El fascinante y poderoso cuadro que nos preside fue, con el retablo de Santo Domingo el Antiguo, el primer encargo que tuvo el Greco cuando en 1577, con 36 años de edad, llegó a Toledo. Se lo encomendó el obrero mayor de la Catedral, D. García de Loaysa, que llegaría a ser Arzobispo de Toledo, siendo el Deán de la Catedral D. Diego de Castilla, amigo cercano de nuestro pintor. La obra transparenta el aire del Mediterráneo bizantino donde nació su autor, y anticipa, con esa libertad creativa que distingue a los más grandes, su prodigiosa genialidad, que alcanzaría aquí, precisamente en Toledo, su pleno cumplimiento. Sobrecoge pensar que cuando el Greco empezó a pintar el Expolio, San Juan de la Cruz, solamente un año mayor que él, estaba también en Toledo, prisionero en un convento de su orden, comenzando a escribir el Cántico Espiritual.

La relación del Greco con la Iglesia resulta decisiva para su carrera: sus principales protectores y clientes fueron arzobispos y canónigos de esta Catedral, quienes, en pleno Renacimiento, constituían la élite culta y humanista que regía en Toledo después del traslado de la corte a Madrid. El Deán Diego de Castilla, sentiría hoy una gran satisfacción al observar cómo su sucesor, Juan Sánchez, y el Cabildo actual, participan ilusionadamente en la Fundación El Greco 2014  y nos acogen generosamente en su templo. Quede constancia de nuestro profundo reconocimiento por todo ello.

Gracias también, muy destacadas, a todas las instituciones que han constituido la Fundación y a los Patronos que las representan hoy aquí. Me refiero a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y a José María Barreda, que es el primer impulsor de esta iniciativa, al Ministerio de Cultura y a Mercedes del Palacio, al Arzobispado de Toledo y a don Braulio Rodríguez, al Ayuntamiento de Toledo y a Emiliano García Page, y a la Diputación de Toledo y a José Manuel Tofiño. También citaré aquí a la Vicepresidenta de la Junta, Marisa Araujo, que tan decisivamente ha participado en el periodo constituyente.

Los nombres de la Fundación

Finalmente, quiero hacer constar mi gratitud personal a José María Barreda por nombrarme Patrono y proponerme como Presidente de la Fundación, gratitud que extiendo a los restantes Patronos fundadores que lo han ratificado. Como en otra ocasión ha desvelado el Presidente Barreda, he puesto la condición de no percibir compensación alguna por mi labor, como un gesto de solidaridad hacia lo que significa el proyecto y hacia la ciudad que vocacionalmente es mi lugar de arraigo, sabiendo, además, que como en el poema de Cavafis, la mayor riqueza que nos ofrece Ítaca es el viaje mismo. Por lo demás, si tengo una cualidad, ésa es la de conocer mis carencias y limitaciones, y por eso mismo siempre he procurado compensarlas con esfuerzo y entusiasmo grandes, y, sobre todo, trabajando en equipo con personas cuyos méritos y capacidades me sobrepasan.

En esta ocasión, me satisface muchísimo hacer público los nombres de quienes van a participar en la gestión de la Fundación. Se trata del catedrático e historiador del Arte Fernando Marías, que con su autoridad intelectual va a ser el Comisario de la Exposición del Greco, y el responsable del Área Académica; de Gerard Mortier, uno de los más prestigiosos directores artísticos europeos, si no el que más, que será el responsable del Área de Programación Artística; de Jesús Carrobles, ilustre arqueólogo e historiador toledano, que se hará cargo, con plena dedicación, gracias al generoso concurso de la Diputación, del Área de Ciudad, para conformar un ambicioso proyecto cívico para Toledo; y, finalmente, de Miguel Barroso, uno de los mejores expertos en comunicación, que se responsabilizará de este Área tan fundamental para un proyecto que tiene el propósito de hacer una convocatoria universal. Por su parte, Alberto Corazón, nuestro prestigioso diseñador y académico, realizará el programa de identidad corporativa.

Como ya he anunciado en una ocasión anterior, con este equipo trabajarán José Luis de Benito, como director general, y Juan Gallardo, como gerente.

Un verdadero proyecto cívico

El fin de la Fundación es el de conmemorar en el 2014 el IV Centenario de la muerte del Greco, entendiendo que esta conmemoración debe traducirse en un verdadero proyecto cívico que, de hecho, haga de Toledo ese año la verdadera capital cultural europea, como lo fue en el tiempo del Greco. Los resultados de cuanto hagamos tienen la vocación de perdurar, y por tanto, no nos dejaremos deslumbrar por lo efímero por muy brillante que pudiera parecer. El IV Centenario tiene que trascender la fecha del 2014 e incrementar así el valor patrimonial de Toledo, de Castilla-La Mancha y, consecuentemente, de España.

En los actuales momentos, económicamente tan adversos, las instituciones culturales tienen la obligación de solidarizarse con el esfuerzo que están haciendo las distintas Administraciones Públicas para gestionar los presupuestos públicos, y consecuentemente actuaremos con la máxima austeridad, economizando los medios de que dispongamos y centrándonos en los objetivos prioritarios. Pero, a su vez, las Administraciones Públicas no deben olvidar que los fondos que asignan a la cultura no son gasto sino inversión en un sector que representa ya el 4% del producto interior bruto, y que tiene un futuro muy prometedor, sobre todo si se pone en relación con los flujos turísticos. La cultura, por tanto, no sólo constituye un bien del espíritu que dignifica al hombre, un derecho social al que todos los ciudadanos deben tener acceso, sino también una auténtica fuente de riqueza.

La iniciativa de la Fundación, como sucede con las principales instituciones culturales públicas, precisa consenso político para poder lograr mejor sus objetivos, ese consenso que desplaza el debate político, a veces tan encrespado, hacia otros horizontes que lo justifican más. Ningún proyecto cultural puede ser verdaderamente fecundo si no goza de una cierta autonomía en su gestión y de una estabilidad en el tiempo.

Proyecto abierto

El proyecto de la Fundación tiene, además, que ser un proyecto abierto: abierto a colaborar con otros países, abierto a integrar las aportaciones que lo enriquezcan y a recoger las críticas que permitan mejorarlo; abierto, por tanto, a la sociedad civil, a todos los ciudadanos e instituciones, y muy particularmente a los toledanos que quieran participar en él, sin que esto implique incurrir en un espíritu localista incompatible con la significación universal de nuestra ciudad. Me alegra comunicar, en este sentido, como un primer paso, la próxima firma de convenios de colaboración  con la Universidad de Castilla-La Mancha, la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, la Federación Empresarial de Toledo (FEDETO), y el Museo del Prado, y la incorporación de éstas cuatro instituciones al Patronato de la Fundación.

Para ir terminando, daré una noticia que constituye un signo de que los hados en la andadura que hoy iniciamos nos van a ser favorables. Los Grecos que habían salido de España para exponerse en Bruselas han iniciado hoy, 13 de mayo de 2010, cuando se estaba constituyendo la Fundación El Greco 2014, su regreso a Toledo. En consecuencia, la Fundación propondrá al Ministerio y a la Consejería de Cultura que antes de exponerse definitivamente en el Museo del Greco, se considere la conveniencia de que el Apostolado del Greco termine su largo recorrido por ciudades españolas, europeas y americanas, visitando dos capitales de nuestra región. Sería la primera iniciativa en la que participaría la Fundación.

Y finalizo. “El Griego de Toledo”, como se le conoció en su tiempo, fue ese inmigrante que nunca llegó a dominar nuestra lengua, firmó siempre en caracteres griegos y mantuvo el apodo de su nacionalidad de origen, llegando a ser el más universal toledano de todos los tiempos, y un verdadero icono de la identidad de nuestra ciudad. El valor simbólico de su ejemplo para los hombres y las mujeres de hoy, trasciende la genialidad de su arte y tiene también una dimensión social.

Con la ayuda de todos, y entre todos, vamos a hacer realidad lo que hoy es sólo un apasionante sueño, esperando que al terminar nuestra tarea nos digan la palabra con la que finaliza El Quijote: “Vale”. Para lograrlo nos ponemos a trabajar desde ahora mismo, pues nuestra principal dificultad es el reloj del tiempo. Quedan sólo 1328 días hasta el 1 de enero de 2014.