Situada en un apartado rincón, una de esas plazas “con encanto” que nunca faltan en París. Los bancos dispuestos en círculo, la torre y el campanario cubiertos de hiedra, el colorido de los árboles en primavera y las palomas posándose sobre una estatua, un busto del poeta francés Guillaume Apollinaire.

Y precisamente como homenaje personal de Picasso a su amigo Apollinaire, en una de las esquinas del interior de la iglesia hay colgado un pequeño dibujo del malagueño, una cabeza de mujer, del que realmente muy pocos visitantes conocen su existencia.

Una razón más para disfrutar de ese maravilloso barrio, situado a La Rive Gauche del Sena, una de las zonas más características del París de los pintores, escritores y filósofos, donde hace años era fácil ver una tarde cualquiera, sentados en alguna terraza, a personajes de la talla de Sartre, Rimbaud, Verlaine, Matisse, Hemingway o el mismo Picasso, representantes de la llamada «Gauche Divine”, ese grupo privilegiado de intelectuales de izquierdas que no por ello renegaban de los encantos que les ofrecía la buena vida parisina.

magindecos@gmail.com