La exposición recorre la trayectoria de León a través de unas 50 obras, 35 de ellas de gran formato, agrupadas, en algunos casos, en dípticos o trípticos. Han sido realizadas a lo largo de las últimas cuatro décadas y dan una amplia visión de las diferentes técnicas y soportes que el artista ha utilizado a lo largo de su carrera.

El conjunto de obras, distribuidas en las dos plantas de la sala, ha sido seleccionado por la comisaria María de Corral y ofrece al espectador una visión completa y diversa de la trayectoria del artista hasta nuestros días. La selección también incluye varias pinturas inéditas, producidas especialmente para la exposición.

La elección de Pink Requiem como título de esta muestra constituye, en palabras del propio autor, «una cierta declaración de intenciones, una confesión, una metáfora de esa voluntad patente en mi trabajo, de articular en él un deliberado clasicismo con una actitud de permanente apertura a cuantas ideas transformadoras se producen a mi alcance. La combinación de una palabra de connotaciones tan frívolas, escrita en el inglés de la modernidad, con otra un tanto solemne, extraída del latín fundador de nuestra cultura, intenta abundar en esa revelación de lo que de paradójico, de contradictorio, de sublime y de irrisorio es capaz de contener el arte de nuestro tiempo».

Evolución artística

Pink Requiem, que es por otra parte el título de un ciclo de obras iniciado hace años y que el artista mantiene aún abierto a nuevas producciones, se acerca al quehacer de Carlos León mediante un recorrido construido alrededor de las obras más representativas producidas dentro de las diversas líneas de trabajo emprendidas por él desde los años ochenta.

Como explica su comisaria, esta exposición «no pretende ningún tipo de balance retrospectivo, ni contiene intención antológica. Desea limitarse a atraer la atención del público hacia un pintor que, si bien ha concitado un gran reconocimiento por parte de la crítica y del coleccionismo más exigente, no ha disfrutado, sin embargo, de la adecuada difusión de su obra mediante la atención institucional que sin duda habría merecido hace tiempo».

En este sentido, la muestra incide en algunos aspectos claves de su evolución artística, marcada por el nomadismo de su trayectoria personal, la complejidad de su formación, entre lo americano y lo europeo, así como su peculiar temperamento, siempre dispuesto a emprender nuevas mudanzas y a afrontar nuevos retos, que han ido modelando en Carlos León una personalidad artística de profundo calado.

Además, como recuerda María de Corral, el virtuosismo de su técnica, el rigor en su evolución, la intensidad de su arquitectura cromática, su sabio acercamiento a lo sensual y lo desgarrado, a lo salvaje y a lo más refinado, así como su interés por la literatura, la filosofía y el psicoanálisis, le han llevado a ocupar un lugar prominente y singular entre los artistas españoles de nuestro tiempo.

Breve semblanza

Carlos León pasa en Segovia su infancia y adolescencia. Estudia Medicina en Valladolid. En 1972 se instala en París y realiza un trabajo sobre Ciencias Humanas y Creación Artística becado por la Fundación Juan March. Allí entra en contacto con los artistas del movimiento Supports-Surfaces, con los que comparte el interés por la materia y el gesto, y conoce de primera mano la obra de Barnett Newman, figura fundamental del expresionismo abstracto que marcará su trayectoria.

En 1976 participa en la exposición del Pabellón Español de la Bienal de Venecia organizada por Valeriano Bozal y Tomás Llorens y poco después viaja por primera vez a Nueva York tras ser seleccionado para participar en el Triangle Artist Workshop dirigido por Anthony Caro.

En Nueva York será testigo del auge y el declive del mercado artístico en un periodo clave en el que las tendencias artísticas se suceden a gran velocidad. Desde entonces pasa temporadas entre Estados Unidos y España hasta establecerse, finalmente, en Segovia, donde vive y trabaja en la actualidad.

Ha participado en exposiciones individuales y colectivas en numerosas galerías y espacios institucionales españoles como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Patio Herreriano de Valladolid, el Centro Galego de Arte Contemporánea o la Fundación Helga de Alvear.

Su obra se encuentra en las principales colecciones públicas españolas y en instituciones estadounidenses como el Cleveland Museum of Art de Ohio, el Portland Art Museum o la colección del Triangle Artist Workshop de Nueva York.