La práctica de White combina arte, diseño, artesanía y arquitectura. A menudo se inspira en la naturaleza y traslada la esencia de ésta a sus obras. Exalta lo cotidiano, lo efímero y lo que dejamos pasar por alto. Animada por patrones hipnóticos y orgánicos con matices psicodélicos, su obra cambia según el punto de vista del espectador.

El visitante se enfrenta a un inesperado uso del espacio, donde un tapiz de 18 metros se funde e integra con la arquitectura de la galería y se combina con obras de cerámica que toman la forma de un reloj. Las obras en arcilla de papel se convierten en lienzo para la pintura y el bordado, y sus característicos Open Frames cuelgan dejando ver las transparencias, que se superponen para generar múltiples tonalidades, y que en ocasiones atrapan criaturas marinas.

El continuo compromiso de White con la exploración de la luz, especialmente evidente en la serie Firefly Tapestry, retoma un laborioso proceso de producción textil que inició en 2005. En esta serie de tapices emplea como motivos luciérnagas y ramas de árboles, rindiendo homenaje al esplendor fugaz del mundo natural. Con el fin de reinterpretar los tapices de tradición clásica crea digitalmente un motivo y lo traduce a través del telar Jacquard industrial en un encuentro lúdico de medios y temáticas. Este tapiz está repleto de destellos amarillos y naranjas, cuyo tejido parece brillar, capturando la luz para tornarse radiante.

 

Además del tapiz, en la misma sala pueden verse varias obras circulares de cerámica en las que su superficie tornasolada cambia con la luz y adoptan la forma de un reloj funcional. Estos relojes contienen representaciones de objetos cotidianos producidos en serie, creando superficies con texturas que asemejan un encaje o bordado.

Completan estas salas varias obras monocromas en arcilla de papel que, a simple vista, adquieren la apariencia de un textil ornamentado o de estuco modelado, y cuya superficie de distintas texturas capta, refracta y libera la luz. Su base en forma de disco es el resultado de aplicar arcilla de papel japonés a la madera, mientras que sus intrincados patrones son en realidad una multitud de impresiones realizadas en el material.

En la obra también hay representaciones de insectos modelados manualmente. La laca de tonos dorados como símbolo de la producción mecánica e industrial se yuxtapone a la textura artesanal de la superficie. Un recubrimiento adicional que evoca el terciopelo intensifica el color de la obra, suaviza sus formas y le confiere una sensación casi táctil.

En contraste con lo anterior, una sala se viste con 12 Open Frames, composiciones textiles a escala reducida suspendidas en un marco. Estas piezas de tejido poroso tienen el aspecto de un ejemplar científico dispuesto para la observación. La obra fusiona formas geométricas y planetarias con partes de cangrejos, en referencia a los fenómenos naturales y a la costa norte de California, que sirvieron de fuente de inspiración a la artista.


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