Nacida el mismo año que Picasso, Gargallo o Vázquez Díaz, Blanchard perteneció a una generación de artistas cuyo reconocimiento nunca fue parejo con el suyo. Ha sido y aún sigue siendo hoy, 80 años después de su muerte, la gran desconocida del grupo de artistas que consolidaron la renovación artística de principios del siglo XX.

En un segundo plano

Pese al tiempo transcurrido, una serie de hechos ajenos a su devenir artístico hicieron que su vida fuera relatada con grandes lagunas y enormes contradicciones y su obra permaneciera en un segundo plano respecto a sus coetáneos y amigos de la vanguardia, a los que sin duda igualó y en algunos casos superó.

Estas dos muestras tratarán de poner en valor la aportación de una mujer entregada en su totalidad al arte durante los primeros años del siglo XX y a la que sus amigos, grandes artistas, reconocieron como otra grande.

Carácter científico

La propuesta expositiva que se presenta en la sala de la Fundación Botín gira en torno a su trabajo cubista, (1913-1919), siendo esta la primera muestra de carácter científico que se lleva a cabo sobre este período. Cuenta con fondos internacionales, gran parte de las cuales no se han mostrado nunca en España, y algunos son inéditos. También es la primera vez que se incluyen dibujos.

En total, la exposición muestra 50 obras del período cubista, 20 más de las que se podrán ver en Madrid, lo que permite descubrir en toda su magnitud la importancia de esta etapa de su trayectoria artística. La artista se adentra con pasión en el movimiento. Su obra presenta una clara evolución. Desde un primer cubismo en el que ejecuta obras sencillas, con elementos figurativos fácilmente identificables, que representa mediante formas geométricas en planos superpuestos, evolucionando hacia un cubismo más sintético, en unas composiciones en las que reduce la temática a elementos esenciales, expresados mediante planos expuestos desde diversas perspectivas.

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Obra muy personal

Blanchard concibe una obra muy personal en su paleta, en su construcción, en sus temas. Pero por encima de todo ello está su libertad de creación. Trabaja con rigor, con sinceridad, con sentimiento, pero sobre todo trabaja en libertad. Se trata, pues, de un cubismo muy personal que se distingue por su rigor formal, su austeridad y el dominio del color. Con estas obras no solo alcanzará el éxito, sino también el reconocimiento de marchantes, críticos y artistas. No llegará a crear escuela, pero contribuirá al desarrollo del movimiento, con la misma categoría y entidad que los demás artistas de su generación.

María encuentra en la práctica del cubismo una vía de expresión que le permitirá demostrar que, plásticamente al menos, está a la altura de los mejores pintores de la vanguardia. No solo realiza algunas de sus  mejores composiciones, sino que es además la época en la que comparte experiencias con sus amigos Diego Rivera, Jacques Lipchtiz, Juan Gris y André Lhote, por citar a los más cercanos.

Aceptada sin reparos

Resulta muy significativo que artistas de esa talla la aceptaran en su grupo sin el menor reparo, llegando incluso, como ocurre con Rivera y Gris, a compartir taller, viajar juntos por Europa durante largos  periodos y asistir a las tertulias artísticas de París. Recordemos, una vez más, que es una mujer artista en un mundo creativo dominado por los  hombres.

Blanchard vivió una época compleja, como artista y como mujer, que le obligó a duras renuncias, tanto en lo social como en lo material, para poder entregarse plenamente a la pintura. Desde un punto de vista conceptual, la transferencia de la experiencia vital, el dolor y el sufrimiento a los personajes representados en el lienzo permite trazar un cierto paralelismo entre su trabajo y el de la mexicana Frida Khalo.

Antológica en el Reina Sofía

La exposición del MNCARS recorrerá las tres etapas vitales en que se puede dividir su creación: una primera ‘Etapa de Formación (1908-1913)’, que incluye su obra más temprana, caracterizada por la permeabilidad a las influencias de sus maestros. Un segundo período, ‘Etapa de Consolidación (1913-1919)’, a partir del momento en que Blanchard se inserta con naturalidad y pasión en el movimiento cubista, al que aportará plasticidad y sentimiento, y por último, la que podríamos llamar ‘Etapa de Retorno al Orden (1919-1932)’, tras su decisión de alejarse del cubismo y volver a la figuración, en la que crea abundantes e importantes pinturas que poseen un acento inconfundible y son lo más conocido de su producción.

Santander. María Blanchard. Cubista. Fundación Botín.

Del 23 de junio al 23 septiembre de 2012. 

Madrid. María Blanchard. Retrospectiva. MNCARS.

Del 17 de octubre de 2012 al 25 febrero de 2013.

Comisaria: María José Salazar.