La presentación del libro, cuya portada e ilustraciones salen de la mano de Pedro Soler Valero, reunió en el Ateneo de Madrid a un puñado de ilustres –ahí estaban Daniel Pacheco, Regina Revilla, Federico Mayor Zaragoza, Pedro López Arriba y José Miguel Colldefors– que en sus intervenciones ratificaron lo que ya desde el prólogo señala Francisco Javier Puerto, miembro de las academias de Historia y Farmacia, puntualizando que estamos ante un libro que “funde el ensayo histórico con la literatura propiamente dicha en un ejercicio alquímico y sorprendente de madurez literaria. Un texto, por tanto, muy recomendable para los amantes de la historia, de la literatura o, mejor, para todos los admiradores de la belleza”.

Por su parte, González Núñez recordó que el Diccionario de la lengua española define tertulia en su primera acepción como “reunión de personas que se juntan habitualmente para conversar sobre algún tema”. Y “tertuliar” figura como “conversar, estar de tertulia”, por lo que tertulio es el “tertuliano, que participa en una tertulia”. En cuanto a la palabra rebotica, el mismo diccionario apunta: “Habitación que está detrás de la principal de una botica y que le sirve de desahogo”. En ese sentido, botica con su significado de “oficina o tienda en que se hacen y venden las medicinas y remedios para la curación” (Diccionario de autoridades) viene del griego bizantino apotheke: almacén o depósito de mercaderías (el derivado latino apotheca se transformó en castellano en bodega).

Como lo hace en el libro presentado –y en la serie de cuatro entregas publicadas en hoyesarte.com bajo el título Tertulia y tertulias de rebotica–, el autor afirma que estas ocupan un lugar relevante no solo en la historia de la farmacia española, sino también en la propia historia de nuestro país por las importantes repercusiones sociales, políticas y culturales a que han dado lugar, especialmente en el período comprendido entre finales del siglo XVIII y las últimas décadas del siglo XX.

“En algunas de ellas –apunta el autor– se condensó el saber popular y los más refinados pensamientos intelectuales; en otras, se pudo establecer un diálogo fructífero entre ciencia y arte, entre historia y literatura, y, en fin, en otras, se debatió entre lo divino y lo humano, lo sagrado y lo profano, la física y la metafísica de los días vividos y los por venir”.

Ingenio y conspiración

La rebotica constituía pues el espacio privado de las farmacias y en él tenían lugar, entre otras cosas, las tertulias de rebotica, definidas por Raúl Guerra Garrido (El herbario de Gutenberg) como “encuentro social con vocación de ingenio literario y conspiración política” y también como “lugares para la curiosidad, que es el motor de la curiosidad y de la ciencia”, aunque, según cuenta José Luis Urreiztieta en su impagable volumen Las tertulias de rebotica en España. Siglos XVIII-XX, también se comentaban los últimos descubrimientos, especialmente los referentes a la medicina o a la química, se fomentaban chácharas políticas y literarias, se debatían los más variados y pintorescos temas y, en ocasiones, se trataba simplemente de pasar el rato jugando al ajedrez o a las cartas.

Así fue, abunda el autor, las de rebotica “tuvieron unas características propias que las distinguieron de las demás, tanto por el lugar en donde tenían lugar, mayoritariamente en el misterioso recinto donde el boticario también fabricaba sus fórmulas magistrales, ‘según arte’, como por el hecho de que, entre sus contertulios, había una presencia significativa de profesionales sanitarios, proclives no solo a comentar acontecimientos singulares o las turbulencias políticas del día, sino también a debatir los avances de la ciencia, a exponer sus puntos de vista acerca de las nuevas teorías que se iban abriendo paso o a proporcionar consejos para prevenir, aliviar o curar enfermedades”.  

A lo largo del siglo XIX florecieron no solo en ciudades como Madrid o Barcelona, sino también en las capitales de provincia, y aun en el medio rural, sembrándolas de ideas y debate. El farmacéutico solía dirigir la reunión y moderar a los distintos contertulios. Paradójicamente, su etapa de expansión se produjo en el período en el que la antigua botica se fue transformando en la farmacia moderna y la fórmula magistral en producto industrial, a partir de la revolución científica que supuso el aislamiento de los principios activos de las plantas y la síntesis química de otros fármacos. Es la época en la que el boticario de formación gremial se convierte en farmacéutico universitario. No obstante, en todo momento, mantuvieron su nombre inicial de, a pesar de la paulatina desaparición de la propia palabra botica, seguramente porque, como señalaba el poeta Gerardo Diego, el prefijo re, que tan bien viene para designar la trastienda o rincón de tertulia de botica, le viene muy mal a la farmacia: “No, no se puede decir refarmacia”.

De acuerdo con Juan Manuel Reol, farmacéutico, primer director general de Farmacia de la democracia y hombre de saberes científicos y humanísticos, la gran historia de España pasa muchas veces por nuestras reboticas, “esos lugares mágicos en los que se cruzan y entrecruzan los grandes proyectos y los grandes hombres”.

Insignes tertulianos

Entre aquellos tertulianos, figuras tan insignes como Machado, Unamuno, Valle Inclán, Baroja o Álvaro Cunqueiro, autor de Tertulia de boticas prodigiosas y escuela de curanderos, un mítico volumen sobre el tema en el que el ya desde el inicio el escritor gallego confiesa: “El autor de este texto tuvo ocios bastantes en la oficina de farmacia paterna para, desde párvulo, deletrear en los botes los nombres sorprendentes, desde el opio y la mirra a la menta y la glicerina, y más tarde, ayudar a hacer píldoras y sellos, y escudriñar el misterio del ojo del boticario, y sumergir una mano en los cajones de las plantas medicinales, la genciana, las hojas de sen, la salvia, la manzanilla. Se me aposentó en la imaginación una idea de las farmacias todas del mundo, que era mágica y fui curioso de ellas, recogiendo noticias de aquí y allá, preocupado de elixires y venenos, de la cosmética antigua y de la gloria almibarada de jarabes”.  

Ese viaje por la historia va acercándose de la mano de José González Núñez a un tiempo más próximo en el que quizás con menos pulso que en etapas anteriores, “han contribuido en los últimos ochenta años a facilitar la vida de los españoles, no solo como medio de entretenimiento y distracción, sino como un auténtico fármaco que permitiera aliviar los dolores de la posguerra, como fórmula mágica para la transformación de una sociedad sometida al dictado de un régimen autoritario en otra democrática y como alimento para salir al encuentro del futuro”.

José González Núñez.

Y ya en nuestra época, el autor destaca el papel “de las tertulias de rebotica del Ateneo de Madrid en los años noventa, como espacio abierto a la cultura y núcleo primigenio para la aventura académica, que tuvieron como impulsores a los ateneístas Daniel Pacheco y a Juan Manuel Reol Tejada. Esas tertulias, actualmente vuelven a tener un impulso renovador bajo la experta mano de Daniel Pacheco, presidente de la sección de Farmacia”.

Sobre la historia real, esencia de la primera parte del libro y bajo el epígrafe Una tertulia tan vivida por imaginada, José González hace recuento de tertulias que no han sido, desde la idea de que para instalarse en lo real, la realidad debe incluir lo maravilloso pues sin la imaginación la historia es imperfecta.

Así lo concluye el propio autor: “A veces he pensado que estas tertulias, más que lo que fueron, son lo que pudieron ser y he intentado trazar lo real y lo ficticio como dos líneas paralelas que hicieran posible la imposibilidad de encontrarse. Personalmente, una de las tertulias de rebotica a las que me hubiera gustado asistir, aunque a veces haya dado por vivida la reunión imaginada, es la que hubieran podido mantener en algún rincón de España Álvaro Cunqueiro, Juan Perucho, Antonio Gamoneda y Raúl Guerra Garrido con objeto de debatir acerca de la ciencia boticaria y el saber de la farmacopea fantástica del autor gallego, de la botánica oculta, el herbolario de existencia ignorada y los magos que atesoran el saber oculto, como Paracelso, que tan bien conocía el original escritor catalán, y de los venenos mortíferos y las fieras que arrojan de sí ponzoñas con los que fabula, teniendo como referencia a Dioscórides y Andrés Laguna, el poeta leonés. Un debate acerca de la alquimia capaz de transformar la ciencia en poesía y la farmacia en fábula para ser capaces de alcanzar saberes inalcanzables”.

– No se pierda los artículos de la serie Tertulia y tertulias de rebotica publicados por José González Núñez en hoyesarte.com.

Sobre el autor

José González Núñez es doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid. Ha desarrollado su actividad profesional en la industria farmacéutica y en el sector editorial. Colaborador habitual de hoyesarte.com, ha publicado más de un centenar de artículos científicos y divulgativos y es autor o coautor de una buena gavilla de obras científicas y humanísticas. En el ámbito narrativo ha publicado Ajuste de Cuentos, Viaje al Levante almeriense. La Axarquía, otras poesibilidades, Las sandalias aladas de Hermes (libros para viajar, lecturas para mundar) y Clío también estuvo aquí.