Odessey and Oracle, el segundo álbum de este singular y espléndido grupo formado en 1961 en la ciudad de St. Albarn está a la altura de clásicos contemporáneos tan incuestionables como Pet Sounds, de los Beach Boys, Forever Changes, de Love, The Piper at the Gates of Dawn, de Pink Floyd, The Village Green Preservation Society, de los Kinks o Their Satanic Majesties Request, de los Rolling Stones. Y, sí, no tan lejos del Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band, de los propios Beatles. Sin embargo, cuando el disco empezó a ser reconocido y a lograr un éxito notable, sobre todo en Estados Unidos (mucho más que en su propio país, donde fue persistentemente ignorado), el grupo ya no existía. Ni siquiera un inesperado y feliz cambio de circunstancias logró que los miembros del grupo cambiaran de opinión.

Y es que la carrera discográfica de los Zombies es ciertamente rocambolesca y accidentada, acumulando una sucesión de subidas y bajadas, desencuentros, decisiones desafortunadas, golpes de suerte, largos periodos de ausencia y reuniones esporádicas y no tan esporádicas, como la que los mantiene juntos de nuevo desde 2017, cuando decidieron regresar para celebrar el cincuentenario de la grabación y edición de Odessey and Oracle, disco que para entonces sí era ya un clásico reivindicado, más que por el gran público, por la generalidad de la crítica y por numerosos grupos y artistas. Desde entonces, los Zombies permanecen particularmente activos, y acaban de sacar Different Game, su primer nuevo álbum de estudio desde 2015.

Pero el sonido inconfundible, brillante, genuino y enormemente característico de los Zombies se cocinó a fuego lento durante la década de los sesenta.

El grupo se formó en St. Albans, a unos treinta kilómetros de Londres, en torno a la figura de Rod Argent, teclista y vocalista de formación clásica, hijo de pianista y adolescente fascinado por la irrupción de Elvis y el rock and roll, pero también gran aficionado al jazz y al blues. Con apenas quince años, en 1961, se unió al guitarrista Paul Atkinson y al batería Hugh Grundy.

Argent era primo de Jim Rodford, bajista y líder de los Bluetones, por entonces un grupo de cierta relevancia al menos a nivel local. Aunque rechazó integrarse en la banda de su primo, Rodford fue clave en el comienzo de los Zombies, pues les dejó el local y el equipo de su propio grupo para ensayar y les prestó sus primeros y muy valiosos consejos.

Ya como quinteto (se habían unido el bajista Paul Arnold y el vocalista Colin Blunstone) y, después de intentarlo bajo el nombre de los Mustangs, los Zombies empezaron a ensayar con regularidad y a ofrecer sus primeras actuaciones en directo.

En sus primeros tiempos, los Zombies eran un mero entretenimiento para los miembros del grupo, más centrados en sus estudios y en sus futuras carreras profesionales que en su desarrollo como músicos. Así, Arnold abandona enseguida ante la exigencia de sus estudios de Física y es sustituido por Chris White, bajista pero, sobre todo, sólido e inspirado compositor.

En 1964, cuando apenas rondan los dieciocho años y están terminando sus estudios preuniversitarios, deciden que a finales de aquel año dejarían a un lado las veleidades y los sueños de convertirse en una banda de rock para dedicarse a ocupaciones más convencionales y estables. Sin embargo, a finales de ese mismo año se presentan a un concurso impulsado por un periódico para descubrir nuevas bandas. Los Beatles llevan ya cerca de un año sacando discos y actuando en directo y todo el Reino Unido es un hervidero de nuevos grupos pop. Gracias a una preciosa, delicada y muy personal versión del clásico Summertime de George Gershwin, los Zombies ganan el concurso y el sello Decca (famoso por haber fichado a los Rolling Stones aunque también por haber rechazado en su momento a los Beatles) les echa el lazo y decide apostar firmemente por ellos.

A finales de 1964 los Zombies son muy jóvenes, tienen buena imagen, un cantante de voz particularmente seductora y versátil y un sonido homologable al de los mejores grupos del momento, pero dotado de una cierta sofisticación y una personalidad que los hace a la vez diferentes a todos los demás. Además, disponen ya de un repertorio inmaculado en el que combinan el beat y el rhythm and blues dominantes en la mayoría de las bandas de la época con influencias provenientes del jazz.

Los planes de su compañía discográfica pasaban por lanzar al grupo apoyándose en su excelsa y celebrada versión de Summertime, pero inesperadamente aparece en escena una canción nueva que puso al quinteto en la rampa de lanzamiento de la que tendría que haber sido una carrera sólida y verdaderamente brillante. Pero no.

She´s Not There es una canción perfecta. Una melodía impecable cantada por la sugerente y delicada voz de Colin Blunstone y apoyada por seductoras y luminosas armonías vocales, arreglos imaginativos protagonizados, sobre todo, por el teclado de Rod Argent (incluyendo un espléndido solo) y una sensación de naturalidad, elegancia y sofisticación definen a uno de los grandes clásicos del pop británico del momento.

La canción fue un éxito notable, aunque se tomó su tiempo. En el Reino Unido el single de editó en julio de 1964. Las radios y, sobre todo, las televisiones dieron una magnífica acogida al nuevo grupo, algo a lo que no fueron ajenos los comentarios laudatorios de otros músicos ya consolidados de la escena británica, como George Harrison, que se deshizo en elogios hacia She´s Not There. Para comienzos del nuevo curso, los Zombies eran ya una sólida promesa. Su single había alcanzado el número 12 en las listas inglesas y empezaba a llamar la atención también en el influyente mercado estadounidense, que, como regalo de Navidad, les catapultó hasta el número dos de las listas.

En adelante, sin embargo, el público británico les dio la espalda. Lanzada como segundo single, Leave Me Be era otra canción fantástica, pero en el Reino Unido fue sorprendentemente ignorada. El siguiente sencillo fue lanzado antes en Estados Unidos que en su propio país. Tell Her No fue número 6 en América, mientras que en Inglaterra a duras penas llegó al puesto 42.

El primer disco del grupo (titulado Begin Here en Inglaterra y The Zombies en Estados Unidos) no logró revertir la situación y aunque al otro lado del Atlántico gozó de cierta popularidad, empezaba a dar la sensación de que su momento había pasado. Se trata de un disco realmente notable, dotado de un sonido fresco y reconocible y cargado de buenas canciones, pero, definitivamente, la fortuna no estaba del lado del quinteto.

Durante los siguientes dos años grabaron más canciones en busca de un éxito que les seguía siendo esquivo, pero muchas de ellas ni siquiera se llegaron a editar. Su compañía discográfica parecía haber tirado la toalla y el desánimo cundía en el seno del grupo.

Pero seguían escribiendo canciones formidables de las que se sentían completamente seguros, de manera que deciden hacer un último intento. Con un cargamento de buenas canciones y una visión meridiana de lo que querían hacer, dejan Decca y fichan por CBS, que les proporciona la posibilidad de grabar en los estudios Abbey Road, siendo la primera banda no perteneciente al catálogo de EMI en grabar allí. Convencen a su nueva discográfica para ser ellos mismos los productores del disco y logran un presupuesto de mil libras… una cantidad ciertamente modesta si se compara, por ejemplo, con las más de 25.000 que se acababan de gastar los Beatles en el Sgt. Peppers.

Precisamente el mismo día que se publica el icónico e influyente disco de los Beatles, el 1 de junio de 1967, los Zombies entran en Abbey Road contando con Geoff Emerick, el imaginativo y audaz ingeniero de sonido que se las había arreglado para traducir a la cinta de grabación las ideas de los Beatles –y las de su productor, George Martin– en varios de sus álbumes.

Los Zombies decían encontrarse en aquel mágico e imponente estudio “como niños en una enorme tienda de caramelos”. Una de las chucherías más valiosas con las que se encontraron fue el mellotrón que se había dejado por allí John Lennon y que acabó constituyendo un elemento ciertamente característico en el sonido de Odessey and Oracle.

El resultado de dos meses de trabajo fue un álbum verdaderamente fascinante, un exuberante mosaico de música maravillosa impecablemente interpretada y arreglada con generosas dosis de imaginación y gusto exquisito, donde se daban la mano el pop, la psicodelia, el folk-rock y el jazz y en el que el inmenso talento de sus dos compositores, Chris White y Rod Argent, quedaba, definitivamente, fuera de toda duda.

El primer sencillo del álbum, Care of Cell 44, fue lanzado en noviembre de 1967, pero, una vez más, pasó absolutamente desapercibido. En diciembre los Zombies dieron un concierto en la Universidad de Keele (Newcastle). Fue su última aparición en público. Para cuando el álbum finalmente se editó, en abril de 1968, el grupo hacía varios meses que se había separado y tres de sus miembros se buscaban ya la vida como agente de seguros, vendedor de coches e ingeniero informático, respectivamente. Solo White y Argent decidieron perseverar.

Otro giro inesperado daría una segunda oportunidad al álbum. El productor de CBS en Estados Unidos Al Kooper se encaprichó con la canción que cerraba brillantemente el disco, Time of the Season y, ya en 1969, convenció a la discográfica para que la editara de nuevo como single, cosa que se había hecho ya sin éxito un año antes. Esta vez, sin embargo, la canción empezó a sonar de forma insistente en las emisoras de radio más poderosas y acabó en el número tres de las listas de éxitos. Demasiado tarde.

Después de muchos años fuera de la escena, a partir de los años noventa los Zombies se han reunido de forma esporádica y en 2023 siguen en activo. Desde la pasada primavera están embarcados en una larga gira de presentación de su nuevo álbum. El discreto Different Game está a años luz del disco que los hizo pasar a la historia del rock and roll, pero, aunque solamente permanecen en el grupo dos de sus miembros originales (el vocalista Colin Blunstone y el teclista Rod Argent) resulta un modesto acto de justicia poética que aquellas formidables canciones sigan pudiéndose escuchar en directo a manos de sus responsables.

The Zombies. She´s Not There.

The Zombies. Summertime.

The Zombies. I Can´t Make Up My Mind.

Sonny and Cher. Leave Me Be.

The Zombies. The Look of Love.

Santana. She´s Not There.

Susanna Hoffs and Matthew Sweet. Care of Cell 44.

The Zombies. A Rose for Emily.

The Sneetches. She Does Everythig for Me.

The Zombies. She Loves the Way They Love Her.

Of Montreal. Friends of Mine.

The Zombies. Maybe After He´s Gone.

The Posies. Brief Candles.

Zumpano. Changes.

The Zombies. I Will Call You Mine.

Foo Fighters. This Will Be Our Year.

The Fatsbacks. Hung Up on a Dream.

The Zombies. I Want Her She Wants Me.

The Zombies. Time of the Season.

The Zombies. This Will Be Our Year.