En el último proyecto del autor se percibe, de una forma más clara, este proceso introspectivo y así lo hemos podido comprobar en el stand de El País en Arco 2010 donde García-Alix ha sido el artista invitado. Las imágenes, la mayoría de ellas realizadas en varios viajes a China, muestran su trabajo más reciente donde el fotógrafo trasciende los límites formales para buscar la emoción tras la fotografía.

A lo largo de los años el fotógrafo nos ha ido narrando su propia vida que se ha convertido, sin querer, en el eje de su discurso artístico. Sin embargo sus últimas fotografías son muy diferentes a su anterior trabajo; se trata de una evolución de su etapa parisina, distanciándose cada vez más de etapas anteriores.

Las imágenes ya no se centran sólo en su entorno particular ni en los personajes que forman parte de su vida pero reafirman, más que nunca, la esencia autobiográfica de su trabajo ya que expresan su emoción y su propio estado de ánimo.

Las composiciones de García-Alix son cada vez más personales: los paisajes se vuelven más conceptuales, las arquitecturas buscan planos imposibles y los retratos reciben una luz onírica que llena a sus personajes de misterio. Sus imágenes recuerdan ahora a la intimidad espiritual que contienen las fotografías de Francesca Woodman o al aura que rodea las fotografías de Daido Moriyama. El relato que surge de sus imágenes se ha vuelto más metafórico porque su mirada está más cercana a la emoción que a la observación, al sentimiento más que a la realidad.

García-Alix, al igual que un escritor con su propia autobiografía, reflexiona sobre las experiencias de su vida. El carácter de crónica que podía tener su anterior trabajo cede a una creciente introspección en la que el autor busca correspondencias emocionales con el entorno. García-Alix, a través de sus arquitecturas y de sus retratos, es capaz de mirarse a sí mismo como si se tratara de un autorretrato. A partir de sus fotografías se deja contemplar y se contempla; es testigo de sí mismo. El artista busca en sus imágenes la manera de mirarse de forma especular porque en la búsqueda de su propia identidad la cámara revela lo que el fotógrafo no pude ver: “la cámara tiene la virtud de obligarte a ver”, afirma el fotógrafo en uno de sus escritos.

García-Alix con su nuevo trabajo ha desembocado en la metáfora de una forma arriesgada pero no inesperada. Esa búsqueda de identidad está presente desde sus primeros trabajos pero el fotógrafo busca más allá tratando de huir del mundo real porque la realidad nunca responde a las preguntas de una vida. El trabajo de García-Alix constituye un largo viaje a través de su propia historia; un viaje todavía sin acabar formado por su propia confesión.