Belleza y tragedia se unen a partes iguales a lo largo de las casi 300 páginas que recorren el trabajo de un clan pionero del reporterismo gráfico. El libro se completa con los textos del fotógrafo y comisario Chema Conesa, los académicos Antonio Rodríguez de las Heras, Juan Miguel Sánchez Vigil y el propio Alfonso hijo (Alfonso Sánchez Portela), de quien recupera el discurso que preparó cuando ingresó en la Real Academia de Bellas Artes, y que nunca llegó a leer.

Cotidianidad

Alfonso padre fue pupilo de Manuel Compañy, colaborador de los principales diarios de la época y corresponsal en la guerra de África de principios del siglo XX y de las revueltas populares que condujeron a la proclamación de la República.

Alfonso hijo y sus hermanos Luis y José tomaron el relevo del padre, y cubrieron, sobre todo el primogénito, la guerra en el Rif –suyo es el famoso retrato del rebelde Abd-el-Krim–, el costumbrismo, la cotidianidad, la política y la Guerra Civil.

Alfonso hijo se enclaustró en su estudio de la Gran Vía madrileña y se convirtió en retratista de Franco, el Rey y otras personalidades de la dictadura y la sociedad, como los toreros Juan Belmonte y Fortuna, e intelectuales como Valle-Inclán y Azorín. Testigos de la apertura democrática, mantuvieron abierto su estudio principal en la misma localización hasta hace pocos años.