Versátil donde los haya, Gutiérrez Aragón, que ha dirigido también teatro y ópera, confiesa que llegó al cine de manera accidental pues su idea cuando llegó a Madrid era hacer periodismo, pero al estar el cupo de plazas cubierto, se matriculó en la Escuela de Cinematografía: "descubrí después que hacer películas es un tóxico muy adictivo y podía ganar dinero más rápido que en periodismo. Aunque yo lo que quería era escribir". Lo ha hecho y bien pues, además de los numerosos guiones, ha publicado una novela, La vida antes de marzo, con la que ganó el Premio Herralde 2009.

Larga trayectoria

En 1993 es elegido presidente de la Sociedad General de Autores y Editores, cargo que ocupó hasta 2001, en que pasó a encabezar la Fundación Autor y, más tarde, el Instituto Buñuel. También preside, desde el año 2000, la Federación Europea de Realizadores Audiovisuales y, desde febrero de 2004, es miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Desde 2007, cuando anunció su retirada y dirigió su última película, Todos estamos invitados, se dedica a escribir. Acaba de publicar su segunda novela, Gloria Vida Mía, aunque no descarta volver a su antigua profesión pues, "echo de menos el cine, no los madrugones ni las penurias, pero sí a los equipos, los que te acompañan en los buenos y los malos momentos y a los que siempre llevaré en el corazón", comentó el cineasta en el acto de entrega de la Medalla de Oro de la Academia.

Nada sin los técnicos

Gutiérrez Aragón ha dedicado su galardón a los técnicos del mundo del cine: "El cine es una labor de equipo, y siempre he tenido la suerte de trabajar con gente generosa. Siempre salimos los actores y los directores en la prensa, pero no seríamos nadie sin los técnicos", añadió. "Por eso me molesta la imagen que se ha proyectado de la gente del cine durante años, asegurando que somos pedigüeños y que solo vivimos de las subvenciones. El día que no se metan con la gente del cine es que estaremos muertos. Afortunadamente esa tendencia está desapareciendo gracias a que aquí se hacen excelentes películas, no hay más que echarle un vistazo a la cartelera. Pese a lo que algunos quieren hacernos creer, la mala salud del cine español es una salud de hierro".

"Por su gran contenido crítico y artístico, el cine puede ser un factor de cambio de costumbres de la sociedad, por eso los poderes políticos siempre han intentado controlarlo. En España, por ejemplo, el cine de la transición fue fundamental para el cambio social. Añoro ese cine comprometido", apostilló el director premiado.

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