En los años noventa, el grupo Family lanzaba al mercado su primer y único álbum, Un soplo en el corazón, título homenaje a la película de Louis Malle en el que se incluía una nostálgica canción sobre un amor perdido que se ha convertido en un himno del pop español. Si como decía Woody Allen la comedia es drama más tiempo, la nostalgia cambia el primer factor por la felicidad. Algo de eso hay en Un amor de verano.

Corsini nos lleva a los años setenta para homenajear a las pioneras del feminismo, dejando ver cómo en aquella época las reivindicaciones y la libertad sexual alcanzaron un punto de efervescencia que ha perdido fuelle en nuestros días pese a las nuevas etiquetas. Todo era nuevo y emocionante y merecía la pena luchar por ello.

Es difícil condensar en una película de ficción a todo un movimiento, así que, igual que sucedía en Pride (aunque focalizándose aquí en una sola historia), se echa mano de un relato personal para representar los ecos de algo más grande.

Un incendio sin control

La decisión de abordar la lucha feminista desde una historia de amor homosexual no es casual. Las lesbianas se vieron (se ven) obligadas a luchar el doble por sus derechos como mujeres para amar y decidir libremente, teniendo que aclarar continuamente que no se trataba de un acto de agresión a los hombres. Ese primer movimiento de liberación les permitió además, por fin, hablar en voz alta, lo que queda patente en la secuencia más divertida de la película, una bulliciosa reunión política en un aula de la Sorbona.

Corsini logra reivindicar sin caer en el panfleto, y a eso ayuda que la base sea el romance entre los personajes de Cécile de France e Izïa Higelin, fantásticas en sus roles de chica de ciudad y de campo, respectivamente. Delphine y Carole, llamadas así por Delphine Seyrig y Carole Roussopoulos, pioneras en filmar la lucha feminista y homosexual, son las protagonistas de una historia de amor que se genera desde una pasión inflamada y se expande hasta zarandear sus vidas en un enfrentamiento contra sus preceptos.

Quienes se enamoraron de la elegancia de Carol descubrirán en Un amor de verano una relación menos sutil, desmelenada al estilo de los setenta, pero igualmente llena de ternura. Más que chispas hay llamas en una película que traslada al espectador la excitación del descubrimiento, de uno mismo, de la otra, de una nueva mentalidad. Un incendio sin control que no debe ser sofocado.

Un amor de veranoUn amor de verano
Dirección: Catherine Corsini
Guion: Catherine Corsini, Laurette Polmanss
Intérpretes: Cécile de France, Izïa Higelin, Noémie Lvovsky, Kévin Azaïs, Laetitia Dosch, Benjamin Bellecour
Música: Grégoire Hetzel
Fotografía: Jeanne Lapoirie
Francia / 2015 / 105 minutos