Según han informados fuentes familiares, Saramago pasó una noche tranquila. Tras desayunar con normalidad y mantener una conversación con su esposa, empezó a sentirse mal y al poco tiempo falleció.

Procedencia humilde

Cuando en 1998 Saramago (1922-2010) ganó el Premio Nobel de Literatura, se destacó por encima de todo su capacidad para "volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía". Esa característica hizo especial su obra y, por tanto, su propia existencia, presente en cada uno de los libros que escribió durante su vida.

Una existencia, seguro, marcada por su procedencia humilde –sus padres eran campesinos sin tierras y de escasos recursos económicos-, un origen latente en su carácter y la tendencia político-teórica. En realidad, aquel niño que nació en 1922 debió haberse llamado José Sousa, pero el funcionario del registro civil cometió un cómico error de pluma y lo anotó como José ‘Saramago’, aunque otras voces hablan de una broma del funcionario, conocido de su padre.

Descubrió su futuro en 1934, con tan sólo 12 años, cuando entró en una escuela industrial. En aquellos años incluso los estudios técnicos contenían asignaturas humanísticas. En los libros de texto gratuitos de aquellos años, Saramago se encontró con los clásicos. Incluso al final de su vida podía recitar de memoria algunos de esos textos.

Inicios difíciles

A pesar de todo, la vida no le dio la oportunidad de finalizar sus estudios, ya que sus padres no pudieron pagarle la escuela. Para mantener a su familia, Saramago trabajó durante dos años en una herrería mecánica. Mientras tanto, sin guía alguna, se leyó toda la biblioteca pública de su barrio.

Después, sería administrativo en la Seguridad Social, se casaría en 1944 con Ilda Reis, escribiría su primera novela, Terra de pecado (1947), vería nacer a su primera hija, Violante, terminaría su segunda novela, Claraboya –aunque directamente nunca fue publicada–, hasta que dejó la literatura durante 20 años, porque sencillamente –como afirmó el mismo autor– no tenía nada que decir.

Perseguido y censurado por sus ideas políticas, Saramago dedicó parte de su vida a labores periodísticas en medios como Diário de Notícias, la revista Seara Nova, Diário de Lisboa y otras editoriales culturales. Desde 1976 se dedica exclusivamente a su trabajo literario.

Su primera gran novela, Levantado do chão (1980), es un retrato fresco y vívido de las condiciones de vida de los trabajadores de Lavre, en la provincia de Alentejo. Con este libro, Saramago consigue encontrar su voz propia, ese estilo inconfundible, límpido y casi poético que lo distingue.

En los siguientes años, Saramago publica casi sin descanso: Memorial do convento (1982), donde cuenta las más duras condiciones de vida del pueblo llano en el oscuro mundo medieval, en épocas de guerra, hambre y supersticiones.

La fama merecida

En 1984, cuando tenía 63 años, conoce a su actual esposa, la periodista española Pilar del Río, nacida en Sevilla en 1950, quien finalmente se convierte en su traductora oficial al español.

La novela El Evangelio según Jesucristo (1991) lo catapulta a la fama a causa de una polémica sin precedentes en Portugal (que se considera una república laica), cuando el gobierno veta su presentación al Premio Literario Europeo de ese año, alegando que “ofende a los católicos”. Como acto de protesta, Saramago abandona su país y se instala en la isla de Lanzarote (Islas Canarias).

En 1995 publica una de sus novelas más conocidas, Ensayo sobre la ceguera, novela que fue llevada al cine en el 2008 bajo la dirección de Fernando Meirelles. En 1997 publica su novela Todos los nombres, que gozó también de gran reconocimiento. En 1998 gana el premio Nobel de literatura, convirtiéndose en el primer y hasta ahora único escritor de lengua portuguesa en obtener este galardón.

En, una de sus últimas obras, Las intermitencias de la muerte, habla de un país de nombre no mencionado en el que se produce algo nunca visto desde el principio de los tiempos: la muerte decide suspender su trabajo letal, la gente deja de morir. De ahí en adelante, se relatarán situaciones inimaginables o no, ya que nadie muere pero siguen envejeciendo.

Su cuerpo será incinerado en Portugal y una parte de sus cenizas se depositarán en su pueblo natal, Azinhaga, y otra parte será enterrada junto a un olivo de su casa de Lanzarote.