El proyecto parte de un díptico fotográfico de gran formato (300 x 150 cm) compuesto por dos fotografías en blanco y negro. Una de ellas muestra el estado de la cocina de la antigua cárcel de Zamora, actualmente cerrada, donde se puede apreciar la gran campana de extracción de humos y los fogones, ambos parcialmente cubiertos de excrementos de palomas.

La segunda fotografía muestra el estado actual de la fosa común del cementerio de Toro, también en Zamora, donde yacen a cielo abierto –y a simple vista–, los restos de 290 personas asesinadas por el franquismo entre los años 1936 y 1938. El díptico se completa con una serie de dibujos y maquetas de las posibles futuras intervenciones que se realizarán sobre las fotografías o a raiz de ellas. Todas ellas giran en torno a un elemento común: la campana de extracción de humos de la cocina de la cárcel. A partir de la reproducción de este elemento en tres dimensiones y material definitivo [aluminio], en las maquetas y dibujos se desarrollan varias posibilidades de acción, planteando diferentes relaciones [estéticas y conceptuales] entre este elemento real y su registro fotográfico.

En la instalación final se opta por colocar invertidas cuatro reproducciones de la campana de extracción de humos [hierro patinado 150 x 150 x 100 cm c/u] respecto a su imagen fotográfica, impidiendo así que su función real se lleve a cabo, generando un metafórico “circuito cerrado” de “malos humos”, toda una pesadilla penitenciaria.

Estos cuatro elementos invertidos se exhiben, además, llenos de tierra, dando lugar a un tipo de contenedor que recuerda formalmente a otros elementos como embudos, máquinas de triturar carne, nichos o ataúdes… donde los “malos humos” son “depurados”.

La instalación tiene unas dimensiones de 450 x 150 x 150 cm. Cabe señalar la estrecha relación ente la cárcel de Zamora y el cementerio de Toro en la época que nos ocupa; los detenidos por los sublevados y posteriormente por el régimen franquista eran primero trasladados a la cárcel de Zamora y desde allí, finalmente “paseados” en, entre otros espacios y cementerios, el de Toro.

 

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