Sus temas principales son la memoria y cómo la historia, tanto personal como política, define el presente. El ámbito geográfico de su trabajo abarca desde Europa hasta Sudamérica, pasando por Japón, Corea, Taiwán o China. Para cada uno de sus proyectos lleva a cabo una exhaustiva investigación antes de decidir el lugar exacto que va a plasmar en sus fotografías. Su enfoque se parece al de una antropóloga que busca restos del pasado que revelan cuestiones relativas a la condición humana, como el dolor, la violencia, la guerra o la injusticia. Sus retratos de paisajes e interiores de edificios vacíos evocan el espíritu de acontecimientos pasados.

Entre las series que se presentan en Madrid se encuentran algunas tan destacadas como Analogía topográfica, Escenas, Más allá de la memoria y de la incertidumbre o La vida paralela de los otros. Además se incluyen algunos de sus últimos trabajos, como Diálogo con Albert Camus o Cristales. Junto a estos se presenta una nueva serie sobre la Guerra de España y la figura de Federico García Lorca, resultado de un encargo para la ocasión realizado por Fundación MAPFRE. Además, la muestra cuenta con material documental, como libros, cartas, objetos, cámaras de fotografía y un vídeo (Dialogue with Albert Camus, 2018).

Series

Cristales incluye las fotografías en blanco y negro hechas por Yoneda en Finlandia, que muestran cristales de hielo, imágenes que combinan la estética de la fotografía de la Bauhaus, que puede rayar en lo abstracto, con la sensibilidad japonesa para mirar el mundo físico, que en un momento fugaz puede revelar algo más profundo sobre la naturaleza de la existencia.

En otro apartado de la exposición, Yoneda invita al espectador a mirar a través de las gafas de destacadas figuras del siglo XX para ver detalles de páginas de libros, cartas o fotografías que tuvieron un profundo impacto en la historia de la humanidad. Las fotografías sitúan al espectador en la posición de estas figuras históricas y le invitan a imaginar qué podrían estar pensando mientras leían estos documentos.

El ámbito geográfico de la serie Escenario abarca países de Europa y Sudamérica, pasando por regiones de Asia y Oriente Próximo. Estos paisajes, naturales o urbanos, algunos hermosos, otros con cielos nublados sobre zonas industriales, podrían parecer lugares intrascendentes a primera vista. Sin embargo, Yoneda crea una tensión entre lo que se retrata en ellos y lo que sucedió en estos lugares. Así, la fotógrafa elige emplazamientos asociados con catástrofes humanas, desde la Primera y la Segunda Guerra Mundial hasta la segunda contienda chino-japonesa o las guerras de Corea, de Bosnia y del Líbano.

Federico

Resultado del mencionado encargo de Fundación MAPFRE, Yoneda estuvo el año pasado fotografiando lugares donde tuvieron lugar algunas de las más cruentas batallas de la Guerra Civil (Brunete y Jarama), así como objetos personales de Federico García Lorca que se conservan en su fundación en Granada, como el mono azul que vestía durante sus giras con el grupo de teatro La Barraca. Para Carlos Gollonet, conservador jefe de Fotografía de la Fundación, “en estas fotografías nada es evidente, nada sugiere el horror y la crudeza de aquellas batallas o el sinsentido del asesinato de García Lorca, pero cuando contemplamos estas imágenes afloran en nosotros recuerdos, memorias y emociones, percibiendo lo que el ojo no puede ver”.

Tomoko Yoneda nació en 1965 en la ciudad japonesa de Akashi, en la prefectura de Hyōgo. Viajó  a Estados Unidos para estudiar Periodismo, pero más tarde cambió de opinión y se formó como fotógrafa en la Universidad de Illinois, donde se graduó en 1989. Allí entró en contacto con la New Bauhaus, fundada por László Moholy-Nagy en 1937, y con la comunidad de emigrados europeos involucrados en el diseño y la arquitectura.

Mirada

Tras finalizar sus estudios en Chicago Yoneda decide trasladarse a Londres para estudiar fotografía en el Royal College of Art, en el que cursa un máster en 1991. Su traslado a la ciudad, donde sigue residiendo en la actualidad, coincide con la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética. El final de la Guerra Fría le proporcionó nuevos caminos que explorar a través de su inquieta cámara.

La filósofa Hannah Arendt escribió que en los tiempos modernos los seres humanos vivimos entre el pasado y un futuro incierto y debemos aprender a pensar de manera diferente sin recurrir a los modos de pensamiento más tradicionales. Sus textos han sido una gran influencia para la fotógrafa. Al igual que Arendt, Yoneda pide al espectador que mire más profundamente mientras ella crea nuevas imágenes capaces de sugerir un futuro diferente.

Algunas razones para visitarla

La identidad. Tomoko Yoneda vive actualmente a caballo entre Londres y Helsinki, una posición que le permite ahondar en las raíces de su nación y en las suyas desde el punto de vista del “otro” o al menos de aquel que se encuentra a caballo entre dos lugares. Inspirada por la lectura de los textos de Kenzaburō Ōe, entre 1989 y 2015 realizó una serie de proyectos que tratan sobre el tema de la identidad japonesa y su pasado imperial.

El imperialismo. Entre 2009 y 2015 se embarcó en cinco proyectos que analizan el legado del imperio japonés y de la “japonesidad”: Kimusa, Casa Japonesa, Cúmulos, La Isla de Sajalín y DMZ. El imperialismo continúa siendo hoy en día un tema controvertido para los japoneses. En el seno del país, en las casas e incluso en los colegios resulta complicado hablar, a pesar del paso de los años, de las atrocidades cometidas por su Ejército imperial.

Historia y memoria. Realiza un tipo de arte comprometido que escarba en la memoria de los individuos para hacerles recordar el pasado y llamar la atención sobre hechos que ocurrieron y que no se deberían repetir. Sus imágenes tratan sobre la historia de occidente y de oriente y se centran, por norma general, en sucesos violentos ya pasados o que aún siguen vigentes. Sus proyectos sobre la Primera y Segunda Guerra Mundial, Bosnia, el Líbano, el Norte de Irlanda o Bangladesh son algunos de los más significativos. Todos ellos buscan, casi por alusión, recuperar las ‘capas de memoria’ escondidas en la historia y hacer reflexionar a los individuos sobre los sucesos acaecidos con la esperanza de que todo aquello no vuelva a ocurrir.

Albert Camus. En 1957, en el acto de entrega del Nobel, Camus afirmó que toda su vida y su obra habían estado orientadas por el deseo de una justicia “verdaderamente humana y universal”. Yoneda y el Nobel tienen algunos rasgos en común respecto al modo de concebir el mundo y la vida. Una suerte de intolerancia ante cualquier tipo de tortura o sacrificio en aras del supuesto idealismo de los totalitarismos, los imperios o futuras utopías. Este rechazo les lleva a ambos a denunciar la injusticia a través del arte. Con conciencia y sin olvido se puede intentar “reparar” el daño y sensibilizar para que el mal no vuelva a repetirse. Este es el objetivo del arte comprometido.