Es inevitable comenzar hablando de Amy Winehouse, sin duda una de las grandes pérdidas para la música de este año que acaba. El primer álbum póstumo que nos llega, Lioness Hidden Treasures, es una compilación de distintas grabaciones en las que Amy derrocha aptitudes. Se mueve entre distintos estilos y registros con un baluarte tan imponente como su voz y su actitud.

En esa misma línea sonora también es destacable How do yo do?, el segundo trabajo de Mayer Hawthorne, un disco maduro y sólido, entre el soul y el doo-wop. También ha sido un lujo el debut de la italiana Nina Zilli, Sempre lontano, un brillante disco de soul con toques reggae. Gran resultado han conseguido igualmente JC Brooks & The Uptown Sound con su Want More, depurado y perfeccionado respecto a su anterior trabajo.

En cuanto a sonidos pop-rock, Wilco nos ha brindado otro de los trabajos más aclamados del año. The Whole Love, con influencias folk y tintes psicodélicos es un disco ambicioso. Tampoco hay que olvidar el comienzo en solitario de Noel Gallagher con su High Flying Birds, un álbum con buenos temas que supone un prometedor comienzo. También desde Inglaterra, The Go! Team con su Rolling Blackouts han vuelto a darle una vuelta de tuerca al pop con influencias de la vieja escuela del hip-hop. Y por supuesto, Bjork ha conseguido un meritorio buen resultado con su disco hecho con aplicaciones para tabletas, Biophilia. Tampoco desmerece el ejercicio acústico que ha publicado Chris Cornell, una de las grandes voces de los 90, Songbook recupera sus mejores canciones en directo a solas con una guitarra.

En la escena electrónica, el esperadísimo segundo disco de los franceses Justice, Audio, Video, Disco, es bueno pero no brillante. Komba, de los portugueses Buraka Som Sistema es un gran ejemplo de cómo evolucionar manteniéndose fiel a los principios musicales. También es digno de mención The less you know, the better, de DJ Shadow, un disco que se mueve entre el IDM, el hyphy, el rap y otras etiquetas; con buenas intenciones pero con fisuras.

En el hip-hop, hay que empezar por la unión entre Jay-Z y Kanye West. Watch the Throne tiene una producción cuidadísima y el resultado es muy positivo. Los noruegos Looptrop Rockers siguen fieles al rap de calidad y mensaje con Professional Dreamers. Los americanos Spank Rock han vuelto a la carga después de cinco años, con un rap desenfadado e irónico, Everything is boring and everyone is a fucking liar suena muy bien.

Respecto a sonidos jamaicanos, Lee Scratch Perry ha vuelto al dub más tradicional con Rise Again. Por otro lado, Superheavy, la banda de Mick Jagger, Damian Marley y Joss Stone es colorista y suena con sentido.

En el apartado viejas glorias, destacan los trabajos de Tom Waits, Bad as me –si el whisky pudiese cantar utilizaría la voz de Waits–, y So beautiful or so what de Paul Simon, con algunas grandes canciones y cercano a Graceland.

Finalmente, en España destaca lo nuevo de The Right Ons, Get out; un rock rabioso y veloz, así como Pasión de Talibanes, el debut de Los Chikos del Maíz; rap marxista con muy buenas letras.

Ahora sí, la lista. Los quince mejores discos:

1- Danger Mouse & Daniele Luppi- Rome (Starring Jack White & Norah Jones). Grabado en los estudios de Ennio Morricone, Rome es un genial homenaje a las bandas sonoras del compositor italiano. Con la inestimable participación de White y Jones, bascula entre orquestados paisajes sonoros y canciones con dejes rock y jazz. Un disco que se visualiza mientras se escucha.

2- The Black Keys – El Camino. Estos dos no dan tregua, si el año pasado arrasaron con Brothers, en 2011 vuelven a la carga con un explosivo trabajo. Fieles a su sonido, nos dejan un puñado de buenas canciones como Lonely Boy (el mejor vÍdeo del año), Sister, Gold on the Ceiling o Run right back, demostrando que una guitarra y una batería son suficientes para sacudir tus oídos. Rock n’ soul sin aditivos, carne cruda.

3- PJ Harvey – Let England shake. Estamos ante un disco con todas las papeletas para convertirse en un clásico. Let England shake es un trabajo conceptual: antibelicista y abiertamente crítico con Inglaterra y su gestión geopolítica a lo largo de la historia. La música tiene un deje nostálgico y la voz de PJ nos regala melodías serenas. De nuevo, el pop británico nos da una lección.

4- Raphael Saadiq – Stone Rollin’. El nuevo trabajo del de Oakland es algo más visceral que sus anteriores, más sudoroso y rudo, y eso se agradece mucho. Hay blues y soul a partes iguales, suena sensual en ocasiones, frenético y bailable en otras; perfecta conjunción con el sonido ya característico del señor Saadiq.

5- Beastie Boys – Hot Sauce Committee Part Two. El trío más canalla y gamberro del hip-hop recupera su mejor versión con un disco marca de la casa; sonido old school de una rap-jam, bases sencillas, voces con filtros, algo de punk y muchos kilos de actitud neoyorquina. Destacan Make some noise, Ok, Don’t play no game that I can’t win y Here’s a little something for ya. Y, como siempre, nos regalan una joya instrumental como Multilateral nuclear disarmament.

6- Radiohead – The King of Limbs. Cuando los artistas se arriesgan, su trabajo gana valor añadido; lo fácil sería seguir con la fórmula que vende. Los miembros de Radiohead han arriesgado, han roto fronteras sonoras y han olvidado clichés consiguiendo un resultado muy favorable. The King of Limbs es una isla en medio de un océano de músicas, un viaje lento de poco más de media hora.

7- Burial – Street Halo. Un EP con tres temas de Burial es suficiente para estar a la altura de muchos otros discos. El genio británico ha sabido, mejor que nadie, ponerle banda sonora a la cara desalmada de Londres; ese lugar frío y oscuro en el que nueve millones de personas van a la suya. Tres cortes intimistas de puro dubstep, con voces que gritan apagadas y melodías tristes al ritmo de un corazón que late constante y apesadumbrado.

8- Keny Arkana – L’Esquisse 2. Rap marsellés, 100% actitud. Un disco necesario y acorde con los tiempos que corren, tan global como de barrio y con un sonido compacto, serio y colorista. Comprometida con la desobediencia civil, el cambio de modelo político-económico-social a través de su colectivo ‘La rabia del pueblo’, Keny alza su voz con un discurso positivo en pro de la revolución.

9- Cavalera Conspiracy – Blunt Force Trauma. Los hermanos Cavalera le debían un disco como este a la música desde mediados de los 90. Blunt Force Trauma está cerca de discos como Schizophrenia o Arise de Sepultura, pero con un sonido actual y con más de veinte años de experiencia y saber hacer. Killing Inside, Lynch Mob, I speak Hate y Genghis Khan son algunos de los certeros disparos de los brasileños.

10- James Blake – James Blake. Llámalo post-dubstep, pop cubista o soul del siglo XXI, o un poco de cada. El debut de James Blake ha cautivado a distintos públicos precisamente por aunar varios estilos y ser capaz de que suene único. Cuando parece que todo en la música está ya inventado, siempre hay alguien que echa por tierra los postulados de los fundamentalistas. Bravo por el joven Blake.

11- Roots Manuva – 4everevolution. La voz de Rodney Smith es un regalo para los oyentes; jamaicana, firme, con presencia e hipnotizadora. Sigue fiel a su abanico de registros líricos en los que pasa de la ironía al compromiso, la juerga, o se convierte en un storyteller. Líneas de bajo reggae, un poco de glitch y todos los elementos propios del rap británico del que él es el máximo exponente.

12- Black Joe Lewis & The Honeybears – Scandalous. Rock, garage, blues y funk de carretera. Del que suena cuando enfilas la Ruta 66 para ir desde Williams hasta Kingman, Arizona, y recorres millas y millas. Scandalous es una oda a las mujeres, el bourbon y los coches de los 70. Un disco para compartir, bailar y disfrutar en ambiente festivo. Un poco de color a la vida siempre se agradece.

13- The Roots- Undun. Los de Philadelphia presentan un disco a modo de novela, con un sonido algo oscuro pero fiel a sus principios musicales. Con un montón de colaboradores –entre ellos Sufjan Stevens–, Undun cuenta, a través de cada canción, la historia de un delincuente y de todo lo que le acontece. The Roots han conseguido elevarse a la categoría de maestros y que su música traspase la barrera de las etiquetas.

14- Nneka – Soul is heavy. El álbum de la madurez, de la definición de estilo, de la ambición hecha realidad. La nigeriana ha conseguido un resultado más que interesante con un tercer disco que la aleja de comparaciones (la Lauryn Hill africana, dicen) para pasar a ser ella misma. Reggae, soul, otras músicas negras con personalidad y una voz dulce que canta un mensaje universal, de África al resto del mundo.

15- Charles Bradley – No time for dreaming. Si alguien espera a tener 63 años para publicar su primer trabajo, sólo puede ser debido a que su debut va a ser digno de un grande. Y así  lo acredita No time for dreaming, un disco traído de los 60 a través de una máquina del tiempo. Comparado con Otis Redding por su similar forma de cantar –screaming soul–, Bradley ha gestado una auténtica obra maestra de ingeniería soul.

Canciones:

1- Bon Iver – Minnesota, WI. La mejor canción del año. Un verdadero camino sonoro en el que encontramos reminiscencias dub, folk de etiqueta, voces con personalidad y cálidos vientos donde resguardarse. Una canción que avanza lentamente hasta despegar, navega a la deriva durante un rato, despierta con fuerza y recupera el rumbo, libre de todo miedo. Brillante.

2- Adele – Rolling in the deep. A pesar de que nos han bombardeado por todos los sitios con esta canción hasta casi aborrecerla, hay que reconocer que es un verdadero bombazo. Una voz con una potencia abrumadora, un acompañamiento musical veloz y una historia de desamor como manda el buen soul. Las grandes canciones suelen ser sencillas.

3- DRC Music –Hallo. Con un sonido así no podía ser de otra manera; Damon Albarn está de por medio. En este interesante proyecto entre músicos congoleños y productores occidentales Hallo sobresale especialmente. Es canción africana, un poco de Blur y Gorillaz, electrónica de downtempo, un saludo melancólico.

4- Lou Reed & Metallica – Iced Honey. Las cosas claras: Lulú está lejos de lo esperado y es un disco más bien mediocre, pero Iced Honey es un punto perfecto de conjunción entre estos dos colosos. Metallica hace lo suyo, rockea duro pero con melodía, mientras Lou Reed canta sus historias a su modo y todo fluye a la perfección. Rock n’ roll, sin más.

5- Tyler the Creator – Yonkers. Otis, de Jay-Z y Kanye West podría ocupar este lugar perfectamente, pero Yonkers tiene la frescura de lo inesperado y lo desconocido. Un tema cuya letra escupe traumas y despierta instintos primitivos de un joven algo perdido, con una base musical que hace las veces de terapeuta. Acompañado de un vÍdeo estremecedor, estamos ante un himno generacional.