Handke y Tokarczuk. La Academia Sueca ha vuelto a demostrar que se guarda siempre un as en la manga al echar por tierra los vaticinios de quienes hablaban de Margaret Atwood, Anne Carson o el eterno aspirante Murakami como más que probables galardonados.

Y, una vez más, el anuncio del nuevo secretario permanente de la Academia, Mats Malm, ha dejado perplejo a no pocos. Esa perplejidad viene de la mano del diferente peso literario, -grande en ambos casos, pero claramente desequilibrado si se analiza la producción de cada cual- de los reconocidos con el premio.

Handke es autor de una dilatada obra con vertiente en el teatro, la narrativa, la poesía e, incluso, el cine, en donde ha colaborado como guionista con Wim Wenders.

El jurado ha valorado a la hora de la concesión del Nobel «el haber desarrollado un trabajo influyente con ingenio lingüístico y haber explorado la periferia de la experiencia humana».

Handke ha levantado una obra de culto, hermética a veces, diáfana casi siempre, en la que los diálogos se convierten en parte esencial de historias que protagonizan personajes incapaces de tomar decisiones en un mundo en el que todo, o casi todo, se cuestiona.

Kafka y Goethe son sus mayores. «Soy heredero de esa gran literatura cuyo altísimo nivel lucho cada día por alcanzar». Escritor beligerante, no quedaron claras las razones por las que en el año 2006 no aceptó el Premio Heine que le había sido otorgado.

Desde los Sudetes

Por su parte, Olga Tokarczuk, mucho menos leída, es responsable de una obra  significativamente más corta en la que se cuentan ocho novelas, tres libros de relatos y un poemario. En España ha visto la luz Los errantes (Anagrama), que ganó en 2018 el Man Booker International. Por su novela Vuelos, prevista también entre los próximos lanzamientos de Anagrama, fue catalogada como  “una escritora de maravillosa agudeza, imaginación y estilo literario”.

Licenciada en Psicología y especialista en Karl Jung ha trabajado como psicoteraputa en centros de personas con trastornos mentales, un ámbito «que ha alimentado mi forma de entender mis historias literarias». Su obra mezcla lo real con lo metafísico, lo racional y lo irracional. El reflejo de la naturaleza también es importante. Residente en los Sudetes, la cordillera entre Alemania y Polonia, buena parte de ese paisaje se ha visto reflejado en sus obras y en su activismo político, ya que es miembro del partido de los Verdes desde 2004.

Esta es la primera vez, desde 1974, en la que el Premio Nobel de Literatura se otorga en el mismo año a dos escritores (el precedente es el compartido en aquella fecha por Harry Martinson y Eyvind Johnson). Si bien esta excepcional circunstancia se debe, como ya se ha apuntado, a las anómalas y lamentables circunstancias vividas en 2018.