En los tiempos del punk y la nueva ola, Lowe tuvo un papel fundamental como productor del sello independiente Stiff, para quien grabó discos de The Damned, Graham Parker o Elvis Costello, al tiempo que registraba sus propios discos con Rockpile o en solitario.

Algunas de sus canciones han sido popularizadas por artistas como Elvis Costello o Johnny Cash, con quien estuvo emparentado durante el tiempo en que estuvo casado con la hijastra de éste, Carlene Carter.

En los últimos años su ritmo de trabajo en el estudio se ha ralentizado, pero se junta a menudo con la banda de surf instrumental Los Straitjackets para dar nuevo lustre guitarrero a su maravilloso repertorio, como en los tres conciertos que esta semana ofrece en España.

Pocos días después de haber arrancado esta nueva gira, Nick Lowe se siente más que satisfecho de la forma en que están su banda y él mismo: “Llevamos unos pocos conciertos, en Escandinavia, en Bélgica… creo que están saliendo realmente bien, aunque ha habido un par de sitios en los que ha pasado algo un poco raro, debido a los Straitjackets -la banda que acompaña a Nick Lowe en sus últimas giras, caracterizada por salir al escenario con llamativas máscaras de lucha libre mexicana-; la gente piensa que soy yo quien los obliga a llevar esas máscaras, es algo un poco confuso… “¿Por qué quieres que lleven esas máscaras?” Tengo que explicar que no es así en absoluto; los Straitjackets son una banda con una trayectoria importante, muy conocida en muchos países. Pero bueno, eso es una anécdota. La verdad es que al público le están gustando mucho estos conciertos. Lo que hacemos juntos funciona perfectamente, en contra de lo que sobre el papel podría parecer. No debería funcionar, pero lo cierto es que sí funciona.

-¿Por qué crees que no debería funcionar?

Porque son una banda instrumental, una banda de guitarras. No usan teclados, que suelen tener un papel importante en todos mis discos. No sé, podrías pensar que no son la banda más adecuada, pero lo interesante del asunto es que la primera vez que nos encontramos, hará unos diez años, para hacer aquel concierto especial de Navidad, ellos se habían aprendido unas cuantas de mis canciones y las hacían copiando exactamente las versiones originales, aunque sin teclados, claro. Sonaba bien, pero no me llevó ni media hora darme cuenta de que de esa forma no iba a salir bien, así que les dije que no se preocuparan por copiar las canciones, sino que las hicieran como si fueran parte de su propio repertorio, versiones instrumentales sobre las que yo podía cantar la melodía. Enseguida encontramos una forma de hacerlo que sonaba natural, que funcionaba perfectamente, de forma que no echabas en falta el sonido de los teclados.

Si una canción es buena, la puedes hacer de cualquier manera, con arreglos diferentes.

-¿Te sientes cómodo con ellos como banda de acompañamiento?

Sí, claro. Sobre todo ahora, que ya llevamos un tiempo trabajando juntos y nos conocemos bastante bien. Ya ni me doy cuenta en el escenario de que llevan máscaras… Es gracioso eso de las máscaras. Al principio me chocaba mucho y les preguntaba si no les daban mucho calor encima del escenario, con todos los focos y el ambiente del público. Se miraban entre ellos y me decían que sí, claro. Es evidente… pero eran muy majos, muy correctos. Luego he visto a un montón de gente hacerles la misma estúpida pregunta. “¿No tenéis calor con esas máscaras?” Ahora soy yo el que dice, “Pero ¿qué os pasa? no les hagáis esa estupidez de pregunta, por favor”.

-¿Ellos eran fans de tu música antes de que empezarais a tocar juntos?

Creo que sí lo son, por lo menos eso es lo que dicen. Lo que es seguro, y eso es más importante, es que tanto ellos como yo somos muy fans del mismo tipo de música. Somos tipos ya mayores y una de las cosas buenas de hacerte mayor es que puedes acceder a una gama inmensa de música. No solamente rock and roll, rhythm and blues, country, jazz, sino cosas anteriores, como la música de Broadway, los grandes musicales clásicos, el swing… todo tipo de música. Incluso el rock progresivo, si te da por ahí.

Tengo un hijo de diecisiete años, un chaval muy joven, está completamente loco por la música, pero le gusta de todo; él y sus amigos dicen que simplemente les basta con que sea buena. Y tienen razón, claro.

Nosotros éramos mucho más snobs con respecto a la música, porque no hacía tanto tiempo que teníamos el rock and roll, de manera que solamente nos gustaba el rock and roll, no nos gustaba ninguna otra cosa. Tuve que hacerme bastante más mayor para darme cuenta de todas las cosas buenas que hay en la música, anteriores al rock and roll. Afortunadamente dejé de ser tan estúpido como para creer que solamente un tipo de música es el válido.

-¿En qué medida han cambiado los Straitjackets tu forma de estar encima de un escenario?

No creo que la hayan cambiado demasiado. Es algo muy muy natural. Tenemos algo que no es muy frecuente en el pop de ahora mismo, que es el swing. La música pop que se hace ahora no tiene swing, porque está hecha con máquinas. Lo que hacemos nosotros parece que está pasado de moda, pero para nosotros esa forma de hacer las cosas tiene algo mágico.

Curiosamente hemos notado que en los últimos años hay mucha más gente joven en nuestros conciertos, más chicas y chicos jóvenes, lo cual es fantástico. Parece que lo van pillando. Vienen muchos hípsters, no solamente tipos viejos.

-¿Recuerdas qué escuchabas en casa cuando eras niño?

Mi madre era una muy buena música; creo que podría haber tenido una carrera brillante, pero entonces vino la guerra y ahí se acabó la historia. En casa siempre se escuchaba ese tipo de música que se oía en casi todas las casas de familias de clase media durante los años cincuenta: la música de los grandes espectáculos, como My Fair Lady o West Side Story y todo eso, pero también cantantes realmente buenos, como Sinatra, Nat King Cole, Peggy Lee, Doris Day, Dina Washington… A mi padre le encantaba el jazz. No era un loco de la música, pero le gustaba escuchar discos de jazz, Count Bassie, Kenny Clarke, el batería de jazz del que se dice que inventó el swing. La verdad es que éramos una familia muy musical.

-¿Cuáles fueron los discos que te hicieron decidir que te dedicarías a la música?

Como muchos otros chicos en la época, me recuerdo tarareando las canciones de la película Hans Christian Andersen -en España, El fabuloso Andersen-, cuya banda sonora teníamos en casa. Me encantaba toda la música de esa película. Había una canción, The Inch Warm, que cantaba todo el rato con mi madre. Es una canción muy peculiar, con dos melodías diferentes que se entrecruzan. No armonías vocales sobre la misma melodía, sino dos melodías diferentes, y mi madre y yo hacíamos cada uno la suya. Cantábamos esa canción durante horas. Era fascinante.

Pero, respondiendo a tu pregunta, lo que verdaderamente me cambió la vida fue la aparición del Lonnie Donegan y el skiffle. De repente un montón de chavales jovencísimos empezaron a montar grupos, porque era muy fácil hacer esa música y el ritmo era realmente contagioso. Cuando lo pienso, me doy cuenta de que ahora mismo sigo haciendo algo muy parecido a aquello.

-Parece evidente que sigues disfrutando encima de un escenario, pero ¿cómo llevas lo de estar de gira?

Me encanta tocar, pero los viajes son la peor parte del trabajo, claro. Creo que eso es por lo que nos pagan. ¿A quién le gusta coger un vuelo doméstico, meterse en un autobús, recorrer un montón de kilómetros? Eso no le gusta a nadie, por supuesto. Pero los conciertos son muy placenteros; para mí, salir a tocar es algo sencillo y grato. Cuando era más joven, los conciertos eran muy divertidos, con mucha energía, y luego seguíamos de juerga toda la noche. Ya no puedo hacer eso, desde luego, y puede resultar algo más aburrido, pero lo cierto es que los conciertos son muy buenos. Es en lo que ahora me centro y realmente disfruto con ello.

-Has sacado tres discos pequeños, de dos o tres canciones en los últimos años, pero hace ya mucho que no sacas un álbum completo, ¿algún plan al respecto?

La verdad es que hace algún tiempo que dejó de divertirme hacer discos. Como dices, hemos sacado un par de EP, pero ya no me lo paso bien haciendo discos, porque tenemos que grabar cuando encontramos un hueco, un poco a salto de mata, al principio o al final de una gira en América o en Inglaterra, porque yo vivo en Londres y los Straitjackets son americanos. Así que tenemos que grabar deprisa y corriendo, en cualquier estudio que podamos encontrar y que tenga fechas disponibles, estudios de los que no sabemos nada. Además, me veo obligado a hacer las funciones de productor, que es algo que ya no sé hacer. Yo he producido muchos discos, pero ahora ya no sé cómo se hace, usando ordenadores y todo eso. No sé hacerlo y no estoy nada interesado en aprenderlo.

Si pudiéramos conseguir un productor decente… pero no sé de dónde podríamos sacar el dinero. Hoy en día es muy caro hacer el tipo de discos que a mí me gusta hacer, con músicos de verdad, en un estudio de verdad. De otra forma, la verdad es que no estoy muy interesado en volver a hacerlo. Pero, desde luego, si alguien estuviera dispuesto a ayudarnos a hacer un disco en condiciones sí estaría muy feliz de hacerlo.

-Entonces no es un problema de canciones; sigues componiendo habitualmente… ¿Tienes suficientes canciones como para completar un nuevo álbum?

Sigo componiendo, claro. Algunas de las canciones que estaban en los EP que hemos sacado últimamente creo que no estaban completamente terminadas, no estaban listas para grabar. Ahora las hacemos mucho mejor. Hay una, por ejemplo, Trombone, que la grabamos claramente demasiado pronto. Cuando la tocamos ahora en directo es como si fuera un viejo éxito. A la gente le encanta. Tengo la sensación de que algunas de esas canciones habría que grabarlas de nuevo y juntarlas con unas cuantas nuevas. Podría quedar un álbum realmente bueno.

-En cualquier caso, ¿te cuesta más hacer canciones ahora que antes?

No es que sea más difícil; una vez que tengo una idea la canción va saliendo, más o menos como siempre lo he hecho. Y la verdad es que estoy componiendo todo el tiempo, dándole vueltas a melodías que se me ocurren, y de vez en cuando me digo, “vaya, ¡esto suena muy bien!” Lo que ocurre es que según me he ido haciendo mayor me he vuelto cada vez más crítico conmigo mismo, más exigente. Cuando hago una canción se la enseño al grupo y normalmente hay una reacción muy entusiasta, pero muchas veces soy yo mismo el que dice que no es suficientemente buena. Son canciones que quizá hace algunos años me habrían parecido buenas, pero ahora ya no.

-¿Te pasa eso también con tus canciones antiguas, con todos esos discos que has ido grabando a lo largo de tu carrera?

Las grabaciones son momentos concretos en el tiempo. Normalmente hago bastantes conciertos en solitario, con mi guitarra acústica, y solo una parte de esas canciones pasan la prueba. Solo una canción realmente buena puede sonar bien con guitarra acústica y voz.

Cuando tocamos canciones de mis antiguos discos muchas veces me sorprende cómo han ido cambiando. No suelo escuchar mis discos, pero de vez en cuando suena alguna de esas canciones en la radio y me sorprende lo diferente que suena en el disco con respecto a cómo la hacemos ahora en directo. Hay unas cuantas canciones que me siguen gustando mucho, pero otras no las considero tan buenas. En algunos casos las actualizo un poco, añadiendo algún verso o cambiando alguna parte de la letra que me parece que no encaja. Muchas veces las voy cambiando sin ni siquiera darme cuenta.

-Una de tus canciones favoritas es The Beast in Me, que escribiste para Johnny Cash y la grabó en una versión muy emocionante, ¿por qué es tan especial esa canción? 

Precisamente por lo que has contado. Para mí fue increíble que John grabara una de mis canciones. Tiene una curiosa historia, porque tuvo un comienzo realmente desastroso. Cuando la toqué para él la primera vez no estaba realmente terminada, pero no sé por qué me empeñé en que la escuchara y fue un completo desastre. Sin embargo vio o escuchó algo en ella. Yo no quería volver a saber nada de esa canción, pero él de vez en cuando me preguntaba por ella. Creo que pasaron doce años hasta que por fin la tuve terminada. Así que una vez fui a verle, cuando tocaba en el Royal Albert Hall de Londres, y me volvió a preguntar por aquella canción. Esta vez, cuando ya estábamos en casa después del concierto, me sentí con confianza para tocarla y le pareció muy buena. La nueva parte de la letra encajaba muy bien, así que decidió grabarla y tuvo bastante éxito.

Otra canción que me gusta especialmente es Peace, Love and Understanding –(What´s So Funny About) Peace, Love and Understanding, canción que fue un éxito en la versión de Elvis Costello y de la que hay numerosas versiones a cargo de diferentes artistas- porque creo que fue la primera canción realmente original que escribí. La primera vez que no hacía simplemente una imitación de otras canciones que me gustaban, sino que era una idea realmente original. Además creo que sigue teniendo un significado importante para mucha gente. Cuando la canto tengo la sensación de que no es mía, sino que es como cantar un “estándar”. Me gusta especialmente ver cómo reacciona la gente joven cuando la escucha. Es una sensación extraña, pero muy agradable, claro.

También me gustan muchas de mis más recientes canciones, porque últimamente me siento muy cómodo en el papel de artesano de las canciones, más que en el de artista. Me gusta el hecho de dedicarle tiempo y esfuerzo al hecho de escribir canciones, mucho más que a contarle a la gente lo que me pasa, como si fuera un diario. Cuando hablo en primera persona en mis canciones no me estoy refiriendo necesariamente a mí, sino que creo un personaje y hablo de él. No me definiría como un artista, sino, más bien, un escritor de canciones pop pasado de moda.

-El negocio de la música ha cambiado de forma radical en los últimos tiempos, ¿qué echas de menos de los viejos tiempos?

Bueno, los viejos tiempos molan, sobre todo porque son los tiempos en los que eras joven y tenías un montón de energía. No estoy tan a disgusto con muchas de las cosas que han pasado en la música, pero algo que no me gusta es cómo se hacen ahora las canciones. Son todas iguales. No hay compositores a la vieja usanza, sino una especie de comité en el cual uno se ocupa de la batería, otro de la introducción, otro hace el estribillo… Si te fijas, la mayoría de las canciones se hacen así hoy en día. En mis tiempos era algo más personal, cada uno escribía sus propias canciones y las tocaba en directo con su banda.

Nick Lowe en la época de su primer álbum, 'Jesus Of Cool'.
Nick Lowe en la época de su primer álbum, ‘Jesus Of Cool’.

-¿Te sientes un poco fuera de juego?

En cierto modo sí, claro, pero no me quejo. Me siento muy afortunado por poder seguir viviendo de mi música. Y también de haberme liberado de todas esas cosas que tenía que hacer cuando algunas de mis canciones salían todo el tiempo en la radio y mi foto salía en las revistas, cuando era un “famoso cantante pop”. Ahora creo que tengo muchísima suerte de poder hacer las cosas a mi manera. Muchos de mis contemporáneos se ven obligados a hacer lo mismo que hacían cuando eran unos críos.

-En eso hemos mejorado, porque hace solamente unos años parece que no había sitio para alguien mayor de cierta edad

En la música pop, no en el jazz o en el country, géneros en los que los músicos siempre han podido desarrollar carreras largas y han podido hacerse mayores manteniendo su profesión. Afortunadamente, ahora no es tan difícil poder seguir en el mundillo. Como ya te comenté, una cosa que me da mucha alegría es ver a gente joven en mis conciertos.

-¿Qué otras cosas echas de menos de la época del punk?

Algo que era muy diferente con respecto a ahora es que, para poder llegar a sonar en la radio, a ser más o menos conocido, antes tenías que hacer un montón de cosas, trabajar realmente duro. Tenías que ensayar en el local, hacer un montón de bolos a los que no iba nadie, meterte en una furgoneta vieja y hacer cientos de kilómetros. A veces podía ser realmente frustrante, porque lo que querías era ser famoso y vender muchos discos, pero no había atajos. Tenías que trabajar mucho antes de que eso pudiera ocurrir.

En esa época lo que hacíamos era simplemente aprender y de repente sucedía. Era como cuando estás en el supermercado, que estás haciendo la cola y dicen, “el siguiente a la caja número cuatro, por favor”. Entonces era tu turno. Y eso podía suceder o no suceder, y si era que no, pues tenías que buscarte la vida en otra cosa, claro.

No teníamos ni idea de cómo hacer discos, pero yo tuve la oportunidad de verlo, con gente como Dave Edmunds, por ejemplo. Cuando veía aquello sentía que yo mismo podría hacerlo, y si no sabía alguna cosa podría preguntar y aprender. Así es como me convertí en productor. No tenía ni idea de cómo producir discos, pero me las arreglé para hacer un buen montón de discos. Conseguí que aquello sonara como tenía que sonar.

En lo que sí era bueno era motivando a los grupos, hacerles sentir involucrados y entusiasmados con su trabajo. Eso funcionaba. Me dedicaba a convencerles de que tenían que hacer un buen disco y que eso era importante.

A mí en realidad no me gustaba demasiado la música punk, pero me encantaba la actitud, porque toda la música que me gusta tiene esa actitud. Me gustan algunos grupos punk, por supuesto, como los Damned, los Ramones… o grupos anteriores, como MC5 o los Stooges de Iggy Pop, los grupos de garaje de los 60, influidos por los Rolling Stones y su manera de adaptar el rhythm and blues negro. Del punk lo que más me interesaba era la actitud. Cuando apareció el punk la escena musical era en general muy aburrida y ellos lo pusieron todo patas arriba. Fue fantástico. Y me encantó formar parte de ello. De repente escuchabas algunos de esos discos en la radio y decía, “joder, esto es la leche, ¿quiénes son estos tíos?” Era muy diferente y mus excitante.

-Sigues en contacto con Elvis Costello, con quien sueles actuar de vez en cuando…

Sí, nos vemos con frecuencia; hace muy poco tocamos como teloneros para él.

-¿Cómo es vuestra relación? ¿Te gusta tocar con él?

Sí, claro, es fantástico. Y hacer de telonero es siempre muy gratificante. Realmente no tienes una gran responsabilidad. Si sale bien, estupendo, y si no sale tan bien, tampoco pasa nada; solo eres el telonero…

Tengo una relación magnífica con Elvis; somos grandes amigos desde hace muchísimos años, y hemos hecho cosas muy buenas juntos. Es como si fuera el hermano pequeño que nunca tuve, y, como tal hermano pequeño, a veces es un poco irritante. Yo soy el hermano mayor que nunca tuvo su éxito.

-¿Sigues en contacto con otros músicos de aquella generación?

Sí, desde luego. Veo de vez en cuando a Wreckless Eric. También a Rat Scabbies, el batería de los Damned… No veo a ninguno de los miembros de Rockpile, desafortunadamente. Están un poco desaparecidos últimamente. Dave está como recluido, alejado del mundo, lo mismo que Billy Bremner, que vice en Estocolmo. Siempre que tocamos allí le invito al concierto y por alguna razón nunca viene. En cambio, sí veo a los Brinsley Schwartz; a Bob Andrews le he visto tocando varias veces últimamente.

-Además de haber tenido algunos éxitos en el pasado, cuentas con la admiración de muchos músicos, ¿qué significa eso para ti?

Eso es cierto y es estupendo, desde luego. Es verdad que muchos músicos suelen venir a nuestras actuaciones y es muy halagador. Desafortunadamente, la mayoría de ellos no acostumbran a comprar discos y casi siempre se las arreglan para entrar gratis a los conciertos. Pero sí, ahora en serio, es muy agradable saber que tienes esa consideración entre aquellos a los que tú mismo admiras.

-A lo largo de tu carrera has colaborado con muchos artistas, ¿hay alguien con quien te gustaría trabajar y aún no lo has hecho?

No estoy seguro… creo que la mayoría de los músicos con los que me gustaría realmente trabajar ya han muerto. Podría darte una lista realmente larga. Sí, he tenido mucha suerte de trabajar con músicos extraordinarios que, además, han acabado siendo buenos amigos.

-¿Qué música sueles escuchar? ¿Estás al tanto de algunas cosas nuevas o prefieres escuchar tus viejos discos de toda la vida?

Bueno, mi mujer y mi hijo están todo el rato escuchando música. No pueden subirse al coche y no poner música. Yo suelo estar encantado de conducir en silencio, pero cuando voy con ellos es imposible. La verdad es que escuchamos cosas muy diferentes. Mi hijo toca también, y le gustan grupos y artistas de todas las épocas, desde Louis Armstrong a cosas cercanas al rap, que para mí son inaudibles. Pero le gusta también Armstrong, Bing Crosby y muchísimas cosas entre medias.

Cuando estoy solo en casa lo que me gusta escuchar es, sobre todo, jazz, be bop. Me encanta. Gente como Johnny Hodges… La verdad es que no suelo escuchar mucha música pop.


Kippington Lodge. I Can See Her Face.

Brinsley Scwartz. Cruel to Be Kind.

Elvis Costello. (What´s so Funny About) Peace, Love and Understanding

Rockpile. Teacher, Teacher.

Elvis Costello y Nick Lowe. Baby It´s You.

Nick Lowe. So It Goes.

Nick Lowe. We Want Action.

Nick Lowe. Without Love.

Nick Lowe. Too Many Teardrops.

Nick Lowe. Half a Boy, Half a Man.

Nick Lowe. The Rose of England.

Nick Lowe. Black Lincoln Continental.

Nick Lowe. You Got the Look I Like.

Nick Lowe. I Live On a Battlefield.

Nick Lowe. The Man That I´ve Become.

Nick Lowe. Cupid Must Be Ungry.

Nick Lowe. People Change.

Nick Lowe. Sensitive man.

Nick Lowe. Christmas at the Airport.

Nick Lowe. Trombone.