Las piezas de Zirotti muestran el instante. Ese instante sutil en el que el ser humano vuelve la mirada sobre su vida –y como el Sísifo de Camus– «regresando hacia su roca, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierten en su destino, creado por él, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado con su muerte». Así que hablar del instante es hablar de lo infinito, ya que el instante es el presente continuo y el «Tiempo del Mundo» se repliega en un simple instante. Desde que nacemos y aprendemos a respirar somos seres narrativos, somos la temporalidad de la carne. Temporalidad que debemos asumir y aceptar, aunque no siempre sea fácil. 

Desafío a la apatía

Las mitologías personales de este artista modenés afincado en Valencia se encuentran en gran medida alejadas del actual panorama crítico e institucional. Sus pinturas no desafían tanto a la interpretación cuanto a la apatía, esto es, a esa incapacidad contemporánea para gozar de los detalles, de esos regalos sutiles que nos obligan a dejar de lado lo acostumbrado. Frente a la narcosis de lo banal se traza, afortunadamente, una línea de resistencia, «without time», a pesar de todo.

Su actitud plástica, ajena a las modas o a los discursos ortodoxos, es tan obsesiva cuanto coherente; conocedor de lo que pasa, no quiere meramente contemporizar sino dar rienda suelta a un imaginario de plegamientos y retornos, donde la variación es el juego de la pequeña diferencia, de lo sutil que no deja de tener una presencia imponente. 

Sismograma

Zirotti ha desplazado su estética desde planteamientos cercanos a la transvanguardia a una tonalidad completamente personal en la que lo abstracto es, literalmente, escritura o, mejor, una grafía en la que encuentra, como ha indicado en distintas ocasiones, una libertad total. Su obra puede ser entendida como un sismograma de las sensaciones, fruto de la comprensión del acontecimiento como mezcla de lo consciente y lo inconsciente.

Sus obras, sus rocas nos recuerdan a un origen vital, traspasan lo epidérmico, nos interpelan directamente. No son, ni mucho menos narrativas, al contrario, son una suerte de secuencia de instantes o de presencias en las que el simbolismo movilizador es, nada más y nada menos, que el tiempo, eso que erosiona o incluso esculpe. Los recuerdos pictóricos de Zirotti son intensamente abstractos sin perder por ello un ápice de su rotunda concreción. El impulso dominante no es melancólico sino vitalista, desbordante, como si conociera el secreto para escapar de la angustia de ese sin tiempo.

Valencia. Claudio Zirotti. Without Time. IVAM. Instituto Valenciano de Arte Moderno.

Del 15 de diciembre de 2011 al 19 de febrero de 2012.