Con el título Cabaret El recuerdo, el altar evoca la vitalidad de los años veinte y treinta, cuando los cabarets mexicanos, influenciados por la tradición europea, se convirtieron en lugares de encuentro, alegría y desahogo colectivo. Al entrar, nuestra mirada se dirige hacia arriba para encontrarnos con un majestuoso candelabro de calacas y diablitos de cartonería (proceso de elaboración de figuras empleando papel y engrudo), que dan paso al umbral de la escalera que enmarca el altar, donde casi podemos escuchar las voces, risas y cantos de las catrinas vedetes que protagonizan la instalación, dispuestas ascendentemente por los siete niveles del altar que representan el ingreso al Mictlán.

No perdamos de vista que una de ellas, la que aparece sentada con una copa en la mano, según su creador representa a la gran diva mexicana María Félix, acto sutilmente evidenciado por la joya de lentejuelas que emula el cocodrilo de diamantes y esmeraldas de Cartier que «La Doña» lucía al cuello

La experiencia se completa recorriendo otros espacios de la casa, donde se sitúan objetos que refuerzan la teatralidad del ritual para celebrar la muerte. En total son 12 las catrinas vedetes que se erigen como divas espectrales, escoltadas por 62 esferas de vidrio soplado en colores, casi espejo —plata y naranja— que multiplican los reflejos de la memoria, así como el tzompantli con más de 60 calaveras de barro negro que llenan un muro morado que sirve de transición de una sala a otra.

La obra de Guillermo González se sitúa en la intersección entre estética y misticismo, donde vestir un espacio significa también contar una historia de vida, muerte y celebración. Como él mismo señala: «Este altar no solo honra a quienes ya partieron, sino que también nos recuerda que la vida, como el mejor de los cabarets, debe vivirse cantando, bailando y amando hasta el final».

Año tras año, el altar de muertos de Fundación Casa de México en España es su exposición más visitada, y en sus siete ediciones anteriores atrajo a cerca de medio millón de visitantes.


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Arquitectura, fotografía y diseño

Guillermo González es arquitecto y fotógrafo, con una trayectoria vinculada al diseño de espacios y la creación artística. Estudió Arquitectura en la Universidad Anáhuac y complementó su formación en fotografía en la Escuela Activa de Coyoacán. Su carrera se ha desarrollado en el ámbito del diseño de eventos y en la participación en exposiciones artísticas, donde combina su visión arquitectónica con su sensibilidad estética.

Ha expuesto en diversas ocasiones en la Galería Oscar Román, donde destacan Primera Profecía (2012–2013), Naturaleza en Extinción II (2014) y La Lotería II (2017), todas ellas muestras colectivas que reunieron a destacados artistas mexicanos contemporáneos. Además, ha publicado dos libros: Apuestas y certidumbres, en coautoría con Gabriela Saavedra y Adrián Burns, y Flores de asfalto.

Lo que más disfruta de su labor es el proceso creativo de vestir un espacio y presenciar su transformación, esencia que lo define como creador y diseñador. Orgullosamente mexicano, González se ha consolidado como un artista que une arquitectura, fotografía y diseño en un mismo lenguaje expresivo.