Ya en sus inicios, la disciplina, el aprendizaje, se convierten para él en un cautiverio del que empezará a liberarse al llegar a París. A partir de aquí desplegará un singular recorrido en el que el orden artístico y cultural es siempre cuestionado. Su pintura se convierte en un conflicto permanente que explota entre 1969 y 1973; sus personajes mantienen una pugna entre realidad y representación; y su obra se expande hacia la sociedad con su prolífica labor en el campo de la obra pública, los carteles entendidos como grafitis urbanos y su participación en la celebración teatral de la muerte del dictador, Mori el Merma.

El comisario de la muestra, Joan Maria Minguet Batllori, destaca que su intención ha sido «recuperar al Miró más radical», y lo hace mostrando el paso del orden al desorden y las contradicciones de un artista que profirió su famosa frase “Je veux assassiner la peinture” (“Quiero asesinar la pintura”), pero que no dejó de pintar nunca.

Joan Maria Minguet, comisario de 'Joan Miró, orden y desorden'.

Joan Maria Minguet, comisario de ‘Joan Miró, orden y desorden’. Foto: IVAM.

La primera sala reúne obras que formaron parte de su primera exposición, “un auténtico fracaso”, recuerda el comisario. En estas primeras piezas se sitúa dentro del orden establecido en la tradición: bodegones, retratos y, sobre todo, paisajes… A partir de ahí, la muestra aborda el choque entre el orden y el desorden y esos ingentes deseos de experimentación que vivió a lo largo de su trayectoria que le llevaron a crear “un alfabeto visual propio aparentemente sencillo, pero de gran profundidad”.

“En 1973, a los ochenta años, Miró sintió una necesidad de indisciplina absoluta y realizó la tela rasgada, lo que los expertos llaman ‘el Fontana de Miró’”, explica Minguet sobre esta tela que presenta unos cortes como en algunas de las más conocidas de Fontana. La muestra también incluye una de sus famosas telas quemadas en las que el artista catalán lleva la radicalidad al extremo.

La exposición también refleja el orden y el desorden en otros lugares de la creación mironiana como el cartelismo, su performance pictórica en el Colegio de Arquitectos de Barcelona, su trabajo en la obra Mori el Merma, su visión de las artes escénicas (el ballet, el teatro de títeres) como una prolongación de su obra o su labor en el campo de la cerámica.

Perturbar, activar, revelar o transformar

Joan Miró, orden y desorden. Foto: IVAM.“Joan Miró entendió que su arte era una provocación para el espectador”, destaca Minguet. Por eso esta exposición trata de mostrar la capacidad que el artista ejerce sobre el espectador para perturbar, activar, revelar o transformar su mirada.

Miró fue capaz de crear un mundo ordenado para luego subvertirlo. Fue una persona metódica, tal y como atestiguan la documentación, fotografías y dibujos preparatorios de sus obras. Pero al mismo tiempo, ese orden y ese método se alteraban con unos ingentes deseos de experimentación.

Fue también un artista que quiso asesinar la pintura en 1927, pero que no dejó de pintar durante 45 años. Maldijo la perversión del mercado del arte, pero sostuvo su economía a través de galeristas de gran proyección.