«Estoy siendo coherente con lo que siempre he dicho, que nunca recibiría un premio institucional. Si hubiera estado el PSOE en el poder hubiera hecho lo mismo», ha explicado el novelista madrileño. «He rechazado toda remuneración que procediera del erario publico. He dicho en no pocas ocasiones que en el caso de que se me concediera no podría aceptar premio alguno. Hasta ahora no se había dado el caso, con excepción de Nacional de Traducción [que Marías ganó en 1979 por La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy]. Ahora que se da el caso, sería aprovechado desdecirme de lo manifestado. Confío en que no se tome mi postura como un feo. Lamento no poder aceptar lo que en otras épocas habría sido motivo de alegría».

Gentileza del jurado

«Debo hacer hincapié -ha continuado el escritor- en que quiero agradecer la gentileza del jurado. Incluso la persona del Ministerio que me ha llamado a la hora del almuerzo para comunicarme este fallo, al disculparme por no poderlo aceptar, me ha comentado que uno de esos miembros -no tenia idea de que se fallaba hoy el premio ni de quiénes eran los miembros del jurado- mencionó que podría rechazarlo pero aun así consideraron que no era asunto suyo y que tenían que premiar el libro más merecedor según ellos. El jurado decidió que a ellos no les competía meterse en esa cuestión, han cumplido su tarea. Y por eso debo agradecérselo más aun».

Javier Marías es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Entre su obra literaria se encuentran novelas, relatos, antologías, artículos, ensayos y traducciones. Su primera novela fue Los dominios del lobo. Entre sus novelas destacan Travesía del horizonte, El hombre sentimental, Todas las almas, Mañana en la batalla piensa en mí, Negra espalda del tiempo y los tres volúmenes de Tu rostro mañana. Ha sido profesor de la Universidad de Oxford y de la Universidad Complutense de Madrid, sus obras se han publicado en 40 lenguas y 50 países, ha recibido un gran número de premios nacionales e internacionales y ocupa el sillón R de la Real Academia Española desde 2006.

Argumento de la novela

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«La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida…». Así comienza Los enamoramientos. María Dolz, la narradora y protagonista, sólo supo su nombre «cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse en un muerto: lo último de lo que se debió de dar cuenta fue de que lo acuchillaban por confusión y sin causa».

Con una prosa profunda y cautivadora, esta novela reflexiona sobre el estado de enamoramiento, considerado casi universalmente como algo positivo e incluso redentor a veces, tanto que parece justificar casi todas las cosas: las acciones nobles y desinteresadas, pero también los mayores desmanes y ruindades.

Los enamoramientos es también un libro sobre la impunidad y sobre la horrible fuerza de los hechos; sobre la inconveniencia de que los muertos pudieran volver, por mucho que se los haya llorado y que en apariencia nada se deseara tanto como su regreso, o al menos que siguieran vivos; también sobre la imposibilidad de saber nunca la verdad cabalmente, ni siquiera la de nuestro pensamiento, oscilante y variable siempre.

 

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