Es decir, el Palacio de Cristal, que en su origen fue un invernadero para plantas tropicales, alberga en su interior una réplica de sí mismo que funciona como su segunda piel. Una piel porosa y efímera que a la vez que le protege del exterior (del afuera), lo refleja y recrea, y que posibilita que el edificio se transforme en un espacio de reflexión sobre la fragilidad del lenguaje y la necesidad de comunicar y compartir.

Soledad Sevilla se dio a conocer al formar parte del Seminario del Centro de Cálculo de Madrid (1969-71), en el que un grupo de artistas experimentaron con la generación automática de formas plásticas, realizando en sus inicios una pintura geométrica y seriada. En ella se puede reconocer el germen de las estructuras geométricas con las que trabaja en la actualidad: formas más libres, pero basadas en un riguroso análisis técnico. Igualmente, en estas obras se recoge la captación de valores atmosféricos por los que se interesó en su etapa pictórica de los años 80, pinturas de alta densidad cromática en las que consigue una difícil combinación entre la reducción formal y la riqueza sensorial. A partir de ambas experiencias, la geométrica y la óptica, la artista ha evolucionado hacia una obra más compleja y radical que se sitúa en la frontera entre la escultura, el paisajismo y la arquitectura.

 

 

Madrid. Soledad Sevilla: Escrito en los cuerpos celestes. Palacio de Cristal.

Del 10 de noviembre de 2011 al 29 de abril de 2012.

Organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

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