Dramatismo, exotismo, movimiento y color definen el programa de un artista que se presentaba a sí mismo como un revolucionario, enfrentado a las rígidas convenciones del arte neoclásico. Delacroix fue el primer pintor moderno, visceral y apasionado, que trasladó a la tela la renovación espiritual del romanticismo. Esta exposición se convierte en la más completa jamás organizada desde la realizada en París, coincidiendo con el centenario de la muerte del artista en 1963.

Todo Goya

De esta forma, se plantea una relación distinta del pintor francés con España. Durante el viaje que realizó a Marruecos en 1832, Delacroix hizo diversas escalas en España: Algeciras, Cádiz y Sevilla. «Todo Goya palpitaba a mi alrededor», escribió a su amigo Pierret, manifestando su precoz interés por el arte de la península ibérica. De hecho, Delacroix fue uno de los primeros en Francia en conocer los Caprichos de Goya.

Delacroix (1798-1863), como se titula la muestra, reúne más de 130 obras que enseñan las múltiples facetas del genio. Se pueden ver además algunos de sus óleos más conocidos. Además de las obras procedentes del Museo del Louvre, la exposición cuenta con numerosos préstamos de instituciones de todo el mundo –Galería de los Uffizi (Florencia), The National Gallery (Londres), The Metropolitan Museum of Art (Nueva York), Musée d’Orsay (París), The Art Institute of Chicago, The British Museum (Londres) o el Musée des Beaux-Arts (Burdeos)–, así como de colecciones privadas.

Delacroix_CaixaForum

Placer visual y seriedad intelectual han guiado la selección de las obras expuestas, que pretende dar a conocer una nueva interpretación del ‘romanticismo’ de este pintor. Después de la nueva edición del Diario de Delacroix en 2009, esta retrospectiva propone una nueva visión de la producción del artista, basada en los últimos descubrimientos y publicaciones científicas.

Se explora cómo planteó Delacroix la cuestión del tema y de su necesidad, y cómo surgió la idea de una composición basada en su ejecución. Muestra, además, que el pintor francés conocía profundamente la tradición pictórica de los encargos oficiales y de los temas heroicos de la historia y de la religión, y cómo la reinventó antes de confrontarla con la revolución del realismo a partir de mediados del siglo XIX.

El genio del maestro

También se centra en aspectos menos conocidos de la producción del artista. El retrato constituye uno de ellos: el gran Retrato de Louis-Auguste Schwiter, que sedujo tanto a Degas que lo compró, muestra el genio del maestro en este campo.

Por último, el autorretrato también ofrece un interesante campo de análisis, dado que Delacroix solo realizó tres enteramente de su mano, todos ellos presentes en la exposición: el famoso Autorretrato con chaleco verde y el Autorretrato como Ravenswood, los dos del Louvre, y el Autorretrato ejecutado hacia 1842, procedente de la Galería de los Uffizi de Florencia.

Barcelona. Eugène Delacroix. CaixaForum Barcelona.

Del 15 de febrero al 20 de mayo de 2012.