Nao d’amores, con más de dos décadas dedicadas a la creación, colabora de nuevo con la CNTC para llevar a las tablas un Calderón poco conocido, siendo además la primera vez que Zamora aborda a este autor y también su primera incursión en el teatro barroco, tras años dedicada al teatro medieval y renacentista.

El castillo de Lindabridis tiene todo un artificio perteneciente al teatro cortesano: el lenguaje poético elaborado, la música, la danza, los disfraces, los seres fantásticos…, pero está construida sobre el enredo propio de las novelas de capa y espada. Una historia llena de fantasía y una fiesta en la que el público es parte importante del mundo que se recrea en el escenario.

‘El Castillo de Lindabridis’. Foto: Sergio Parra.

Esta obra se editó por primera vez en 1691, aunque se cree que se representó como fiesta cortesana en el Salón Real de Palacio en 1661. Para escribirla, Calderón se había inspirado en el Espejo de príncipes y caballeros de Diego Ortúñez de Calahorra, en concreto en El Caballero del Febo, y aunque fue publicada en 1555, como toda buena novela de caballerías, remite a un tiempo anterior, al periodo medieval.

Calderón adapta en esta pieza la temática caballeresca a su propio contexto teatral y crea un juego palaciego de aires carnavalescos en el que el Barroco se descubre a sí mismo a través de un Medievo soñado por el Renacimiento. Hoy, en pleno siglo XXI, Nao d ́amores y la Compañía Nacional, guiadas por Calderón, añaden un nivel temporal más a este Castillo: el de nuestra contemporaneidad.

«Uno de los aspectos que más me interesó a la hora de elegir el texto era la idea de que el Barroco mira al pasado, que es lo que yo he hecho con esta obra, mirar al pasado desde mi contemporaneidad, y trabajar con Calderón me permite mirar al pasado desde el Barroco», comenta Ana Zamora.

El hecho de que la CNTC acoja en su programación, una vez más, a Nao d´amores es un acto de reconocimiento a su labor de recuperación del patrimonio teatral, algo único en el panorama escénico actual. La relación entre ambas compañías viene de lejos y ha fructificado en montajes como Farsas y Églogas de Lucas Fernández, Comedia Aquilana o Numancia, de Cervantes, la más reciente.

En esta temporada 23-24 también se podrá ver su El misterio del Cristo de los Gascones, producción estrenada en 2007 y recuperada ahora para programarla expresamente durante la próxima Semana Santa en la sala Tirso de Molina.

El montaje de El castillo de Lindabridis, de 80 minutos de duración, estará en cartel hasta el 10 de marzo y cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Segovia y de la Junta de Castilla y León.

Enredos

Para acceder al trono de Tartaria la princesa Lindabridis debe encontrar a un caballero que venza a su hermano en un torneo. En la búsqueda del esposo que mejor se adapte a sus necesidades viaja por el mundo en un castillo volador. La obra cuenta el paso del castillo por la isla del Fauno, donde unos caballeros andantes se inscriben en el torneo para obtener el trono. El favorito de todos es Claridiano, un príncipe de Sicilia, de quien termina perdidamente enamorada. Así comienza un enredo amoroso, ya que en realidad Claridiano es una princesa disfrazada de hombre que intenta seducir a Lindabridis para evitar perder a su amante, el caballero del Febo.

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