Millares guardó un extenso archivo de la correspondencia que mantuvo con galeristas, críticos, artistas y  familiares durante toda su vida. A través de las cartas que se intercambió con Westerdahl desde el inicio de su carrera se desgrana el ambiente artístico de la época, con referencias a artistas coetáneos como Dalí, Óscar Dominguez, Gaudí, Cela, Matisse, Giacometti, Malraux, Miró, Saura o Tàpies.

Dos etapas

El libro –prologado por José Luis de la Nuez Santana, doctor en Historia del Arte por la Universidad Complutense y profesor titular de la Facultad de Humanidades, Comunicación y Documentación de la Universidad Carlos III–  recoge el intercambio epistolar entre el pintor y el crítico a través de dos etapas claramente definidas. De 1950 a 1954 se registran 24 cartas en las que se desvela la opinión del crítico con respecto a la pintura de Millares, así como la visión del propio artista sobre su obra. Pero sobre todo, «aporta una información riquísima para poder profundizar en el ambiente artístico del momento», apunta De la Nuez.

Tras cuatro años de silencio, y después de que Millares se instalara en Madrid, se reanuda la correspondencia en un contexto diferente. Millares, miembro fundador del grupo El Paso, se convierte en esta etapa en uno de los representantes del informalismo español. Westerdahl supera las primeras reservas que tenía sobre su obra para pasar a admirarlo.

Radiografía de una época

De 1958 hasta 1969, las cartas entre ambos reflejan la importancia que el pintor está teniendo en la escena artística internacional del momento con sus participaciones con el grupo El Paso en la Bienal de Venecia y São Paulo y en exposiciones colectivas en Londres y Nueva York.

Referencias al informalismo, el pop art, la trayectoria del arte nacional e internacional, a artistas españoles y extranjeros de la época, convierten esta recopilación en una radiografía muy especial del panorama artístico de los años 60 y 70.

El pintor. Manolo Millares. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1926 y, desde los cincuenta, residente en Madrid, donde falleció en 1972. Fue uno de los pintores españoles más destacados de su tiempo, junto a Dalí y Tàpies. Como representante del Informalismo, fundó el grupo El Paso en 1957 y mantuvo estrecha relación con los creadores de la corriente surrealista. En 1945 expuso sus primeras acuarelas en Canarias y en 1950 participó en la I Bienal  Hispanoamericana de Arte, lo que significó el comienzo de su andadura internacional. En los siguientes años exhibió sus obras en espacios como el MoMA de Nueva York y la Tate Gallery de Londres. También escribió obras literarias como Memoria de una excavación urbana (Fragmento de un diario), de 1971, y sus propias memorias, recogidas en Memorias de infancia y juventud, publicadas en 1998.

El crítico. Eduardo Westerdahl. Nacido en Santa Cruz de Tenerife (1902-1983), siempre estuvo vinculado a la vanguardia artística de su época como escritor y pintor, pero, sobre todo, como crítico de arte que publicaba en revistas como Pajaritas de Papel, Gaceta de arte, Hespérides, Ìnsula y Cuadernos Hispanoamericanos. Fue comisario de espacios como el Círculo de Bellas Artes canario y fundó en 1953 el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl en el Puerto de la Cruz. Labró una sólida reputación y, aunque mantuvo un gran interés por artistas consagrados como Óscar Dominguez, su apoyo resultó decisivo para los artistas jóvenes que intentaban abrirse paso en aquellos años. Su interés por el surrealismo hizo posible la estancia en Canarias de artistas como André Breton.