En 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y la ceremonia de entrega pronunció un breve y profundo discurso que comenzaba así: «No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a escribir, y en especial a la escritura como medio para narrar historias, relatos imaginarios que nunca han sucedido en eso que denominamos mundo real. Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe?, salvo en la propia imaginación. ¿Y por qué se empeñaría alguien en hacer una cosa así? La única respuesta que se me ha ocurrido alguna vez es la siguiente: porque no tiene más remedio, porque no puede hacer otra cosa».

Le rendimos un sencillo homenaje recordando los artículos y entrevistas que ha protagonizado en nuestro diario, todos escritos por Javier López Iglesias:

Sin Auster

«Los libros son el mejor lugar donde vivir».

Un país bañado en sangre

Paul Auster: una vida en palabras

«Trump es un psicópata»