A través de las miradas de Arthur Rackham, Gustave Doré, Maurice Sendak, Roberto Innocenti y Lisbeth Zwerger, entre otros, El gran libro de los cuentos ilustrados reúne cuentos archiconocidos como La bella durmiente, Caperucita roja, El gato con botas, Cenicienta, Pulgarcito, La bella y la bestia, Juan y las habichuelas mágicas, Blancanieves, La Sirenita o La Baba Yaga.

Cada uno de ellos va precedido por una breve historia sobre el nacimiento del cuento y sus diferentes versiones, y se acompaña por algunas de las mejores ilustraciones que se han hecho para ilustrarlo a lo largo de los tiempos. El libro incluye también diez postales con ilustraciones inéditas de Joélle Jolivet realizadas para esta edición. 

Siempre ilustrados

Cuando Charles Perrault plasmó por escrito sus Contes du temps passé surgidos de la tradición oral, los acompañó, tanto en el manuscrito ofrecido a la sobrina de Luis XIV como en la edición original publicada en 1697, de ilustraciones que han pasado a ser consustanciales a la recopilación. En el momento en que se inicia el proceso que acabará relegando al cuentista tradicional en favor del lector de cuentos impresos, la ilustración entra también en competencia con las imágenes mentales del público. De ser un refuerzo del texto al principio, con los siglos la ilustración pasará a rivalizar con el propio cuento, trascendiéndolo, interpretándolo, tergiversándolo, o incluso borrándolo, como ocurre en las ediciones sin texto.

Este libro no es solo una obra sobre los cuentos o sobre los ilustradores de cuentos de la historia, sino un análisis de la evolución de la “imaginería del cuento”. Al principio, la ilustración se limitaba a una viñeta al principio de cada cuento y esto se mantuvo durante todo el siglo XVIII. En el Romanticismo, la xilografía premió la yuxtaposición de texto e imágenes en la misma página, así que se multiplicó el número de imágenes. Unos años después, los Contes de Perrault que Gustave Doré ilustró en 1862 para la editorial Hetzel inauguraron una nueva era, con cuarenta “cuadros” que eran auténticas composiciones trabajadas con sumo detalle y cargadas de fuerza poética.

Magia y naturaleza

También tendrá un papel primordial la visión fantástica, vinculada en un principio al Romanticismo, que pondrá en primer plano dos innovadoras tendencias: la representación de la magia y la de la naturaleza. Las imágenes de brujas, de ogros y de hadas se irán desarrollando en la ilustración de los cuentos. Poco a poco se introduce también el humor y la visión infantil, hasta que, por fin, con Disney se alcanza una síntesis de ambas. La evolución ha llegado hasta nuestros días, cargándose en ocasiones de símbolos y de escenas iniciáticas en algunos casos. Los ilustradores son ahora los nuevos cuentistas.

Con este libro nos daremos cuenta de que los cuentos ilustrados no tienen nada de infantil. La celebración del 200 aniversario de los hermanos Grimm es un buen momento para recuperar las versiones más originales de estos cuentos clásicos muchos de los cuales fueron popularizados por estos famosos cuentistas alemanes en una colección que fue conocida popularmente como Cuentos de hadas de los hermanos Grimm. Su enorme difusión a partir de 1857 contribuyó a divulgar cuentos como Blancanieves, La Cenicienta, La Bella Durmiente, el Gato con botas o Pulgarcito, cuentos que los propios Grimm defendían en sus versiones originales de mayor dureza, esgrimiendo que sus cuentos no estaban dirigidos a los niños.