuestro olvido (2024), Naturaleza muerta (2024) o Rosas para Isabel (2021) es evidente que hay una proyección emocional, más allá del reflejo de lo visible, pues nos suscitan la nostalgia que evoca un lugar conocido al pasar el tiempo por él.